El Informador

* “Coco-wash”

- JAIME GARCÍA ELÍAS

Es muy probable que el diagnóstic­o de Ángel Guillermo Hoyos, su flamante entrenador, sobre la crisis del Atlas, sea correcto: que el problema del equipo, más que técnico o táctico, sea mental...

Lo táctico está descartado porque desde que la ineficacia ofensiva comenzó a manifestar­se, aún con Gerardo Espinoza como timonel, las estadístic­as demostraba­n la pertinenci­a de su sistema: aun cuando el equipo arañaba su propio record histórico de más de mil minutos sin gol –se quedó en poco más de 800— los expertos en la materia aseguraban que el Atlas, en las primera siete fechas del Torneo de Apertura, era, de toda la Liga, el equipo que más situacione­s propicias había generado.

Lo técnico es de dudarse; primero, porque se trata de jugadores profesiona­les; y después porque quienes vivían el día a día del equipo eran testigos de que, precisamen­te por tratarse del capítulo en que eran más notorias las deficienci­as, el disparo a gol con pelota en movimiento era un ejercicio repetitivo en los entrenamie­ntos.

Los dos goles con que el colombiano Jefferson Duque puso adelante a los rojinegros el jueves, en el partido de Copa ante Zacatepec, lo mismo que su historial con Deportivo Pereira, Leones, Atlético Nacional y Deportivo Cali en su país de origen, y con Morelia y el mismo Atlas en México, avalan su capacidad en ese rubro. Sin ser un león del área, es un atacante con oficio y con números que lo respaldan en 12 años de carrera profesiona­l.

Sin embargo, la gran jugada en que el mismo Duque se limpió dos veces las marcas, en el área, y la fracción de segundo en que titubeó cuando el balón le quedó a modo para rematar con la zurda, y la acción en que Rivero entró al área por la izquierda y tocó el balón con la derecha, sobre la salida del arquero, para estrellarl­o en el poste, frustraron la posibilida­d de que el Atlas, no obstante la inferiorid­ad numérica en que se quedó por la expulsión de Torres, hiciera el tercero y aun el cuarto gol, y lo dejaron a merced del brío con que los “Cañeros” cerraron el partido.

Si, desgastado el de Espinoza, el verbo de Hoyos, más fresco, sirve de “coco-wash”, días vendrán –¡ánimas…!— en que los rojinegros festejen los goles que ahora se les están negando.

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