El Informador

Gobierno y sociedad civil

- Diego Petersen Farah diego.petersen@informador.com.mx

La reforma fiscal que reduce la deducibili­dad de los donativos a Organizaci­ones de la Sociedad Civil (OSC) es mucho más que un cambio de reglas. Tiene que ver con la concepción del Estado y su relación con los ciudadanos. Lo que se debate en el fondo no es cuánto se puede deducir, sino cuál es el papel de uno y otros.

Sin duda hay y ha habido abusos de empresas que usan las fundacione­s para evadir impuestos, meter gastos de los dueños, ocultar transaccio­nes, etcétera. Pero si el gobierno lo sabe es cosa de que aplique la ley y detenga los abusos. Si algo ha hecho bien este gobierno es vigilar y meter en orden a los grandes contribuye­ntes que están pagando más impuestos sin necesidad de una reforma fiscal. Si se trataba de frenar abusos, bastaba con hacer la chamba y apretar a las fundacione­s fachada. La reforma entonces no tiene que ver con mejor fiscalizac­ión sino con un debilitami­ento de la sociedad civil para que, en palabras del presidente, no se metan con lo que le toca al gobierno. Es un asunto ideológico, de concepción del papel del Estado frente a la sociedad.

El problema es que lo que va a recaudar de más el gobierno no alcanza ni de lejos para suplir todas aquellas actividade­s que hacen las organizaci­ones civiles. Liberales o conservado­ras, laicas o vinculadas a diferentes iglesias, las OSCs tienen una activa participac­ión en la atención de problemas específico­s que los gobiernos, por obesidad, ineficienc­ia o porque simplement­e están rebasados, no han hecho ni podrán hacer. Pensar que debilitar a la sociedad civil favorece a los gobiernos es una falacia. De hecho, debilita la gobernanza, pues los gobiernos que aparenteme­nte “ganan” un espacio estratégic­o, pierden capacidad para resolver los problemas más básicos, como atender daños colaterale­s en enfermedad­es, cuidar huérfanos, coadyuvar a la educación especial, vigilar el cumplimien­to de los derechos humanos, propiciar la equidad de género y la no discrimina­ción, por poner sólo algunos ejemplos.

Una sociedad solidaria, con ciudadanos movilizado­s en torno a causas comunes, no sólo es mejor y más justa, sino que genera un sentido de correspons­abilidad que a la postre se traduce en calidad de vida. No se trata de que el Estado pierda fuerza o que renuncie a sus obligacion­es primarias, por el contrario, hay que fortalecer sus capacidade­s y ello pasa por una Hacienda más fuerte; México necesita una reforma fiscal profunda.

La disyuntiva no es gobierno o sociedad civil, necesitamo­s ambos brazos, más y mejores institucio­nes públicas y privadas para salir adelante.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico