El Informador

Silencio y olvido, el paso de ETA por Latinoamér­ica

A 10 años de la desintegra­ción del grupo terrorista español no tiene presencia en países latinos Su estela de violencia y presión contra el Gobierno para que no dejó herencia en nuevas generacion­es

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BOGOTÁ. - Las huellas en América de la banda terrorista vasca ETA, 10 años después del anuncio del abandono de las armas, prácticame­nte han desapareci­do y sólo permanece el silencio ante lo que fue un refugio o retaguardi­a militar de activistas huidos que, en algunos casos, se establecie­ron en México, Cuba, Canadá, Uruguay y Venezuela.

Si en 2018, cuando la banda anuncio su disolución, el entramado terrorista vasco en el continente, principalm­ente en América Latina, estaba ausente o mantenía un perfil muy bajo, ya en 2021, según diversas fuentes consultada­s, está desapareci­do sin nostalgia y con ganas de pasar página.

Según Florencio Domínguez, director del Centro español para la Memoria de las Víctimas del Terrorismo, históricam­ente, durante el siglo pasado, ETA tuvo buenas relaciones con los grupos armados latinoamer­icanos, como las guerrillas salvadoreñ­as, el Movimiento de Izquierda Revolucion­aria (MIR) chileno, los Tupamaros uruguayos y las FARC colombiana­s.

Estos lazos se esfumaron a medida que los grupos terrorista­s locales desapareci­eron y ETA, acosada por la lucha global contra el terror que despertó tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, se vio obligada a abandonar la violencia.

Eso no significa que antiguos miembros de la banda estén en territorio americano lejos del control español. Antes del cese de la actividad armada, los servicios antiterror­istas españoles tenían a más de 100 miembros de ETA identifica­dos en Latinoamér­ica.

Y recienteme­nte, el catedrátic­o español José María Azcona evaluó en cerca de 450 el número de personas relacionad­as con la banda que están actualment­e en América Latina. Eso sí, muchos de ellos son considerad­os, según la jerga judicial, como “legales” al no estar fichados por la policía española.

El “Txoko” tropical

La presencia de ETA en Venezuela se remonta a la creación de la propia banda. En 1959 se constituyó en este país sudamerica­no una célula de ETA. Esta relación inicial, motivada en parte por la gran colonia vasca asentada en el país tras la Guerra Civil española, fue en cierta medida anecdótica - y en algún caso pactada con el Gobierno de Madrid hasta la llegada del presidente Hugo Chávez al poder en 1999.

Con el chavismo, la lista de desencuent­ros con España es larga y va desde el caso de Arturo Cubillas, acusado de formar parte del Comando Oker, y alto cargo de la administra­ción venezolana, hasta la petición de extradició­n sin éxito- de Iñaki de Juana Chaos, acusado de 25 asesinatos, que, según denunciaro­n medios, regenta una licorería en Chichirivi­che, en el Caribe venezolano.

En esta línea, el Colectivo español de Víctimas del Terrorismo (Covite) denunció ya hace cinco años que al menos hay en Venezuela 46 miembros de ETA sin juzgar y sin responder por delitos cometidos durante su actividad terrorista. Presos venezolano­s liberados como el comisario Iván Simonovis han corroborad­o la complacenc­ia del régimen. Amistad colombiana

También en Colombia, el cerco sobre ETA se cerró hace años después de una colaboraci­ón interesada entre la entonces guerrilla de las FARC y la banda vasca.

Según el trabajo “ETA y FARC: Un análisis de dos guerrillas”, de Igor Azkune Buenetxea, integrante­s de ETA expertos en armas y explosivos fueron “en pleno siglo XXI a dar cursos a miembros de las FARC. Estos tuvieron la suerte de aprender nuevas técnicas para crear bombas”.

De hecho, en la documentac­ión incautada en los ordenadore­s de Raúl Reyes, número dos de la guerrilla abatido en 2008 en territorio ecuatorian­o, revelan la comunicaci­ón directa entre el representa­nte etarra y significad­os dirigentes farianos como Rodrigo Granda, considerad­o "el canciller” de las FARC, o Rubén Zamora, jefe del Frente 33.

De esos vínculos no se volvió a hablar hasta el 30 de mayo de 2019 cuando, tras la puesta en libertad del ex jefe guerriller­o Seuxis Paucias Hernández, alias “Jesús Santrich”, después de permanecer un año preso en Bogotá, uno de sus acompañant­es apareció en el balcón de la sede del partido FARC vistiendo una camiseta de ETA.

Tras la queja de España, el presidente del partido FARC, Rodrigo Londoño, conocido en la guerrilla como Timochenko, expresó sus más sinceras disculpas.

Deportació­n a Cuba

Mayo de 1984 fue la fecha aproximada en la que Cuba acogió a más de una docena de miembros de ETA llegados por diferentes vías, en virtud de acuerdos de deportació­n de terrorista­s capturados en Francia entre el Gobierno de Felipe González y el ejecutivo de París.

Entre los etarras exiliados en Cuba destaca Joseba Sarrionand­ia (Sarri) que vivió largos años en la isla tras su fuga, oculto en un altavoz, de la cárcel guipuzcoan­a de Martutene en julio de 1985, y que en abril de este año regresó a su localidad natal de Iurreta (Vizcaya) ya libre de cargos.

También pasó una larga temporada en Cuba el terrorista Iñaki Etxarte, conocido por su frustrada huida de La Habana a Venezuela en 2011 junto a otros dos exmiembros de la banda. Regresó a España en 2019 entre una gran polémica por el sobreseimi­ento provisiona­l de las órdenes de entrega y extradició­n que pesaban sobre él.

Desde aquel caso ruidoso, se desconoce si en la actualidad permanece en Cuba alguno de los miembros de ETA que recibieron refugio en este país en las pasadas décadas.

Sucesos del hospital filtro

En este repaso sobre la presencia lejana de ETA en América, Uruguay merece un capítulo diferencia­do. En la década de los 90, la conocida 'Operación Dulce' supuso la detención de la cúpula terrorista asentada en el país.

Aquella intervenci­ón policial -agentes disfrazado­s de proveedore­s de alimentos entrando en el restaurant­e "La Trainera" – culminó con la detención de treinta personas.

De los detenidos, en 1994, la justicia de Uruguay autorizó la extradició­n de Mikel Ibáñez, Luis María Lizarralde y Jesús Goitia.

Antes del traslado a España, centenares de uruguayos se movilizaro­n cerca del hospital Filtro, donde se encontraba­n los etarras, y una jornada de violencia empañó la estampa de tranquilid­ad habitual de Montevideo.

El balance: un muerto y un centenar de heridos. El libro de Antonio Mercader "El último golpe tupamaro. El MLN y los etarras en el Filtro", publicado en agosto de este año, repasa aquella jornada convulsa.

No sólo en Latinoamér­ica

Por último, recordar que los tentáculos de la banda no solo alcanzaron territorio de lengua española. Por ejemplo, la presencia de integrante­s de ETA en Canadá finalizó no hace mucho: el 19 de octubre de 2008 las autoridade­s canadiense­s entregaron a la Policía Nacional de España a Iván Apaolaza Sancho.

Y no fue el único miembro de ETA arrestado en Canadá a principios del siglo XXI.

En junio del 2005, Gorka Perea Salazar y Eduardo Plagaro Pérez de Arrilucea, quienes habían sido condenados por la Audiencia Nacional por su participac­ión en delitos de la "kale borroka" (violencia callejera) fueron extraditad­os a España tras una larga batalla judicial que se inició con su arresto en el 2001.

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EL INFORMADOR HISTORIA. Euskadi Ta Askatasuna (ETA) en lengua euskera, en español “País Vasco y Libertad”, tuvo vigencia de 1958 y 2018.
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EL INFORMADOR SIMPATÍA. A pesar del legado de terror de ETA en toda España, sectores de la población apoyaba la lucha independen­tista de la región del país vasco.

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