Una travesía por San Sebastián
LA CIUDAD ESPAÑOLA BRINDA UNA EXPERIENCIA IRREPETIBLE EN CADA UNO DE LOS RINCONES QUE REVELA ANTE EL VIAJERO
Las olas rompen con un sonido casi musical en la Bahía de la Concha, la principal de San Sebastián. Durante el verano y enmarcada por un cielo de intenso color azul, esta playa y esta ciudad del Cantábrico se convierten en el sueño de todo viajero.
Enclavada en el País Vasco, al Norte de España y ya muy cerca de la frontera con Francia, San Sebastián (o Donostia, en el idioma euskera), es una de las metrópolis más encantadoras de la Europa Occidental. Dueña de una larga historia, cuna de magníficos chefs, deportistas, poetas y aventureros.
La calidez de su gente es la primera razón para visitarla, pero hay muchas más. Su historia, fascinante y sinuosa, combina su faceta como motor económico de España, lugar de veraneo para la realeza e incluso su resurrección, luego de haber sido destruida casi por completo durante la guerra de independencia de ese país, a principio de siglo XIX.
Aunque está de cara al mar, San Sebastián también cuenta en su geografía con algunas montañas (Urdaburu, Igueldo y Urgull) que terminan por cincelar la belleza natural que posee. ¿Qué te parece si tomamos el pasaporte, preparamos la mochila y nos lanzamos a la aventura?
Aventura acuática
Es verdad que muchas veces al pensar en playas españolas, las que vienen a nuestra mente se encuentran en el Mediterráneo, pero las de San Sebastián ya eran famosas desde hace cientos de años y se mantienen como las preferidas. En la arena para el descanso en el mar para la adrenalina.
Sus olas son las preferidas por los surfistas que buscan surcar las aguas, así como aquellos que gustan de practicar un poco con el kayak o el nado. Las playas de La Zurriola, Ondarreta y La Concha son las más buscadas por los bañistas y quienes buscan un buen bronceado en verano o nada más relajarse en invierno. Por efectos de las mareas, estas pueden crecer o disminuir en su profundidad, lo que hace que cada visita sea una experiencia única.
En las cercanías de las playas hay una rica arquitectura, mucha de ella heredada de mediados y finales del siglo XIX. Destaca en particular el Palacio de Miramar, de estilo inglés y levantado en 1839. Sirvió como residencia de verano para la reina María Cristina entre 1893 y 1928, cuya presencia atrajo a su vez a otros miembros de la realeza y magnates, que embellecieron la urbe.
Junto a la playa de Ondarreta podemos seguir el paseo de la bahía. Al final encontramos el “Peine del Viento”, una obra del artista Eduardo Chillida y una de las postales más buscadas por los viajeros en su viaje a este rincón de España.
Camino al corazón
San Sebastián tiene ese lado marítimo sin renunciar a su encanto como ciudad. Su casco histórico invita a ser recorrido con calma, dejando que nuestros ojos se llenen con la belleza de sus edificaciones.
Entre las más destacadas están la Basílica de Santa María del Coro (barroco) y la Catedral del Buen Pastor (neogótico), ambas visibles desde la Bahía de la Concha y magníficos ejemplos de la riqueza arquitectónica de España en el Siglo XIX.
La metrópoli alguna vez tuvo murallas, derribadas en 1863 ante su imparable crecimiento. Las construcciones que estaban en su interior constituyen la Parte Vieja de San Sebastián, donde encontramos por las noches un animado ambiente de cafés, bares y restaurantes. Aquí se encuentra la Plaza de la Constitución y un poco más al Norte el Castillo de la Mota en el Monte Urgull, del que se desprenden diversos miradores que regalan magníficas vistas tanto a la ciudad como a la inmensidad del Cantábrico.
Conforme el día termina, vale la pena recorrer una vez más la bahía, caminar lo más despacio y tratar de alargar cada segundo. Llegar a un barecito y pedir una copa del vino mientras por la ventana observamos como el manto estelar adquiere los colores nocturnos. Es momento de despedir a San Sebastián y agradecer por este y cada viajes que se quedó en el corazón.