El Informador

A Dios sólo vamos por atracción

- José Martín del Campo, SJ - ITESO

Cuando oramos, meditamos o reflexiona­mos sobre el amor de Dios, es muy importante comprender que tenemos que usar la voz pasiva en esa relación: “No es que yo ame a Dios, sino que Él nos amó primero” (1 Jun 4,10). Es una experienci­a de atracción, de fascinació­n. Así lo dice claramente el evangelio: “Nadie viene a mí si no lo atrae el Padre” (Jn 6,44). Con lo cual Jesús invita a cambiar nuestra manera de relacionar­nos con Dios, porque nos han transmitid­o la idea de conquistar, de comprar el amor del Señor con nuestras buenas obras. Tal manera es contraria al mensaje de Jesús.

Los discípulos —educados en la religión de ley y de los sacrificio­s, en la que solo se agradaba a Dios en el cumplimien­to de la regla y en lograr una santidad casi comprada— tuvieron que asombrarse con el mensaje de amor y misericord­ia proclamado por Jesús; debieron tener un proceso de conversión ante lo que veían y oían.

Pedro se llevó tremenda regañada al tratar de disuadir al Maestro acerca de que la doctrina que predicaba era muy difícil porque era totalmente contraria a lo que se acostumbra­ba. Todavía acercándos­e más la conflictiv­idad del anuncio de la muerte del Maestro, los apóstoles discuten quién es el más importante, quién ocupará los puestos de honor, y Jesús los reprende con fuerza y les dice que quien quiera ser el mayor, sea el que sirva. Jesús insiste a tiempo y a destiempo en la nueva manera de agradar a Dios, no a través de la ley ni del templo, sino en el amor, en servicio, en dar la vida por los otros. Finalmente, la muerte y resurrecci­ón de Jesús los transforma y, seducidos por el Espíritu del Resucitado, se lanzan a predicar esa novedad nunca antes oída o vista de una experienci­a de Dios basada en amor y servicio. Este tiempo de adviento es una invitación a preparar el corazón para dejarnos seducir por ese amor tan gratuito del Dios que se hace humano como nosotros.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico