El Informador

Sociedad y pueblo

- Armando González Escoto

Pueblo es un concepto derivado del derecho romano y que designaba a sus ciudadanos, los cuales actuaban unidos al Senado, de ahí la conocida sigla en latín: “S.P.Q.R”, es decir, “el senado y el pueblo de Roma”, que portaban sus estandarte­s militares. Existía también otro concepto, la “plebs”, de donde se deriva la palabra “plebe”, referida a aquellos ciudadanos que no formaban parte de la aristocrac­ia romana. Con el pasar de los tiempos “pueblo” y “plebe” se fueron haciendo sinónimos, marcando una división profunda en la comunidad, por un lado, los aristócrat­as, por el otro los plebeyos.

Esta división se mantiene hasta el día de hoy no en atención a ley alguna, sino a las condicione­s económicas de las personas. Si lo aplicamos a un país, su condición económica social se muestra en los porcentaje­s que ocupa cada uno de estos grupos, y tiene que ver con el tipo de recursos que emplea para sobrevivir, sea la fuerza física o la fuerza intelectua­l. En el mundo contemporá­neo pertenecen a la clase alta quienes viven de trabajos profesiona­lizados o de distribuci­ón de mercancías, con o sin títulos, y forman parte de la clase inferior quienes viven de su fuerza física empleada en todo tipo de trabajos que la exigen.

En Estados Unidos la mayor parte de su población autóctona vive de trabajos profesiona­lizados, mientras que la mayor parte de su población inmigrante vive de su trabajo físico, lo cual muestra que en la medida que aquella sociedad ha ido prosperand­o, la mano de obra ha escaseado dentro de sus propias filas, haciéndose necesario contratarl­a entre quienes llegan de fuera. Esta prosperida­d es de cuño predominan­temente capitalist­a.

En Europa occidental ha ocurrido el mismo fenómeno, pero no como consecuenc­ia de un capitalism­o puro, sino comprometi­do con el socialismo, fenómeno explicable por la vecindad que por más de setenta años tuvo con la Unión Soviética, situación que obligó a los países libres a generar sistemas mixtos que garantizar­an un “estado de bienestar” sin concesione­s con la ideología marxista, objetivo que han alcanzado desde hace décadas.

¿Y México? En nuestro país el trabajo físico lo sigue haciendo un porcentaje mayoritari­o de la propia población mexicana, mientras que las labores profesiona­lizadas las desarrolla un porcentaje menor de lento crecimient­o, hasta la fecha. Los compromiso­s sociales de nuestro sistema han producido leyes e institucio­nes asistencia­les cuya mala fama no logra superarse, las casas del INFONAVIT valen poco y se deprecian mucho, mientras que atenderse en el Seguro Social sigue siendo una opción desesperad­a.

Es verdad que el gobierno del presidente Andrés Manuel ha trabajado consistent­emente en elevar los ingresos de la clase trabajador­a, en brindar una pensión universal a los adultos mayores, y en otorgar apoyos diversos a jóvenes que estudian o padecen alguna incapacida­d, pero de momento esta política no ha modificado sustancial­mente la proporción entre pobres y ricos, aunque sí ha evitado una radicaliza­ción mayor de quienes carecen de recursos.

El verdadero progreso de la sociedad, sostenido y trascenden­te, radica hoy día en una productivi­dad de alto nivel, no basta con sembrar materias primas, se exige su transforma­ción e industrial­ización para que la ganancia se eleve; es importante alentar a las pequeñas y medianas empresas, pero todo el conjunto de la vida productiva de un país requiere de condicione­s esenciales para sobrevivir, requiere de certeza en diversos campos, uno de ellos, el de la seguridad. También durante el actual sexenio son miles de empresas agrícolas y comerciale­s las que han debido cerrar a causa de la insegurida­d, las huelgas en el transporte de personas ocurridas en Guerrero por esa misma causa, no abonan al progreso, de ahí la gran paradoja de la 4T, que pretendien­do ser un gobierno para el pueblo y para los pobres, los esté hundiendo aún más en la medida que también son ellos y sobre todo ellos quienes más padecen a causa de la insegurida­d que priva en toda la nación. Por supuesto no veo tampoco en la oposición ningún elemento que nos haga esperar un cambio importante en este grave renglón.

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