LUCHA CONTRA NARCO EN MÉXICO, LIMITADA POR RAZONES POLÍTICAS
El especialista Raúl Benítez Manaut señala en la revista Foreign Affaires LA que para México la lucha contra el narcotráfico es un asunto de cobertura militar y para EU de seguridad nacional.
Benítez Manaut advierte que en Estados Unidos y México 2024 es un año electoral, lo que abre la posibilidad de que se debilite la acción gubernamental mexicana contra las organizaciones criminales y se enrarezca el clima electoral en muchos estados.
Esto se va a contraponer con el discurso electoral estadounidense que, para atraer votantes, impulsa entre los candidatos presidenciales posiciones de línea dura.
En la investigación, contextualiza que, en México, el combate al tráfico de drogas se definió como una guerra desde la Iniciativa Mérida, en 2007, y se volvió un asunto de seguridad nacional, entre otras razones porque las principales instituciones que les hacen frente a los grandes grupos criminales son las militares.
En cambio, en Estados Unidos ha pasado a ser tema de seguridad nacional por el número de muertes. Ni Canadá ni China viven las mismas realidades.
Para Canadá es un asunto social y de seguridad pública, y para China, por el momento se dirime el combate al fentanilo en el campo diplomático.
Finalmente, por el aumento del consumo de fentanilo y la incapacidad de los gobiernos para detenerlo, así como por su alta tasa de mortalidad, cabe hacer la pregunta sobre si se convertirá en un fenómeno de seguridad internacional.
DEBILIDADES MEXICANAS
Asimismo, la investigación refiere que la fuerza de los grupos criminales transnacionales que se dedican al narcotráfico se debe a la debilidad de las estructuras estatales que los combaten.
En parte es resultado de los tratados de libre comercio firmados desde la década de 1990 y la consecuente apertura de fronteras a poblaciones, capitales y mercancías.
Canadá, China y Estados Unidos tienen más capacidades para ejercer controles aduanales y de pasos fronterizos que México.
Implícita y explícitamente, por ejemplo, en el Congreso estadounidense, en las posiciones de Trump y el Gobernador de Texas, México se percibe como el eslabón débil de esta cadena productiva criminal.
Es el país donde las organizaciones criminales tienen ejércitos para enfrentarse y suficiente organización para importar, manufacturar y exportar el fentanilo.
Las debilidades mexicanas son aprovechadas por la capacidad de los delincuentes de corromper a las autoridades gubernamentales, principalmente las municipales y las estatales. También participan empresarios, por ejemplo, que facilitan el lavado de activos.
En el caso del gobierno federal, la acción de sus dependencias militares, de hacienda, policiacas y de inteligencia, muchas veces está influida por decisiones políticas que afectan el trabajo profesional.
La actividad criminal de fabricar fentanilo y trasladarlo a la frontera norte de México se facilita también porque los grandes grupos criminales están dispersos en casi todo el territorio del país, y además realizan otras actividades criminales muy lucrativas, como el tráfico de personas, que emplea la misma logística y rutas que el tráfico de drogas.
CONSUMO EN CRECIMIENTO
Por otra parte, la investigación explica que la llamada crisis del consumo de fentanilo en Canadá y Estados Unidos apareció en la política internacional en 2023.
Gradualmente, el fentanilo se ha vuelto el enervante más peligroso.
Los países donde se registra el mayor consumo de fentanilo son Estados Unidos, Alemania y España.
La guerra contra las drogas en Norteamérica tiene víctimas proporcionales entre la población.
A los fallecidos en Estados Unidos se suman los de Canadá, donde en 2023 hubo aproximadamente 8,000 muertos por consumo de metanfetaminas y fentanilo; en México, el mismo año murieron más de 30,000 personas por la violencia provocada por los grupos criminales que se pelean el tráfico de drogas.
Es una proporción simétrica: Estados Unidos tiene 340 millones de habitantes y murió casi el 0.030% de su población; Canadá, con 40 millones de habitantes, por consumo de metanfetaminas y fentanilo perdió 0.020% de su población, y en México, con 130 millones de personas, los homicidios violentos rondan 0.025% de la población.
EU Y LA LÍNEA DURA HACIA MÉXICO
La investigación también refiere que en Estados Unidos poco a poco se impone la línea dura y la avanzada de agresión hacia México, iniciando en Texas, con las propuestas impulsadas por el gobernador Greg Abbott.
Estas posiciones inflexibles se esgrimen al mismo tiempo que las campañas presidenciales en México, donde el gobierno teme intensificar el combate a los grupos criminales por dos razones: la primera y más importante, es que los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, si son hostigados por las fuerzas de seguridad, como pretende Estados Unidos, podrían afectar el ambiente electoral en muchas partes del país.
La segunda es que los casos de Ecuador y El Salvador están a la vista de los mexicanos: si se endurece la guerra contra las drogas, la magnitud de la respuesta criminal podría acercar la estrategia de contención a la supresión de garantías y a una escalada superior, lo que es imposible hacer en un año electoral.
A inicios de 2024, el gobierno de Biden volvió a solicitar al Congreso que se reforzara la seguridad en la frontera con México, para lo cual pidió fondos adicionales con recursos para la lucha contra el tráfico de fentanilo.
Se pidió incorporar otros 1000 funcionarios al Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza, y adquirir equipo para revisar el equipaje de quienes cruzan la frontera.
También se busca dotar a los puertos fronterizos de entrada con tecnología de detección de vanguardia, en particular sistemas de inspección no intrusiva, que permitirían la revisión del 100% de los vehículos.
Por su parte, el doctor Rahul Gupta, Director de la Oficina de la Política Nacional de Control de Drogas de la Casa Blanca, declaró su preocupación por la falta de acuerdos entre los congresistas de ambos partidos que, al no lograr compromisos sobre los fondos adicionales debido a la presión de los republicanos sobre el endurecimiento de políticas migratorias y de control de drogas, la frontera permanece vulnerable.
Esta falta de acuerdos bipartidistas impide poner en marcha una estrategia que logre dos consensos: entre el ejecutivo y el Congreso estadounidenses, y entre Estados Unidos y México.