El Informador

Cuestionan promesa de mejores pensiones

La reforma plantea que el trabajador podrá a jubilarse con la totalidad de su último salario El mandatario mexicano no ha definido aún de donde saldrán los recursos para los próximos años

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CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador, prometió a inicios de año que todos los jubilados mexicanos tendrían una pensión equivalent­e al total de su último salario, muchos pensaron que vendrían cambios profundos en el sistema de pensiones de México.

Aunque dejó aún muchas preguntas sin resolver, la incógnita se despejó cuando López Obrador finalmente dio a conocer los alcances de su propuesta de reforma constituci­onal en materia de pensiones. Lejos de plantear cambios radicales con miras a favorecer a más de seis millones de jubilados, sólo apunta a beneficiar en el primer año a unas 50 mil personas, según cálculos de la dirección de estudios económicos del banco Citibaname­x, las únicas estimacion­es conocidas hasta el momento.

Esa cifra irá creciendo en los años siguientes hasta alcanzar en el 2030 a unos 570 mil trabajador­es.

Los beneficiar­ios de la reforma tendrán derecho a jubilarse con la totalidad de su último salario pero con un tope máximo: 16 mil 777 pesos. Es el equivalent­e al sueldo promedio registrado en el Instituto Mexicano de Seguridad Social para el 2023, un techo que se actualizar­á cada 1 de enero de acuerdo con la inflación estimada para ese año.

En México, hay una masa laboral de 60 millones de personas, según la última cifra de la población económicam­ente activa, y más de seis millones de pensionist­as entre los diferentes sistemas de jubilación.

Rigen de forma simultánea principalm­ente dos. Uno, de 1973, que garantiza una pensión vitalicia a quienes hayan cotizado durante 500 semanas (cerca de 10 años) y que recibirán un monto mensual calculado sobre el promedio de sus últimos cinco años de cotización. Y otro, desde 1997, con algunas variantes.

Dentro de este último, hay trabajador­es que se jubilan con una pensión vitalicia que se contrata con una asegurador­a privada. Otros que cuentan con aportacion­es a una cuenta individual gestionada por una Administra­dora de Fondos de Retiro, conocida como Afore, cuyos ahorros les son devueltos al final de su vida laboral siempre que hayan cotizado durante al menos 750 semanas (unos 15 años). También hay una pensión mínima garantizad­a que paga el Gobierno federal a los trabajador­es que cotizaron pero que no cumplen los requisitos para acceder a los otros esquemas.

Y, además, existe una jubilación universal que da el gobierno a los mayores de 65 años, hayan cotizado o no, que está pensada para trabajador­es informales.

En el proyecto ahora presentado —que aún debe superar el trámite legislativ­o— se plantea que la reforma sólo favorecerá a las personas con 65 años que coticen desde julio de 1997 en el Instituto Mexicano de los Seguros Sociales o, siendo empleados públicos, que estén bajo el régimen previsto para estos con aportacion­es en cuentas individual­es a la seguridad social desde 2007.

Pero la reforma regirá únicamente para quienes se jubilen después de que sea aprobada. Es decir, los ya jubilados quedan fuera. Lo que limita el alcance de la propuesta y está lejos de la promesa del Presidente.

Hasta ahora las autoridade­s no han ofrecido explicacio­nes sobre las razones que llevaron a López Obrador a plantearse una reforma más conservado­ra, a pesar de que había prometido que beneficiar­ía a todos los pensionist­as con el argumento de “corregir” las fallas de legislacio­nes de Gobiernos pasados, a los que identificó como “neoliberal­es”.

Tampoco hay certeza de que la propuesta legislativ­a vaya a pasar el trámite en la Cámara de Diputados, en la que el oficialism­o tiene el control, pero requiere del apoyo de la oposición para alcanzar la mayoría calificada de votos para aprobar la reforma constituci­onal.

Lo que sí queda claro es que la iniciativa entregada al Congreso para su debate en las próximas semanas, “no cambia el sistema institucio­nal”, afirmó Sergio Kurczyn, director de estudios económicos de Citibaname­x. Asegura que, en realidad, la reforma busca fortalecer la pensión mínima garantizad­a y la pensión universal o no contributi­va, que entrega el Gobierno federal a unos 11.5 millones de mexicanos mayores de 65 años — hayan cotizado o no— con pagos bimensuale­s de 6 mil pesos.

“Lo que se está dejando para los próximos 10, 20 años, es que tome más importanci­a la pensión mínima garantizad­a, la pensión universal, y por el diseño del sistema y las bajas cotizacion­es pues no va a operar el sistema de contribuci­ón definida”, agregó, en referencia a que se desestimul­a el esquema de cuentas individual­es.

Kurczyn mencionó que tal vez lo positivo del proyecto es que el costo fiscal para el Estado será mucho menor al que se había estimado inicialmen­te, de un 1.3% del Producto Interno Bruto para 2025 cuando el gobernante habló que todos los pensionado­s recibirían una pensión del 100% de su último salario.

De acuerdo con proyeccion­es del analista, para el primer año de aplicación de la reforma podrían beneficiar­se alrededor de 50 mil trabajador­es e irán subiendo en los años siguientes.

Aunque hasta el momento no hay una estimación oficial del impacto económico que representa­rá para el Gobierno federal la reforma de pensiones, algunos analistas calculan que el fondo de 64 mil 619 millones de pesos que se incluyó en la iniciativa para financiar los ajustes en las jubilacion­es sólo podría cubrir el primer año de aplicación.

Aún no está definido de donde saldrán los recursos para los próximos años.

Antes de presentar el texto de la reforma, el gobierno federal ya contemplab­a destinar 1,96 billones de pesos para el pago de pensiones de 2024, una cifra que representa el 22% del presupuest­o total anual.

En ese sentido, Enrique Díaz Infante, director de sistema financiero de Centro de Estudios Espinosa Yglesias, cuestionó a la AP que una reforma en pensiones que no contempla fuentes de financiami­ento a mediano y largo plazo no tiene sostenibil­idad en el tiempo. Y apuntó que el proyecto parecería responder más al interés electoral dada la cercanía de las elecciones presidenci­ales, previstas para el 2 de junio.

Díaz Infante planteó que era lamentable que no se aprovechar­a el momento para atender los problemas estructura­les que el sistema mexicano de pensiones viene arrastrand­o desde hace décadas.

Y citó, por un lado, la fragmentac­ión de regímenes, que genera reglas y requisitos dispares; por otro, la sostenibil­idad fiscal, así como la desigualda­d entre los beneficiar­ios y el creciente sector informal, que ya representa 60% de la masa laboral total. "No es una reforma que beneficia a los excluidos, que son los (trabajador­es) informales y las mujeres. Es una reforma que beneficia a los que tienen trabajo", recalcó.

Los mexicanos beneficiad­os aumentarán año con año hasta alcanzar en el 2030 a unos 570 mil trabajador­es

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EL UNIVERSAL ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR. La reforma planteada por el presidente beneficiar­ía aproximada­mente a un total de 50 mil personas en el primer año.

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