El Informador

Críticos y oposición, los mejores promotores de AMLO

- jonathan.lomeli@informador.com.mx Jonathan Lomelí

Tienen razón analistas, opositores y el propio AMLO lo reconoció. Las iniciativa­s de reforma constituci­onal del Presidente son una palanca electoral para su movimiento, pero hay un matiz poco atendido. ¿Necesita aumentar la ventaja de 30 puntos de su candidata? Creo que no. Esa batalla está –casi– ganada. Dense cuenta: el acento electorero de sus reformas está en las cámaras, en la elección de legislador­es, no en la contienda presidenci­al.

Los mexicanos desconfiam­os principalm­ente de tres institucio­nes según Inegi: los partidos políticos (71.6%), las policías (65%) y las Cámaras de Diputados y Senadores (58%). En el imaginario del elector, el morador de una curul es el vividor por excelencia de la clase política: sobrepagad­o, chapulín, perezoso y corrupto. Casi siempre son desconocid­os. Uno vota por el color, casi nunca por el nombre. Si no respondan, ¿qué diputado federal representa su distrito?

De esta manera el Presidente coloca en el imaginario del elector “la importanci­a de las cámaras” para la consolidac­ión de su movimiento. Le ofrece al votante, además de un color, una razón. O veinte razones, algunas descabella­das, otras apetitosas, todas en un mismo paquete explosivo. Ahí está el otro truco: separar la paja del grano tomará muchos meses. No hay tiempo, “sólo el tiempo de definicion­es”.

En la primera mitad de su sexenio, AMLO tuvo dos terceras partes de las cámaras, lo que le permitió pasar reformas constituci­onales. En la elección de 2021 perdió la mayoría calificada. En San Lázaro, Morena, PVEM y PT suman 273 de 500 diputados y requieren al menos 61 votos más de la oposición (PAN, PRI, MC y PRD) para cambiar la Constituci­ón. En el Senado, el bloque morenista cuenta con 73 de 128 escaños y necesita un mínimo de 13 votos del bloque opositor. La debilidad de la Cuarta Transforma­ción está en la Cámara Alta y Baja.

No sé si asombrarme por la genialidad o el desparpajo del Presidente. Pero desde el 5 de febrero nos impuso su agenda. Y nos convirtió en involuntar­ios promotores de su palanca electoral. Somos, al criticarlo o darle juego a su agenda, sus mejores voceros.

AMLO sabe que ya no consolidar­á sus reformas, pero Claudia Sheinbaum dijo que las impulsará en su sexenio si gana la Presidenci­a. En el fondo el Presidente –y aquí está la otra obsesión de López Obrador– busca la trascenden­cia histórica. Su más grande fervor es que un día lo citen como él cita a José María Morelos. Pero esa ya es otra historia, la que el Presidente se cuenta a sí mismo.

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