Máscara o identidad
Otra de las cintas en competencia presentadas ayer fue “A different man”, en la que su protagonista, un actor titubeante con la cara desfigurada por diversos tumores (“Sebastian Stand”), decide dar un salto a lo desconocido para escapar de la soledad tras irrumpir en su vida una expansiva dramaturga interpretada por Renate Reinsve.
En la cinta, gracias a un procedimiento milagroso obtiene un rostro atractivo y la posibilidad de emprender una nueva vida, en que logra incluso los afectos del personaje de Reinsve, que sin reconocerle está tratando de dirigir una obra sobre su relación con su supuestamente difunto vecino.
La súbita aparición en el festival del actor británico Adam Pearson, que pese su apariencia —o quizá precisamente gracias a ella— tiene la seguridad en sí mismo y el éxito social que el protagonista siempre añoró, le lanzan a un juego de máscaras que le llevan a él y al público a cuestionarse qué es la identidad.
Por su parte, el neoyorquino Aaron Schimberg, el director, explicó que, tras nacer con un paladar hendido que sólo pudo ser corregido hasta cierto punto, toda su vida le ha acompañado la pregunta de hasta qué punto su apariencia le define para sí mismo y para los demás.
“Si hubiera nacido distinto, si se pudiera corregir, ¿qué cambiaría?”, se interrogó.
El filme, señaló por su parte Pearson, deja todas estas preguntas abiertas a la interpretación y no pretende ser un alegato moralista sobre quienes tienen un aspecto diferente, ya que “una buena película cambia lo que el público piensa por un día, pero una gran película cambia cómo piensa el público el resto de sus vidas”, sentenció.