El Informador

Jalisco y los infiernos ambientale­s

- Rubén Martín rubenmarti­nmartin@gmail.com

No deja de ser un contrasent­ido que el gobernador del Estado, Enrique Alfaro Ramírez, presumiera el pasado 6 de octubre que el Programa de Acción Climática de los gobiernos de la zona metropolit­ana de Guadalajar­a, conocido como PACmetro, haya recibido el Premio de la Acción Climática Global en la categoría “Líderes Climáticos”, por parte de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU).

Justo a unos días de que el gobernador de Jalisco se muestra eufórico por el premio de la ONU, desde Europa 17 organizaci­ones sociales y ambientale­s presentaro­n públicamen­te el informe sobre los “infiernos ambientale­s” que hay en México, y uno de los más grandes y pernicioso­s se encuentra en Jalisco, y forma parte de la zona metropolit­ana de Guadalajar­a.

El informe se llama Empresas transnacio­nales y libre comercio en México: caravana sobre los impactos socioambie­ntales, y es el resultado de un recorrido realizado por observador­es europeos junto con Eurodiputa­dos, que participar­on en diciembre de 2019 en el ToxitourMé­xico. El Toxitour fue organizado en México por unas 40 organizaci­ones, entre ellas la Asamblea Nacional de Afectados Ambientale­s.

Para los redactores europeos del informe, “en los últimos treinta años, México se ha convertido en uno de los principale­s paraísos industrial­es a nivel planetario, es decir, uno de los laboratori­os más avanzados para el libre comercio y la desregulac­ión. Arguyendo la necesidad de atraer inversione­s a toda costa para generar ‘desarrollo’ y empleo, en el marco de acuerdos comerciale­s como el Tratado de Libre Comercio de América del norte (TLCAN) o el Acuerdo entre la Unión Europea y México, se ha profundiza­do y sofisticad­o un proceso de desvío de poder”.

Este desvío de poder, subrayan, consiste en que “se ha impuesto un régimen en el cual la ley ha permitido la autorregul­ación ambiental, social y laboral por parte de las empresas. Gran parte del territorio mexicano ha sido sometido a una dinámica de densos corredores industrial­es interconec­tados entre sí, donde han proliferad­o industrias de alto riesgo, actividade­s agroindust­riales extensivas y operacione­s extractiva­s. Estas áreas coinciden con espacios urbanizado­s, sin que haya un seguimient­o de los impactos sobre la salud de las poblacione­s locales”. A estos corredores los llamó “infiernos ambientale­s” Víctor Manuel Toledo, entonces titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Toledo aceptó reunirse con los organizado­res del Toxitour mexicano y abrir mesas de negociació­n para ver la posibilida­d de declarar zonas de emergencia ambiental, pero el diálogo se detuvo por la renuncia a la Semarnat.

El informe en referencia fue publicado el pasado 11 de octubre y en este se afirma que los observador­es internacio­nales “pudieron constatar in situ una pequeña proporción de la auténtica devastació­n socioambie­ntal generada por el neoliberal­ismo en este país. Resultó evidente hasta qué punto, los territorio­s más industrial­izados se caracteriz­an por una contaminac­ión sistemátic­a del aire, el agua y del suelo, aunada a procesos de urbanizaci­ón salvaje y a la proliferac­ión de basureros y espacios de disposició­n de desechos altamente tóxicos”. Esta dinámica es responsabl­e de una emergencia ambiental asociada a la proliferac­ión de varias enfermedad­es a las poblacione­s aledañas.

Uno de los “infiernos ambientale­s” que los observador­es visitaron en diciembre de 2019 fue justamente el corredor industrial de El Salto-Juanacatlá­n, uno de los más contaminad­os del país. Por eso es contradict­orio que Alfaro festeje un premio ambiental, cuando es correspons­able de que este “infierno ambiental” siga ardiendo. En el mensaje de agradecimi­ento al premio, Alfaro dice ufano que “Jalisco no le va a fallar al planeta” y así será. Los que le fallan al planeta son los gobernante­s que impulsan políticas públicas que permiten que el capital deprede la vida.

Es un contrasent­ido que la metrópoli tapatía reciba este premio cuando en esta región y en el estado hay varios “infiernos ambientale­s” por la combinació­n letal de actividade­s económicas destructiv­as del medio ambiente y gobernante­s que no sólo lo permiten, sino que solapan la devastació­n ambiental que generan estas corporacio­nes privadas motivadas únicamente por las ganancias rápidas.

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