Hagamos tres chozas
El Papa Francisco en su mensaje de Cuaresma de este año nos dice que este periodo es un tiempo de conversión, un tiempo de libertad porque convertirnos significa salir de la esclavitud, es decir, abandonar lo que nos quita vida. Esto está muy claro en el evangelio que escuchamos la semana pasada. En él se narra cómo Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto para ser tentado, para ser probado en su libertad. Jesús escucha al enemigo, pero confía en Dios, por lo que no sucumbe ante el encanto de sus mentiras. De nueva cuenta, encontramos la misma dinámica en el evangelio de esta semana, aunque de manera no tan explícita y con un protagonista diferente. Ya no es Jesús quien es tentado, sino sus seguidores.
Es ampliamente aceptado que la transfiguración de Jesús es una teofanía, una manifestación de Dios que ocurre en lo alto de una montaña ante la presencia de Santiago, Juan y Pedro quien, ante lo que observa y siente, propone hacer tres tiendas. Para quienes escuchamos esta narración, la propuesta de Pedro nos parece ridícula, incluso para el evangelista, quien tiene que justificarla diciendo que “estaban asustados”, y así podría narrarse que presenciar aquello asustaría a cualquiera; pero la propuesta de Pedro va acompañada de la frase “¡qué a gusto estamos aquí!”, la cual nos indica que el miedo no era la emoción principal en ellos.
Pedro, Santiago y Juan estuvieron ante una manifestación de Dios que atemoriza, pero también consuela, y esa sensación placentera nos susurra que deberíamos quedarnos ahí, en lo gozoso, porque es mejor quedarse en lo alto del monte con Jesús que tener que seguirle con la cruz. Es probable que muchas veces hayamos sentido el deseo de prolongar los momentos felices, de aferrarnos intransigentemente a ellos o estar dispuestos a cualquier cosa por evitar que acaben. La tentación está ahí, esperándonos para sucumbir ante sus mentiras. Pero también está la voz de Dios que nos pide escuchar a Jesús para poder abandonar lo que nos quita libertad. Toda la cuaresma es tiempo de conversión.
Hugo Xicohténcatl Serrano, SJ - ITESO