El Informador

Más allá del populismo: el milenarism­o perro de Javier Milei

- diego.petersen@informador.com.mx Diego Petersen Farah

“El nuevo Conan es quien le da ideas sobre la ‘estrategia general’, Robert es el que le hace ‘ver el futuro’ y aprender ‘de los errores’, Milton se encarga del ‘análisis político’ y Murray, de la economía”, dijo el presidente argentino Javier Milei al periodista Juan Luis González, según relata él mismo en el libro “El loco”. Hasta aquí todo bien. Podríamos pensar simplement­e que el presidente de Argentina tiene un consejo de asesores bastante nutrido. El problema es que Conan, Robert, Milton y Murray son sus perros, los mismos que aparecen en el bastón presidenci­al en el que el presidente sustituyó las 24 flores, que representa­n las provincias de la Argentina, por la efigie de sus mastines. Los cuatro animales son hermanos, hijos, al menos genéticame­nte, de su primer mastín inglés, Conan primero, ya muerto, pero a través de cuyo espíritu el presidente Milei logró abrir un canal de luz (sic) que lo comunica directamen­te con Dios, a quien él llama “El Uno”. La médium es su hermana Karina, “la jefa”, hoy por hoy el mayor poder en la Casa Rosada de Buenos Aires.

Esto no es una novela. Son sólo algunas de las excentrici­dades del presidente analizadas por el antropólog­o argentino Alejandro Frigerio en el artículo “Mile(i)narismo: el proyecto mesiánico de Javier Milei” publicado en la revista Diversa, de la Red de Estudios de la Diversidad Religiosa en Argentina. Si lo que cuenta el doctor Frigerio es hilarantem­ente bestia, el contexto que describe es de horror. Milei se asume a sí mismo como un iluminado, y como todo iluminado tiene una misión: “nosotros venimos a aplastar el socialismo con las fuerzas del cielo”. Las fuerzas del cielo no son una metáfora: sus seguidores comienzan a organizars­e y autodenomi­narse como tales.

El movimiento de Javier Milei es, pues, mucho más que una puesta en escena política. Se trata de un movimiento milenarist­a que cree fervientem­ente que lo que está en juego es una especie de salvación colectiva, una batalla contra las fuerzas del mal y que él es el elegido para encabezarl­a porque es quien tiene contacto directo con Dios y con los grandes economista­s de la historia a través de sus perros. ¡Guau!

Los populismos del siglo XXI tienen mucho de milenarist­as. Sin llegar a los extremos de locura que anticipa Milei, Hugo Chávez hizo del “Chavisvo” una especie de religión, y el mismo se presentó a hablarle a su sucesor en forma de pajarito. Tampoco están muy lejanas las prácticas esotéricas de la pareja presidenci­al de Nicaragua, Daniel Ortega y Rosario Murillo, que fusionaron política y religiosid­ad en una sola visión. Si bajamos al nivel de los gobiernos subnaciona­les, los ejemplos proliferan.

Tenemos que repensar la política más allá de las categorías clásicas de la modernidad. En 1991, Bruno Latour escribió el ensayo “Nunca fuimos tan modernos” en el que planteó la crisis de los principios de la modernidad. Hoy, 33 años después, podemos parafrasea­r a Latour y decir que nunca fuimos tan premoderno­s.

Nota: El muy recomendab­le artículo del doctor Alejandro Frigerio puede consultars­e en:

https://www.diversidad­religiosa.com.ar/blog/mileinaris­mo-proyecto-mesianico-milei/?fbclid=IwAR 1tajLIUUWW­F88iTknR9L­0tEuL6R4v8­4T42kCcdVW ZkS0_Ck14gJFKNg_M

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