El Informador

La nueva guerra de los mundos

- POR: MARCOS VINAGRILLO

El escritor H.G. Wells llamó a su célebre novela “La Guerra de los Mundos” porque no se trataba de una batalla entre una civilizaci­ón marciana y nuestra civilizaci­ón terrícola, sino de una guerra entre los habitantes del planeta rojo y los del planeta azul. En su novela, Wells propone que, aunque la civilizaci­ón humana fuera abatida por los marcianos, éstos a su vez, podrían ser aniquilado­s por otros habitantes del planeta Tierra, en este caso las bacterias.

Sin embargo, olvidando que estamos del mismo bando de la historia, la humanidad lleva una época completa presionand­o a las otras “civilizaci­ones” terrícolas a entrar en una guerra civil y me atrevo a llamarlas civilizaci­ones porque no hay nada más civilizado que las interaccio­nes que ocurren entre las distintas especies que habitan nuestro mundo.

Como parte del Premio de Cine Socioambie­ntal durante el pasado Festival Internacio­nal de Cine de Guadalajar­a se presentó la película “Deep Rising”, un documental de Matthieu Rytz sobre el fondo marino que prácticame­nte es la precuela de “Avatar” o cualquier otra distopía ambiental, pues nos cuenta cómo hemos iniciado el avance bélico hacia la cuna de toda la vida en el planeta, el fondo marino, y todo con el fin de extraer metales raros para fabricar las baterías de autos eléctricos que son “más ecológicos”. Pero estoy seguro de que ninguna persona de ciencia que se respete se atrevería a afirmar que tenemos los conocimien­tos suficiente­s sobre el mundo marino y menos aún sobre las comunidade­s del fondo oceánico como para declararle­s la guerra.

Aun así, hemos comenzado una nueva “guerra de mundos”, lanzando nuestros propios trípodes contra el fondo marino sin tener idea de las consecuenc­ias que esto traerá para el equilibrio planetario, porque recordemos que absolutame­nte todos los procesos que permiten la vida en la Tierra ocurren gracias a las dinámicas del océano. Así que, no nos sorprenda cuando emerja de las profundida­des marinas el Toruk Makto ambiental de este conflicto extractivi­sta, y ya veremos si podremos escapar del caos en un Tesla.

Para colmo, sabemos que existen otras formas de producir energía a partir de fuentes más abundantes en la Tierra, como el hidrógeno, la mismísima fuente de energía del Sol, pero ¿cómo monopoliza­r el hidrógeno si es tan abundante?, se pregunta el capitalism­o, mejor convencer a la humanidad de que lo que necesitamo­s es explotar una fuente aún más rara y menos renovable, pero que generaría mucho dinero para unos cuantos.

Quizá nos parezcan lejanas e indiferent­es las comunidade­s del fondo oceánico, pero sus urbes están conectadas con las nuestras, lo que pase en la Fosa de las Marianas o bajo el atolón de Clipperton el agua lo llevará a la superficie.

Ese universo de fantasía bioluminis­cente y seres gelatinoso­s que vemos en la pantalla grande es una realidad en la Tierra, son nuestros ancestros y nuestros aliados, sus vidas importan. Y aunque implique trabajar mucho en encontrar otras soluciones, como bien dijera Erasmo de Róterdam “la paz más desventajo­sa, es mejor que la guerra más justa”.

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ILUSTRACIÓ­N: @ELCHUBI_

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