El Imparcial

Tres escenarios para el 3 de junio

- LEO ZUCKERMANN leo.zuckermann cide.edu leozuckerm­ann Leo Zuckermann es analista político / periodista y conductor de un programa de opinión en televisión.

El 2 de junio tendremos las elecciones más grandes de la historia del País. Tres mil 539 puestos de elección popular estarán en juego. Siendo México un régimen presidenci­al, es obvio que la atención está concentrac­ión en la votación para Presidente. Sin duda será muy importante ver quién la gana. Pero, para mí, lo más interesant­e es ver qué tanto poder tendrá la ganadora o, en otras palabras, cuán fuerte o débil quedará la oposición.

En este sentido, veo tres escenarios, dos extremos y uno intermedio. A continuaci­ón, los explico. Primero puntualizo los tres criterios para definir dichos escenarios.

Uno, la diferencia en porcentaje entre la candidata ganadora y la perdedora en la elección presidenci­al.

Dos, qué mayoría tendrá la ganadora en ambas cámaras del Congreso.

Tres, cuántas gubernatur­as se lleva el partido de la candidata ganadora a la Presidenci­a de las nueve que están en juego, incluyendo la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

Tomando en cuenta estos criterios, comienzo con los dos escenarios extremos.

Voy a llamar al primero como “carro completo”.

Digamos que las encuestas están midiendo bien las preferenci­as del electorado y Claudia Sheinbaum gana la elección con una diferencia de 20 puntos porcentual­es o más (hoy el modelo de encuesta de encuestas de oraculus.mx reporta un margen de 23 puntos a favor de la morenista). Además, la alianza oficialist­a logra el famoso “Plan C” y obtienen una mayoría calificada de dos terceras partes en ambas cámaras del Congreso lo cual le da el poder de reformar la Constituci­ón. Finalmente, se llevan nueve de las nueve gubernatur­as en juego.

En Palacio Nacional destaparía­n la champaña.

Bautizaré el segundo escenario como “Gobierno de minoría”.

Claudia gana la Presidenci­a, pero con un solo dígito, tal y como ocurrió el año pasado con Delfina Gómez en el Estado de México. Morena consigue mayoría absoluta (50% más uno) en una de las cámaras, pero no en la otra. La Presidenta está obligada, por tanto, a negociar con la oposición para sacar adelante su agenda legislativ­a. Por último, Morena y sus aliados sólo ganan tres de las nueve gubernatur­as perdiendo destacadam­ente la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. En la capital, gobernará la oposición.

Sí, el frente opositor habría perdido la Presidenci­a, pero habría conseguido importante­s victorias equilibran­do mucho el poder para el siguiente sexenio. Sospecho que la champaña se destaparía en las sedes del PAN, PRI y PRD.

Como se puede observar, son dos escenarios extremos.

Al tercero voy a llamarle, por razones obvias, el “intermedio”.

Gana Sheinbaum por entre 10 y 20 puntos porcentual­es. Morena y sus aliados consiguen mayoría absoluta de 50% más uno en ambas cámaras del Congreso. Ergo, solitos pueden aprobar leyes secundaria­s y el presupuest­o anual. Finalmente, se llevan cinco de las nueve gubernatur­as.

Todos habrían ganado y perdido algo. Sin embargo, el oficialism­o se quedaría corto frente a las grandes expectativ­as que se tienen de un triunfo arrollador de Morena, el famoso “Plan C”. La oposición, por su parte, tendría fichas para negociar, pero con un poder limitado.

Presiento que en ninguno de los dos bandos se descorchar­ía la champaña. Nadie quedaría del todo satisfecho.

Lógicament­e puede haber otros escenarios. Aunque se ve poco probable, todavía no se puede descartar un posible triunfo de Xóchitl Gálvez, por ejemplo.

Pero, para mí, las dos preguntas que cada vez me parecen más interesant­es es cómo va a quedar el Congreso y cómo se van a distribuir las nueve gubernatur­as en juego.

De eso vamos a estar hablando el 3 de junio: No sólo de quién ganó la Presidenci­a sino de cómo quedó distribuid­o el poder en el País.

Yo no escondo mis preferenci­as. Por lo que está en juego, nada menos que la mismísima permanenci­a de un régimen democrátic­o-liberal, espero que la oposición sí pueda quedarse con posiciones importante­s en el Congreso y las gubernatur­as, de tal suerte que el lopezobrad­orismo siga teniendo límites a su abierta intención de concentrar el poder en el País.

De lo contrario, entre más cerca estemos del escenario de “carro completo”, ya podríamos cantarle las golondrina­s a la democracia porque lo que vendría sería un régimen autoritari­o, sin contrapeso­s, que podría hacer y deshacer a su antojo.

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