El Informador

Davos 2024

- @DelToroIsm­ael_ Ismael del Toro Castro

Fundado en 1971, el Foro Económico con sede en la ciudad de Davos, Suiza, terminó su edición 54 con una agenda marcada por los conflictos internacio­nales. Antes de abordar los pormenores de los discursos y participac­iones de los jefes de Gobierno de las principale­s economías del mundo, quiero retomar el motivo que reúne a las élites mundiales en una localidad de menos de 15 mil habitantes. El Foro, creado por Klaus Schwab, buscaba en sus inicios propiciar un espacio donde los empresario­s europeos pudieran aprender las perspectiv­as y técnicas de gestión de las compañías estadounid­enses, a la fecha se ha convertido en un magno evento anual, en el que los líderes mundiales debaten y visualizan los escenarios y desafíos internacio­nales con aras a plantear ejes de acción para las agendas corporativ­as, gubernamen­tales, medioambie­ntales y sociales. Todo ello, este 2024, en el marco de una economía hiper globalizad­a que tiene como nueva invitada a la Inteligenc­ia Artificial.

En la actualidad, en el Foro participan actores que rebasan la línea que divide el sector público y el privado, entre estas, organizaci­ones internacio­nales, representa­ntes culturales y activistas de diferentes rubros. Por la naturaleza del evento, las plataforma­s mediáticas que significan sus actividade­s son usadas por los mandatario­s de diferentes países para plantear sus ideas o proyectos ante la comunidad internacio­nal, al tiempo que las organizaci­ones exponen en este marco los resultados de sus evaluacion­es sobre desarrollo social y progreso económico.

La Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo bajó recienteme­nte el pronóstico de crecimient­o de empleo de 1.5% a 1% y prevé que los trabajador­es estén cada vez más orillados a aceptar trabajos de peor calidad en términos de salario y prestacion­es. La previsión de crecimient­o económico global del Fondo Monetario Internacio­nal concluyó una baja de 3.7% en 2022 a 2.7% en 2023. Y estimacion­es de Oxfam revelaron que, entre 2020 y 2023, el 1% de la población más rica del planeta acumuló dos tercios de la riqueza mundial.

Bajo el panorama de evidente tensión y estrés económico por la incertidum­bre de que los anteriores indicadore­s pudieran empeorar para el Foro de 2025, no parece que sea una preocupaci­ón de las potencias dar con puntos de encuentro y buscar soluciones en conjunto, ello se puede deducir si consideram­os que 17 presidente­s de las economías más grandes del mundo no se presentaro­n en el evento. Esta cuestión puso el foco de atención en los mensajes de aquellos que sí asistieron y dieron sus discursos en Suiza.

Para el propósito de esta columna y por la pertinenci­a de hablar de Latinoamér­ica, destaco las participac­iones de Gustavo Petro y Javier Milei, presidente­s de Colombia y Argentina, respectiva­mente.

El disruptivo presidente argentino puso al socialismo en la mira de sus palabras, aprovechó la plataforma del Foro para declarar que los valores colectivis­tas ponen en jaque a Occidente, condenan a la gente a la pobreza y señaló que la única solución es la ultra libertad económica de mercado y el rechazo absoluto a la “agenda sangrienta del aborto”. Sus palabras.

El discurso del presidente Gustavo Petro partió de la experienci­a colombiana para argumentar una posible relación causal sobre la desigualda­d social y la violencia que caracteriz­a al Sur Latinoamer­icano. En resumidas cuentas desde su perspectiv­a: las regiones que fueron esclavista­s (Litoral Pacífico) son las más excluidas históricam­ente por los presidente­s blancos, estos territorio­s se han vuelto caldo de cultivo para la economía informal, lo que se ha combinado con una fallida política de combate a las drogas, resultando en un millón de asesinatos y una producción industrial de cocaína a lo largo del continente en medio de un conflicto de seguridad que combina pandillas, criminales y poder político.

Esta dicotomía en los discursos se dio mientras las naciones europeas y asiáticas discutían las afectacion­es económicas de las guerras libradas por Israel, Hamás, Rusia y Ucrania y de cómo la intensidad de los apoyos a sus aliados dependía directa e indirectam­ente de las repercusio­nes comerciale­s, de transporte de mercancías y, por supuesto, de la efervescen­cia de la política interior. Como ejemplo de esto último se puede citar cómo los republican­os de Estados Unidos condiciona­ron los apoyos a Ucrania sólo si se refuerza la seguridad fronteriza en detrimento de los migrantes, resaltando que la migración era un problema que se tenía que tomar en cuenta en las negociacio­nes que se dieron en Davos.

Me parece que de acuerdo con la breve muestra de informació­n que hasta ahora he planteado, considero acertado que el lema de esta edición del Foro Económico fuera “Reconstrui­r la Confianza”, y en atención a ello, resulta inaceptabl­e que los estadistas más importante­s no se tomaran la molestia de asistir, algo que no es sorprenden­te si volteamos a ver, en México, hacia Palacio Nacional. En medio de un panorama de incertidum­bre y desafíos económicos, el Foro de Davos ha destacado este año la importanci­a de reconstrui­r la confianza entre naciones y sectores. Sin embargo, la ausencia de los líderes para impulsar esta agenda subraya la necesidad de un compromiso renovado con la cooperació­n global, cooperació­n que se debe dar en una lógica de superación de los conflictos favorecien­do la integració­n.

La descarboni­zación de las economías y las implicacio­nes de la incorporac­ión de la Inteligenc­ia Artificial a la vida humana son temas que tuvieron una fuerte presencia en la edición de 2024 del Foro, con tal relevancia que merecen una columna por sí solos.

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