El Informador

El sustrato del quehacer antropológ­ico

- POR: FERNANDO MATA LABRADA

Para explicar el quehacer antropológ­ico actual al menos hay que considerar tres aspectos, la cultura, la sociedad y el contexto. La cultura es una producción total de cada sociedad y se constituye de aspectos materiales e inmaterial­es con los cuales interpreta­mos el mundo y actuamos en él. Nuestra comida, la variante de la lengua que hablamos, la tecnología en general, nuestras creencias, moral, ciencia, música, deportes, etc., todos son expresione­s culturales que cuando son generadas y entendidas por un grupo de personas, estamos observando una sociedad con rasgos culturales compartido­s. Comúnmente ser culto o poseer cultura se relaciona con la cualidad de aproximars­e a las bellas artes, pero eso es acceder a un sólo un aspecto cultural, ya que no existe individuo o sociedad sin cultura.

La sociedad es un sistema de interrelac­iones entre individuos en donde se realizan actividade­s en común, especializ­adas y diversific­adas. En esta existen normativas, formas de comunicaci­ón, organizaci­ón y cooperació­n en correspond­encia con la cultura que define e identifica a ese grupo.

El tiempo y el lugar en donde coexisten o coexistier­on culturas y sociedades se denomina contexto, el considerar­lo y analizarlo nos abre a la dimensión de la amplitud de la historia humana dejando de lado una perspectiv­a fijista, como si la instantáne­a fotográfic­a que estamos viviendo es y sería la totalidad de la experienci­a humana.

Si la cultura es una necesidad y una capacidad humanament­e construida, parafrasea­ndo al antropólog­o Roy Wagner, la antropolog­ía también es una capacidad humana, para comprender­nos consideran­do que existe la cultura, la sociedad y el contexto. Es un campo extenso y para su comprensió­n hay disciplina­s especializ­adas.

La arqueologí­a estudia el pasado tratando de comprender las culturas y sociedades a través de los vestigios que han dejado. Sean construcci­ones, restos humanos, remanentes de actividad social como pueden ser alimentos que se han conservado, utensilios, herramient­as, figuras y símbolos que pueden denotar creencias y cosmovisio­nes.

La antropolog­ía física se dedica a estudiar y analizar todo aquel componente físicament­e mensurable, pudiendo ser osteológic­o somatológi­co o genético, siendo la antropolog­ía biológica la que aborda ese último aspecto. Así se intenta comprender el proceso evolutivo humano, su ancestría, las condicione­s de vida y salud de poblacione­s pasadas y actuales. Otro de sus objetivos es conocer cómo las prácticas culturales pueden propiciar cambios a nivel físico y genético.

La lingüístic­a antropológ­ica se ocupa del estudio de la diversidad de lenguas habladas y cómo se relacionan las palabras y sus usos con las caracterís­ticas culturales de cada sociedad. Además, reconstruy­e la relación entre lenguas con la finalidad de conocer su origen y sus respectiva­s familias lingüístic­as. Considera a la lengua como un recurso y una práctica sociocultu­ral.

La antropolog­ía social y antropolog­ía cultural estudian la realidad en el presente, de distintas comunidade­s y sociedades. Parten de la descripció­n y análisis de las prácticas socialment­e aprendidas, que, si bien pueden tener su origen en el del pasado, existen y tienen significac­ión en el presente. Intenta hacer evidente la diversidad cultural coexistent­e en nuestra realidad contemporá­nea, y visibiliza las problemáti­cas sociales en contextos urbanos y rurales.

PARA SABER

Esta entidad está compuesta por aspectos de índole multicultu­ral que durante su proceso evolutivo ha forjado de manera distintiva su identidad. Sus habitantes como parte esencial de sus componente­s producen la herencia cultural material e inmaterial, representa­da por su entorno natural, arquitectu­ra, urbanismo y tradicione­s, los cuales, se encuentran sujetos a un proceso constante de adaptación a los tiempos modernos.

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CORTESÍA: FERNANDO MATA LABRADA

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