El Informador

Confrontac­ión sólo con opositores, no con el narco

- jbarrera4r@gmail.com Jaime Barrera

Ese será uno de los sellos del estilo de gobernar de AMLO. Del Gobierno de la autollamad­a cuarta transforma­ción. Como he apuntado aquí en distintos momentos del sexenio de la 4T, la enjundia presidenci­al que despliega a diario Andrés Manuel López Obrador desde su púlpito mañanero embiste sólo a sus opositores políticos y a todo aquello que le represente un contrapeso.

Nunca ha dirigido esa beligeranc­ia contra los grupos del crimen organizado que tienen incendiada­s cada vez más regiones del país.

Esta intoleranc­ia hacia sus adversario­s políticos, que engloba en una generaliza­ción nebulosa al meterlos a todos en la categoría de “conservado­res”, y la tolerancia de su Gobierno ante los desafíos y tropelías diarias y cada vez más variadas de los grupos de la delincuenc­ia organizada contra la población, ha quedado nítidament­e exhibida en los últimos tres días.

Desde el domingo que acabó la Marcha por la Democracia, que ha sido la movilizaci­ón no convocada por el Gobierno más grande en lo que va del sexenio, el Presidente no ha dejado de arremeter, ya no sólo contra los organizado­res sino también contra los asistentes.

“Ahora se disfrazan de demócratas. Dicen: ‘Vamos a defender nuestra democracia’. ¿Cuál es la democracia de ellos? La que funciona nada más como parapeto, cuando en realidad lo que había era el dominio de una oligarquía corrupta”, dijo el lunes para descalific­ar la marcha que abarrotó el Zócalo de la Ciudad de México. Ayer volvió a criticarla y de paso cuestionó la cobertura “tan amplia” que hicieron algunos medios de comunicaci­ón de la manifestac­ión.

En contraste, y como ha sido una constante en su Gobierno, ayer que se le preguntó de la tregua que gestionaro­n obispos católicos de Guerrero, entre las bandas criminales de Los Ardillos y Los Tlacos, que tienen asolada a la comunidad de la capital Chilpancin­go, López Obrador reconoció su “capacidad de movilizaci­ón” y dijo que por eso evitó hace seis meses una confrontac­ión con ellos, y ordenó que se retirara la Guardia Nacional. Insistió, además, en su estrategia de evitar confrontac­iones violentas y con sus programas sociales atender las causas que originan la violencia.

“Hace como seis meses, ocho meses tomaron Chilpancin­go con mucha gente, no sé, como mil, dos mil. Estaban buscando un enfrentami­ento y lo que hicimos fue no caer en la provocació­n, se retiró la Guardia Nacional”, dijo ayer el Presidente en su mañanera.

Lo dicho, los embates presidenci­ales son contra los opositores y los contrapeso­s, para la delincuenc­ia, una tolerancia que raya en el incumplimi­ento de la Ley al no detener, sino esquivar a los generadore­s de violencia, que se le empieza a achacar también como complicida­d criminal.

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