CAMPAÑAS Y POSVERDADES
Nay Salvatori y Xóchitl Gálvez desarrollaron actos de propaganda política que reflejan cierto desprecio y preocupación por los problemas que tiene la ciudadanía. Aunque la clase política que se propone como candidato a algún cargo de representación, afirma tener la solución o, al menos, el planteamiento de cómo organizar un conflicto social; de pronto, la personalidad de los políticos muestra su desinterés, franca irresponsabilidad e, incluso, desprecio por la sociedad.
El sinsentido de la poca empatía que los candidatos demuestran, a veces se resuelve en las modas del neuromarketing y el cambio de época en los valores sociales; empero, cada vez es más difícil no aceptar el fracaso de la vida democrática liberal.
Gálvez señaló un cuestionamiento a los adultos mayores que no alcanzaron a formar un patrimonio material en vivienda.
La situación es grave en un país como México; donde la mayor parte de la sociedad se ha empobrecido notablemente durante la época neoliberal.
Desde la transición rural al urbanismo que se fomentó en la modernización de México, el problema de la vivienda se complicó; muchas personas que no consideraban el desarrollo de una casa habitación como problema -al pasar a vivir en las grandes ciudades- se encuentran con que este es un conflicto serio que genera otras externalidades.
La pobreza es grave en el campo y la ciudad, pero, sin duda, presenta mayores patologías en el ámbito urbano.
Xóchitl Gálvez se mostró como una “dama de hielo” ante los sujetos que, por diversas circunstancias, no han podido desarrollar una vivienda en las ciudades, e incluso en el campo, y esto demuestra que la política de vivienda necesita un ajuste de cuentas.
Nay Salvatori hizo burla de una situación que se ha hecho cotidiana en el transporte público: el asalto o atraco.
Tampoco es un problema menor, sobre todo en el estado de Puebla donde el asalto a transporte de carga, atraco, los robos a casa-habitación y el robo en el transporte colectivo, presentan cifras estratosféricas que muestran la baja calidad del gobierno y Estado de derecho en la entidad.
Nay Salvatori no sólo hizo burla del tema, decidió protagonizar el rol del ladrón y ejecutar una representación de un asalto.
El mensaje es tan grave como el de Xóchitl, Puebla se confirma como un estado criminal y los candidatos de Morena lo representan.
Ambos actos muestran que la clase política no comprende los problemas de la base social; sin embargo, como se manifestó al principio de esta opinión, lo increíble redunda en que los asesores de mercadotecnia incluso recomiendan estos actos de polarización política para generar atención y obtener votos, aunque las consecuencias después de las votaciones son terribles.
Los lapsus de los personajes en cuestión son indicativos de que no van a realizar nada de las “propuestas inteligentes” que dicen tener.
La clase política se presenta cuasi divina, preparada en la química retórica botánica y sistema decimal, pero –al finalsólo saben ejercer el clientelismo y la corrupción. Los políticos lo saben y la sociedad también. Nay Salvatori y Xóchitl Gálvez son pequeños botones de una clase política podrida.
La falta de rendición de cuentas, así como el escaso desarrollo de la ciudadanía, genera este tipo de candidatos.
Es impreciso hacer la contabilidad de las ocasiones en que Nay Salvatori o Xóchitl Gálvez demuestran su falta de empatía hacia los problemas sociales; pero, son innumerables. También es verdad, hay candidatos peores.
Desafortunadamente, el efecto mercadológico sucede y la reacción en cadena que busca la publicidad se consigue.
Al final, la opinión pública habla de sus errores y se reactivan sus probables electores.
Es polémico afirmar si México tiene la clase política que se merece; pero, la forma en que han cambiado los formalismos de la razón de Estado por una relatividad de valores, carisma e imagen, señalan que los pronósticos sobre el devenir político cada vez resultan más impredecibles y que una base electoral sin conciencia e ignorante, poco puede hacer por influir en su destino y es tan insensible, como esta clase política, por el futuro de la nación.
Gálvez señaló un cuestionamiento a los adultos mayores que no alcanzaron a formar un patrimonio material en vivienda, y Nay Salvatori hizo burla de una situación que se ha hecho cotidiana en el transporte público: el asalto o atraco. Ambos actos muestran que la clase política no comprende los problemas de la base social