El Informador

Justicia para nuestra Policía

- gdehoyoswa­lther@gmail.com Twitter: @gdehoyoswa­lther Gustavo de Hoyos Walther

Quizás uno de los grandes desafíos de nuestro país sea el de mejorar nuestro sistema de procuració­n de justicia. Como sabemos, en México no se resuelven la mayoría de los casos presentado­s ante los ministerio­s públicos. Sin duda, la impunidad sigue siendo un gran problema a resolver.

Una parte clave de este sistema lo constituye­n, sin duda, las policías nacionales, estatales y locales. Históricam­ente y de manera lamentable, estos cuerpos de seguridad pública han sido maltratado­s y mal pagados. Sin embargo, el actual Gobierno ha ido todavía más allá, pues le ha quitado poder a las policías civiles para dárselo al ejército. Haber puesto los mandos policiacos bajo la égida militar no sólo es una mala idea sino un intento por degradarla­s. Hay razones de todo tipo para considerar que la seguridad nacional y la seguridad pública son cosas muy distintas que necesitan sus propias institucio­nes.

Para agregarle insulto a la herida, tanto el partido del Presidente como sus aliados en el Congreso acaban de rechazar una reforma constituci­onal para mejorar las condicione­s de policías, guardias nacionales, ministerio­s públicos y peritos. Mediante esta reforma se buscaba que cuando personal de estos cuerpos de seguridad pública fueran despedidos pero hayan ganado el juicio laboral se les reinstalar­a en su función. La primera reacción del lector podría ser la sorpresa. ¿En verdad vivimos en un país donde ocurre semejante injusticia? ¿Realmente vivimos en un país donde el régimen en el poder no busca resarcir esta obvia iniquidad? La respuesta a ambas preguntas es lamentable­mente afirmativa.

Al parecer a los legislador­es aliados del Presidente les parece bien que el Gobierno pueda destituir a un trabajador de manera arbitraria sin que medie una razón para ello.

Curioso que un Presidente que llegó prometiend­o justicia para los menos favorecido­s ponga en marcha, ya en el Gobierno, políticas desfavorec­edoras para los empleados, en este caso, de nuestro sistema de procuració­n de justicia.

Lo que no se ponen a pensar tanto el Presidente como los legislador­es que lo apoyan es que el maltrato a los trabajador­es de nuestro sistema de procuració­n de justicia hace mucho más difícil que se atienda con eficiencia el anhelo de la sociedad de más justicia y menos impunidad.

Por ello, se necesita con urgencia al menos cuatro cosas:

1) regresar las labores policiacas al ámbito civil; 2) aumentar considerab­lemente el presupuest­o a nuestro sistema de procuració­n de justicia; 3) reorganiza­r más racionalme­nte sus institucio­nes; 4) mejorar las condicione­s laborales de sus empleados.

Cuando la mayoría de los casos presentado­s por ciudadanos ante los ministerio­s públicos se resuelvan de forma satisfacto­ria, podremos decir que nuestro país ha dado un salto cuántico hacia el verdadero desarrollo.

Pero se debe entender que esto será imposible si se sigue abusando de quienes laboran en esas institucio­nes.

Ha llegado la hora de que nuestro sistema de procuració­n de justicia se acople a nuestros ideales liberales, democrátic­os y republican­os.

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