El PAN sin arcoíris
“Y qué tal que alguien quiere ser heterosexual”, me dijo Margarita Zavala en su curul en San Lázaro el día que finalmente dictaminaron en el pleno la iniciativa para prohibir las mal llamadas “terapias de conversión”. “No me gusta el tipo penal”, agregó. Realmente creo que ni siquiera leyó bien la iniciativa. “Quieren legalizar la pedofilia”, gritó desde la tribuna la diputada Teresa Castells al anunciar su voto. “Van a permitir que se hormonice a menores”, aseguró el diputado Gabriel Quadri. Al final, en el tablero de las votaciones quedó constancia, una vez más, de lo que el PAN piensa de la diversidad sexual. Fueron 89 votos en contra, 1 a favor, 5 abstenciones y 15 ausentes.
Desde que en 2001 se presentara la iniciativa de sociedades de convivencia en la ALDF hasta el 23 de marzo del 2024 en que se votó la prohibición de las “terapias de conversión”, el PAN ha votado sistemáticamente en contra de todas las leyes que han buscado reconocer derechos para las poblaciones de la diversidad sexual en México. Matrimonio igualitario, identidad de género, Ecosig, infancias trans, eliminar la tipificación de riesgo de contagio, entre otras, todas han sido votadas mayoritariamente en contra por las bancadas que ha tenido Acción Nacional en las legislaturas federales y en las de los congresos locales de las 32 entidades federativas en 23 años.
Legisladores como Lía Limón, Fernando Rodríguez Doval, Carlo Pizano y Mariana Gómez del Campo argumentaron en contra de la aprobación de la Ley Razú para aprobar el matrimonio igualitario en la ALDF en el 2009. Sus argumentos iban desde decir que “la finalidad del matrimonio es la procreación” hasta defender que “matrimonio viene de la palabra madre”. Este rechazo fue encabezado por Felipe Calderón, quien siendo presidente de México mandó una acción de inconstitucionalidad para revertir ese avance. Lo mismo hicieron gobiernos estatales del PAN, como el de Jalisco, donde el gobernador financiaba “campamentos para curar la homosexualidad”. Santiago Taboada, hoy aspirante a la Jefatura de Gobierno de la CDMX, votó contra la iniciativa federal de Peña para aprobar el matrimonio en 2016.
En 2011 el entonces diputado Santiago Creel se opuso a que la Constitución incluyera la palabra “orientación sexual” y negoció para que fuera “preferencias” en el artículo 1º que prohíbe la discriminación en México. Esta historia me la contaron diputados del PRI y del PRD que empujaron esa reforma constitucional.
En cuanto a las últimas tres candidatas a la presidencia del PAN. En 2012 Josefina Vázquez Mota prometía “ser diferente” y en una reunión con activistas LGBT dijo que lamentaba que Calderón y su partido rechazaran el matrimonio igualitario. En 2018, como candidata a Gobernadora, Josefina firmó los compromisos del Frente Nacional por la Familia. En 2022 ella no apoyó la prohibición de las Ecosig en el Senado. En 2018, Ricardo Anaya decía en privado que él veía bien el matrimonio igualitario, pero canceló encuentro con la Coalición Mexicana Lgbti+. En 2024 Xóchitl Gálvez busca el voto LGBT recordando en un video que ella sí votó por prohibir las terapias de conversión en el Senado, pero sin reunirse con activistas.
Este 2024 más de 30 millones de personas menores de 35 años votarán en las elecciones. Esto es casi un tercio del electorado. Muchas de estas personas se sienten desmotivadas para votar porque no ven diferencias. Muchas desconocen la historia del PAN contra los derechos de las personas de la diversidad sexual y contra los derechos de las mujeres, como el aborto. Hoy su candidata presidencial y su candidato a jefe de Gobierno se toman fotos con activistas Lgbt, sonríen con la bandera del arcoíris, pero hay una disonancia cognitiva evidente. Sus promesas y los hechos se contradicen.
México hizo historia esta semana al proteger a las infancias y adolescencias de la diversidad sexual. México vuelve a ponerse a la vanguardia en reconocimiento de derechos y lo hizo nuevamente gracias al activismo y pese al PAN.