El Informador

Jal-Mich: problema narco-limítrofe

- jbarrera4r@gmail.com Jaime Barrera

El nuevo caso de desplazami­ento de población por la violencia causada por los grupos del crimen organizado registrado en Santa María del Oro en la tercera semana de enero, agravado por haber sido forzado, nos hizo voltear la mirada nuevamente a lo que sucede en esta zona limítrofe con Michoacán en la zona sureste de la Entidad.

Si había una enorme preocupaci­ón por lo que ocurre en la región Altos Norte desde hace al menos una década por la guerra entre el cártel Nueva Generación y del cártel de Sinaloa; por la tensión constante en la zona de la Ciénega por las agresiones a elementos de la Guardia Nacional, especialme­nte en el municipio de Ocotlán; o por las peticiones de ayuda de las mujeres wixárikas al CNG para que cambie de “encargado” por los abusos que comete en la Zona Norte, ahora se abre otra vez este frente de insegurida­d y violencia en los límites con Michoacán.

Y digo otra vez, porque los focos rojos por la presencia de grupos de la delincuenc­ia organizada se habían presentado en esta región ya desde que en la elección del 2018, asesinaron a Juan Carlos Andrade Magaña, alcalde emecista con licencia de Jilotlán de los Dolores, que buscaba la reelección en ese municipio vecino de Santa María del Oro.

Tres años más tarde, en el pasado proceso electoral del 2021, la injerencia del narco volvió a aparecer cuando de los 13 partidos políticos participan­tes al final sólo quedó el de Morena, José Manuel Cárdenas, ya que el resto no entraron o dejaron la contienda por las amenazas del crimen organizado. La elección se anuló y las autoridade­s nunca pudieron organizar los comicios extraordin­arios por falta de condicione­s de seguridad.

Además de Santa María del Oro y Jilotlán de los Dolores, en la colindanci­a con la zona más violenta de Michoacán al sureste del Estado, está también Mazamitla, Quitupan, Tecalitlán y Pihuamo.

En cada uno de estos municipios hay episodios recientes de violencia provocada por células rivales del crimen organizado que operan y afectan por igual a los municipios michoacano­s vecinos, en donde destaca Tepalcatep­ec, cuna del cártel de los Caballeros Templarios.

Tanto en Jalisco como en Michoacán, quienes han terminado enfrentand­o a estos grupos que tienen asolada esta zona del país son las fuerzas armadas y la Guardia Nacional, que reclaman mayor respuesta y acciones de las respectiva­s policías estatales, en apoyo de las debilitada­s y prácticame­nte inexistent­es policías municipale­s de la región.

Así, pues, el problema de insegurida­d en esta zona limítrofe con Michoacán, lejos de haberse atendido, se ha agravado convirtién­dose en una zona de alto riesgo de cara al proceso electoral en marcha, como ya pasó desde hace dos procesos comiciales.

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