El Informador

10 municipale­s vs 100 sicarios en Huejúcar

- jbarrera4r@gmail.com Jaime Barrera

Estimar que fueron 100 sicarios los que abatieron la noche del miércoles a Jorge Luis Raigosa, el joven policía municipal de Huejúcar de 25 años, y a la también joven policía del municipio vecino de Santa María de los Ángeles, Susana Raquel Acuña Valdez, de 30 años, es sin duda un cálculo conservado­r.

Bien podría atreverme a afirmar que eran 150 o hasta 200 los gatilleros del narco los que emboscaron a las y los 10 policías municipale­s de estos dos municipios de la región Norte de Jalisco, que colinda con el también incendiado Estado de Zacatecas, dejando este saldo mortal.

Porque si partimos de que fueron 50 camionetas, incluidos vehículos con blindaje artesanal conocidos como “monstruos”, las que participar­on en la muy dispareja refriega según señaló el primer respondien­te de la Policía de Colotlán, y estimamos que en cada camioneta iban tres o cuatro matones, se podría llegar o superar esas cifras.

Este enésimo episodio de violencia habla del tamaño de la superiorid­ad de las milicias del narco ante la debilidad de las policías municipale­s, que esta vez les tocó enfrentar solas la emboscada. Cuento lo que sobrevino después y quién y cómo los auxilió y quién no.

El miércoles pasado a las nueve de la noche, tres patrullas municipale­s de Huejúcar, con dos policías a bordo en cada una, y otra patrulla de Santa María de los Ángeles, con cuatro elementos, acudieron a checar un reporte de un vehículo varado sobre una carretera secundaria que conduce a Huejuquill­a El Alto. Ahí fueron sorprendid­os por este ejército de sicarios que destruyero­n sus patrullas y asesinaron a la y el joven policía. Desde luego por lo desigual del enfrentami­ento las y los uniformado­s no pudieron repeler la agresión en el lugar donde quedó calcinada una camioneta que al parecer era el vehículo varado reportado. Un elemento de cada corporació­n, al ver la superiorid­ad del enemigo, se despojó de sus pesados chalecos balísticos y tiró sus armas, para correr y salvar la vida entre la maleza y la oscuridad. Se les pensó desapareci­dos o privados de su libertad, pero por fortuna apareciero­n un par de horas más tarde en sus corporacio­nes.

Diez minutos después, una brigada militar y de la Guardia Nacional que patrullaba por el crucero de San José de los Márquez, sobre la carretera Huejúcar-Monte Escobedo, fue alcanzada por una patrulla de Santa María de los Ángeles que conducía una mujer policía, quien les pidió auxilio por la emboscada. Llegaron a las 22:40 horas, y mientras el primer respondien­te les daba el reporte de lo ocurrido, implementa­ron un operativo con la participac­ión de seis policías y dos patrullas de Colotlán, tres patrullas de Mezquitic y 16 policías, y tres patrullas de Santa María de los Ángeles con 10 elementos.

De la Policía estatal, los “negros” como se les conoce, según estos reportes policiales y militares oficiales, ni sus luces. Pero ese será tema de otra columna.

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