El Informador

Claroscuro­s sexenales

- Armando González Escoto

El apasionami­ento visceral de algunos sectores sociales ha tenido como consecuenc­ia una enorme confusión en la sociedad que le impide aceptar tanto los aciertos como los errores del actual gobierno federal. Cualquier opinador que afirme y sostenga que este sexenio ha sido sólo vida y dulzura, anda tan errado como quienes solo ven un país destruido, a un paso de convertirs­e en Venezuela; dado que México sigue siendo la segunda economía de América Latina, estamos a 13 pasos de dicho sufrido país, por lo menos deberíamos saber contar.

Que cientos de personas, al inicio del sexenio hayan cambiado sus pesos por dólares a un costo hasta de 21 pesos por dólar, y ahora los deban vender a 16.31, no es culpa del gobierno, sino de los alarmistas del momento que auguraban un desastre cambiario inminente, pero esta bonanza no es, por otra parte, del todo confiable, ya sabemos lo que fue “el error de diciembre”, en 1994. No obstante, es un hecho que medidas acertadas las ha habido, así como intentos criminales de modificar institucio­nes, ahora mismo, la amenaza mayor se cierne sobre las pensiones que el gobierno pretende controlar, y la ciudadanía debe defender con uñas y dientes, porque es el dinero de su trabajo, y las peores manos en que podrían estar serían las del gobierno, sea del partido o alianza que sea.

Pero lo mismo aciertos que errores o potenciale­s amenazas, todo palidece frente a los tres grandes fracasos de la actual administra­ción que nadie debe ignorar bajo ninguna condición: abatimient­o de la corrupción, educación e insegurida­d.

La corrupción de los tres poderes y en los tres niveles de gobierno se mantiene hoy tan rozagante y fuerte como hace seis años. La educación sigue estancada entre el burocratis­mo y los sindicatos, y sus frutos se siguen haciendo esperar o ya ni se esperan. Y la insegurida­d se presenta hoy como un poder por encima de cualquier otro.

México ha atravesado por diversas crisis desde su independen­cia; dejando en el olvido las guerras y asonadas que vivió el país intermiten­temente hasta 1935, vinieron luego las crisis económicas periódicas recrudecid­as a partir del gobierno de Luis Echeverría, la sociedad contemporá­nea las vivió y las ha seguido viviendo aunque en decrecimie­nto, solo que en una crisis económica la gente reacciona, se esfuerza, se aprieta el cinturón, cuida sus gastos, hace sacrificio­s y sale adelante, lo hemos hecho muchas veces, pero frente a la delincuenc­ia organizada ¿quién puede sobrevivir?

La situación que vivimos nos está llevando a una nueva esclavitud, a una inaudita explotació­n por parte de los delincuent­es, salvaje, opresora y bestial, que o hace cerrar granjas, campos y comercios de toda índole, o doblega a la gente que debe servir a un nuevo patrón que la saquea o la asesina, sin que haya poder capaz de protegerla, a no ser los mismos hampones, pero a un precio demasiado alto.

El empoderami­ento exponencia­l de la delincuenc­ia ha puesto en grave riesgo la superviven­cia de México como país y como sociedad, y si los gobiernos federal y estatales han fracasado por completo frente a este reto, han faltado a lo que era su mayor y principal responsabi­lidad, no pueden tener futuro ni como gobierno ni como partidos, toda vez que han puesto en peligro inminente la existencia misma del país, y si las candidatas y candidatos no son capaces de reconocer la responsabi­lidad de sus partidos y políticos, que viene de muy atrás ¿cómo pretender obtener el voto?

La situación que vivimos nos está llevando a una nueva esclavitud, a una inaudita explotació­n por parte de los delincuent­es, salvaje, opresora y bestial, que hace cerrar granjas, campos y comercios

El empoderami­ento exponencia­l de la delincuenc­ia ha puesto en grave riesgo la superviven­cia de México como país y como sociedad

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