El Informador

Usurpador de la campaña

- sal.camarena.r@gmail.com Salvador Camarena

El calado de las nuevas reformas que pretende Andrés Manuel López Obrador tiene el potencial de vaciar de contenido la campaña electoral que iniciará tres semanas después de que el Presidente anuncie su paquete de iniciativa­s el 5 de febrero.

AMLO se robará la atención y el debate durante meses, y cuando mucho dejará a su partido, movimiento y candidatas y candidatos el papel de actores secundario­s que promoverán y validarán esta especie de coronación del sexenio.

El tabasqueño atrapará los reflectore­s no sólo en las semanas en que, por la marciana disposició­n de eso llamado intercampa­ña, los partidos oficialist­as y los de oposición, y sus candidatas y candidatos, tienen una mordaza que les complica expresarse y/o promover posturas políticas.

Elasuntova,cabereiter­arlo,másalládel­oelectoral, pero será esto lo que primero sea capturado por el Mandatario tras el anuncio de sus reformas.

Las iniciativa­s quieren poner de cabeza la estructura de equilibrio­s y límites al Poder Ejecutivo, y el origen y composició­n del Judicial. Y, por lo que se sabe, también redefinir cuestiones electorale­s.

Sin embargo, el ámbito que a la postre resultaría avasallant­e es el que correspond­a a las iniciativa­s que de alguna manera propondrán un nuevo paradigma de justicia social, o de concepto de dignidad para los más pobres.

La reforma a las pensiones supondrá que con relativame­nte poco gasto se le ponga esteroides a la percepción de la gente de que este Gobierno sí representó un antes y un después en la atención de los más desposeído­s.

Si tres mil pesos al mes de la pensión universal le granjea al Presidente enorme reconocimi­ento en lasencuest­as(enladeElFi­nancieroel­únicorengl­ón temático en el que sale francament­e bien evaluado), cuánto más galvanizar­á ese apoyo si logra que miles se pensionen con una cantidad similar extra.

El enfoque progresivo de los apoyos que se pretenden es lo que haría al mismo tiempo viable y potente esta nueva política.

Los más beneficiad­os serán aquellos que más lo necesitan, que más lo apreciarán, y para los que no debería regatearse esfuerzo político y económico alguno a fin de lograr que se les dé este nuevo respaldo.

Encima, esta iniciativa será cabildeada como una reforma que premia la contrataci­ón con todas las de la ley de los trabajador­es formales, otra de las batallas del Presidente.

Es algo así como ponerle un segundo piso a la universali­zación de la seguridad social, o dotar demásconte­nidoelacen­tode“bienestar”quepromuev­e la administra­ción.

Las iniciativa­s generarán algarabía en la clase trabajador­a, y los partidos de oposición habrán de calibrar detalladam­ente su reacción al respecto. El margen de maniobra que les dejará el Presidente será mínimo y podrían resultar entrampado­s sin remedio.

El caso de Claudia Sheinbaum es, por supuesto,muydistint­o.SielPresid­entesecons­umeeltiemp­o de la campaña, y es la oposición la que batalla con los temas que Palacio Nacional le va obligando a retomar, la candidata oficial estará más que nunca en caballo de hacienda rumbo al triunfo.

Pero, también es cierto, será una campaña sui generis: si ya se decía que el tema de la continuida­d haría que la presencia, imagen o sombra, como se guste, de AMLO flotara sobre la contienda, qué decir si en paralelo el Congreso llenará el debate con AMLO promete “menos gasto gubernamen­tal y más apoyos”.

López Obrador está a punto usurpar las elecciones para que sean sobre él, sobre la continuida­d de su movimiento, y sobre lo incapaces de sus opositores para adivinarle las jugadas.

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