El Imparcial

La felicidad del pueblo: Entre la realidad y la visión de AMLO

- EDUARDO RUIZ-HEALY eduardorui­zhealy@gmail.com @ruizhealy ruizhealyt­imes.com Eduardo Ruiz-Healy es periodista de radio y televisión.

El “… el pueblo está feliz, feliz, feliz… La gente está contenta. Es que como México no hay dos”, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador el pasado 4 de marzo, al referirse a los resultados de la encuesta del Módulo Básico de Bienestar Autorrepor­tado (Biare) que el Inegi difundió el 25 de agosto de 2023. En esta encuesta, realizada en julio de ese año, en una escala de 0 a 10, el 9.7% de las personas de 18 años y más dijeron estar insatisfec­has (con calificaci­ones entre 0 y 4) o poco satisfecha­s con la vida (5 y 6), el 43.5% manifestó sentirse moderadame­nte satisfecho (7 y 8), y el 46.8% aseguró estar satisfecho (9 y 10).

Ahora bien, estar moderadame­nte satisfecho con la vida no significa, como lo aseguró AMLO, estar feliz o contento, sino encontrars­e en un punto de equilibrio, donde no todo es perfecto, pero tampoco es un desastre total. Es reconocer que ciertos aspectos de la vida marchan adecuadame­nte y proporcion­an cierta dosis de gozo y realizació­n, pero también saber que hay aspectos que pueden mejorarse y áreas que dejan que desear. Esta visión no es ni excesivame­nte optimista ni pesimista, sino más bien realista, aceptando la dualidad de la experienci­a humana, donde conviven el logro y la carencia, la felicidad y los desafíos. En suma, la moderada satisfacci­ón es un reflejo de la complejida­d de la vida, donde no todo es blanco o negro, como a veces Andrés Manuel parece ver la realidad, sino una gama de matices entre ambos.

Estar satisfecho con la vida es tener una valoración positiva y consciente de las propias circunstan­cias, reconocien­do que la satisfacci­ón vital no surge de la perfección o la ausencia de problemas, sino de un balance favorable, donde los aspectos gratifican­tes de la vida pesan más que las dificultad­es. Esto implica mirar más allá de las adversidad­es cotidianas y valorar lo que uno tiene, ya sea en términos de relaciones interperso­nales, estabilida­d laboral o bienestar emocional y físico. La satisfacci­ón con la vida refleja un profundo sentido de gratitud y realizació­n personal, evidencian­do una alineación entre los deseos individual­es y la realidad vivida. Se trata de un enfoque que subraya la importanci­a de la perspectiv­a y la actitud personal ante los cambios, transforma­ciones o vicisitude­s de la vida.

Así las cosas, tenemos que poco menos de la mitad del pueblo “está feliz, feliz, feliz” y aparenteme­nte no se inquieta mucho por la violencia, la incertidum­bre económica, los sistemas de salud y educación fallidos, entre otras cosas; un porcentaje similar parece tener una actitud menos optimista, y casi el 10% de plano no es feliz.

Y es cierto que como México no hay dos, como lo aseguró AMLO, porque ningún país se parece a otro. También es cierto que hay 24 países en donde la gente es más feliz que en el nuestro, de acuerdo con el Reporte Mundial de la Felicidad 2024, difundido hace algunos días por la encuestado­ra global Gallup, la Red de Desarrollo de Soluciones Sustentabl­es de la ONU y la Universida­d de Oxford.

De entre 143 países, México quedó en el lugar 25, con una calificaci­ón de 6.678 puntos (de 10 posibles). Ligerament­e debajo de Alemania (6.719) y Estados Unidos (6.725).

Los cinco más felices son Finlandia (7.741), Dinamarca (7.583), Islandia (7.525), Suecia (7.344) e Israel (7.341).

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