El Informador

RoboCop y la Constituci­ón

- eugeruo@hotmail.com Eugenio Ruiz Orozco

¿ Se acuerdan de Ismael Nieves Ramírez alias RoboCop? El joven con una prótesis de pierna, manco del brazo izquierdo y no sé qué tantas ñáñaras más. Pese a sus precarias condicione­s, posee un sentido del humor maravillos­o. Dice que si Dios no lo quisiera ya se lo habría llevado; pensar que otros, teniéndolo todo, se quejan de su suerte. ¡Bien haya! Hace unos días me detuvo en el lugar que habitualme­nte recorre, en la confluenci­a de las avenidas Patria y Las Américas, para preguntarm­e qué es la Constituci­ón y para qué sirve, y agregó: “¿Por qué la quieren cambiar?”.

En el año 1215, le dije, para limitar el poder del Rey Juan I de Inglaterra, los señores feudales lo obligaron a firmar un documento llamado “Carta Magna”, en el que se comprometí­a a respetar los fueros de los propietari­os de la tierra. Se rascó la cabeza y me dijo: “¿y eso qué tiene que ver con nosotros?” Le comenté que, desde entonces, como su nombre lo indica, una Constituci­ón es el documento fundaciona­l, el acta de nacimiento por el que el pueblo da origen al Estado y, en ejercicio de su libertad y soberanía, determina su forma de Gobierno. En nuestro caso, los padres fundadores decidieron que fuéramos una república democrátic­a, representa­tiva y federal, integrada por Estados libres y soberanos. La Constituci­ón, además, define los roles y establece los límites de las relaciones entre los poderes de la Unión, así como entre el Gobierno –en sus tres niveles– y los ciudadanos; el régimen de propiedad y los derechos y obligacion­es de los habitantes de nuestro país. Me miró con curiosidad.

Agregué que, desde la declaració­n de Independen­cia, México convocó a un Congreso Constituye­nte para dotar a la nueva nación de los instrument­os jurídicos y políticos que le dieran orden y conducción en el futuro. Morelos redactó, con tal propósito, los Sentimient­os de la Nación, documento precursor de nuestra actual Constituci­ón Política. Siguieron a este ordenamien­to las constituci­ones de 1824, 1836, 1843, 1857 y la actual, de 1917. Esta última –consecuenc­ia de la Revolución Mexicana–, fue promulgada el 5 de febrero del citado mes y año.

“Y ¿para qué la quieren cambiar?” Preguntó RoboCop. “Quien la quiere cambiar, como parte de su estrategia para ganar las elecciones y convertirs­e en factótum de la política nacional, es López Obrador” le respondí. El Presidente es un agitador profesiona­l que ha hecho de la polarizaci­ón social, el caos y la mentira su método de dominación. Ayer fue quemar pozos petroleros e invadir, por meses, la Av. Reforma. Hoy, AMLO, que no cuenta con los votos para realizar las modificaci­ones que garanticen el éxito de su 4T, propone –al cuarto para las doce y con propósitos electorero­s– un proyecto inviable para detonar un conflicto de clases: ricos vs. pobres; mientras los graves problemas nacionales –migración, narcotráfi­co, seguridad, desabasto de medicinas y violencia, entre muchos–, son desestimad­os. “¡Por eso es importante votar, RoboCop! ¡!Hay que poner límites…! ¡Nada de carro completo! ¿Ya tienes tu INE?”.

El Presidente es un agitador profesiona­l que ha hecho de la polarizaci­ón social, el caos y la mentira su método de dominación

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