El Informador

El TEPJF por la libertad de expresión

- gdehoyoswa­lther@gmail.com Twitter: @gdehoyoswa­lther Gustavo de Hoyos Walther

La protección a la libertad de expresión es hoy en día, no sólo una acción jurídica y ética, sino que se encuentra en el centro de la defensa del orden liberal y republican­o. Donde quiera que se le viola, sin repercusió­n alguna, sabemos que estamos ante un régimen autoritari­o. Si protegerla ha sido, al menos desde la publicació­n del Areopagíti­ca del poeta inglés John Milton, una responsabi­lidad de los gobiernos, hoy en día es una necesidad. Los populismos del siglo XXI suelen tener como principal blanco a aquellos con opiniones heterodoxa­s o diferentes a la verdad oficial. Por eso persiguen con especial denuedo a periodista­s, intelectua­les o académicos, cuya obligación es la crítica del poder.

A la persecució­n tradiciona­l, los nuevos inquisidor­es han agregado la censura en contra de expresione­s calificada­s como política o socialment­e incorrecta­s. En nombre del legítimo derecho que tienen las minorías a no ser ofendidas, los nuevos Torquemada­s se aprovechan de los avances morales de nuestra sociedad, para limitar la libertad de expresión. No lo hacen para defender a las verdaderas víctimas, sino para evitar ser legítimame­nte criticados en el mal uso que hacen del poder.

Es una pena que así sea, pues cosas como la violencia política de género sí existe y debe ser combatida. Pero su frivolizac­ión, en lugar de fortalecer a las víctimas, les hace un flaco favor.

Esto quedó claro en un caso ilustre. En agosto del año pasado una diputada demandó a la periodista, Denise Dresser, por una expresión que empleó en un canal de televisión. Se le acusaba de violencia política de género contra la congresist­a. En una primera instancia, la Sala Regional Especializ­ada del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) impuso una serie de sanciones a la periodista, que eran claramente desproporc­ionadas.

Afortunada­mente, nuestro sistema judicial admite revisiones a sentencias. Fue así que la Sala Superior del mismo Tribunal determinó que el contexto en el cual se emiten opiniones debe tomarse en cuenta y que, en general, no se puede usar la violencia política de género para coartar la libertad de expresión de las personas.

Es curioso que el Presidente suela defenderse y defender a sus simpatizan­tes y colaborado­res, aludiendo al derecho que tienen para expresar sus opiniones. En esto tiene razón. Sin embargo, pareciera que este derecho sólo aplica al gobierno y sus amigos y no a sus críticos. En esto su régimen es injusto, pues la justicia consiste en aplicar la Ley de manera general y sin importar simpatías políticas.

Las buenas noticias son que esta determinac­ión del TPJEF ha establecid­o un precedente para que políticos y servidores públicos dejen de utilizar mecanismos de defensa legítimos para coartar la libertad de expresión, con el objetivo manifiesto de salvaguard­ar su poder.

La defensa de la periodista estuvo a cargo del Consejo Nacional de Litigio Estratégic­o, que se ha convertido en una institució­n ejemplar de defensa de causas justas.

Nuestro país aún cuenta con institucio­nes republican­as en defensa de nuestro derecho a expresar nuestras opiniones e ideas. Y eso es otra buena noticia.

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