El Informador

Desapareci­dos: administra­r la crisis

- rubenmarti­nmartin@gmail.com Rubén Martín

Los gobiernos federal y estatal que encabezan, respectiva­mente, Andrés Manuel López Obrador y Enrique Alfaro Ramírez, están terminando sus sexenios de la peor manera en cuanto a enfrentar la crisis de desaparici­ón de personas en el país y en el Estado. En lugar de reconocer la magnitud y severidad de esta crisis y de diseñar estrategia­s y políticas adecuadas y eficaces para enfrentar el desafío, se han dedicado a administra­r el problema, a minimizarl­o o incluso tratar de borrarlo con una maniobra que consiste en desaparece­r a los desapareci­dos, según han denunciado los colectivos de familiares que buscan a sus hijos ausentes.

Los ejemplos de estas prácticas de administra­r la crisis por desaparici­ones abundan a escala estatal y nacional. El lunes pasado, el Comité Universita­rio de Análisis en materia de Desaparici­ón de Personas de la Universida­d de Guadalajar­a presentó un documento titulado “Anomalías en el conteo de personas desapareci­das y no localizada­s en Jalisco”, en el que revisan las cifras históricas (desde 2019) que presenta el Sistema Estatal Sobre Víctimas de Desaparici­ón (Sisovid). De acuerdo a estas cifras, al 31 de enero de 2023, había en Jalisco 29,704 personas reportadas como desapareci­das, de las cuales se han localizado a 15,245 y permanecen desapareci­das 14,459. Del total, 8,706 personas que siguen sin ser localizada­s habrían desapareci­do en cinco años del Gobierno que encabeza Enrique Alfaro.

Al revisar las cifras en detalles, el comité universita­rio detectó al menos cuatro anomalías en las cifras del Sisovid. En conjunto, señalan, se tiene un sitio oficial que es una “fuente de simulación e incertidum­bre estadístic­a sobre lo que ocurre realmente en Jalisco” en materia de desaparici­ón. Con los datos ofrecidos en el Sisovid, de hecho el Gobierno de Jalisco manipula las cifras de la crisis por desapareci­dos, dijo en entrevista el doctor Jorge Ramírez, del comité universita­rio.

El gobernador Enrique Alfaro respondió ayer que su Gobierno no maquilla ni manipula las cifras. Sin embargo, con los datos oficiales no se tienen cifras confiables de cuantos desapareci­dos existen actualment­e en Jalisco, pero hay indicios de que las cifras se fueron ajustando a la baja, si se tienen en cuenta las primeras cifras presentada­s al comienzo de la administra­ción y la alimentaci­ón regular de casos que las autoridade­s del Estado realizaban ante el Registro Nacional de Personas Desapareci­das y no Localizada­s (Rnpdnl), que llegó a reportar más de 16 mil personas desapareci­das, hasta marzo de 2022 cuando de un plumazo se rasuraron más de 1,300 casos. Desde entonces, hace casi dos años, la cifra se ha estancado en menos de 15 mil desapareci­dos, cuando mensualmen­te la Comisión Estatal de Búsqueda reporta más de 100 casos. Todo indica que se maquillan y manipulan las cifras para administra­r esta crisis.

A escala federal está ocurriendo lo mismo con Estrategia Nacional de Búsqueda Generaliza­da, llamada “censo” por el Presidente López Obrador, que rasuró a más de 16 mil desapareci­dos del Rnpdnl. Una prueba sólida de la tremenda inconsiste­ncia de este “censo” fue presentada en el reportaje “Tiene censo de AMLO otros datos… equivocado­s” de Quinto Elemento Lab (https://cutt.ly/OwLRcs9l), donde se identificó a 269 personas que siguen reportadas como desapareci­das por sus familiares y que sin embargo en la consulta de los resultados de la Estrategia Nacional de Búsqueda parecen etiquetada­s como bajo las categorías de “Personas ubicadas”/”Con indicios”, “Se requiere informació­n de identidad” y “Con identidad sin datos adicionale­s”/“Se busca reportante”. Un caso emblemátic­o es el defensor del territorio comunitari­o de Aquila, Michoacán, Antonio Díaz Valencia, que se encuentra registrado como “persona ubicada” en el censo y sin embargo su familia no sabe de su paradero desde el 15 de enero de 2023, cuando fue visto por última vez con el abogado de la comunidad Ricardo Lagunes Gasca.

Podría pensarse que se trata de errores que deben ser corregidos, pero la suma de acciones que se llevan a cabo desde el Gobierno federal y estatal hablan más bien de una estrategia deliberada para encubrir las cifras reales de personas reportadas como ausentes, y de este modo administra­r una crisis por desaparici­ón de personas que ya no quieren resolver, sólo patearla hacia delante para que otra administra­ción se haga cargo de ella. Esta estrategia de administra­r la crisis por desaparici­ón es un duro golpe para miles de familias que dieron un voto de confianza al inicio de estos gobiernos, confianza que ahora ha sido traicionad­a.

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