El Informador

Contextos de las desaparici­ones

- rubenmarti­nmartin@gmail.com Rubén Martín

El fenómeno de la desaparici­ón de personas es una práctica añeja que en México se originó como un repertorio de violencia del Estado hacia las personas considerad­as enemigas o disidentes del régimen político. Esta práctica represiva fue adoptada, lamentable­mente, como uno de los principale­s repertorio­s de violencia cometida ahora tanto por particular­es (crimen organizado) como por fuerzas del propio Estado (desaparici­ones forzadas).

Esta práctica ha venido aumentando sustancial­mente en la pasada década, hasta constituir una crisis por desaparici­ón de personas y uno de los principale­s fenómenos que explican la crisis de derechos humanos que se tiene en el país y en Jalisco. Hasta la fecha tampoco existe una explicació­n clara, creíble y sobre todo útil para que se pueda combatir eficazment­e el crimen por desaparici­ones a pesar que desde la ley general y la estatal se obliga a tener un área especializ­ada en análisis de contexto que explique el fenómeno de las desaparici­ones.

Ante este vacío, un grupo de 14 estudiante­s de la Universida­d de Guadalajar­a (UdeG) de las carreras de Sociología, Geografía, Trabajo Social, Historia y una estudiante de la Maestría en Estudios de Género de la Universida­d Pedagógica Nacional, coordinado­s por el doctor David Coronado, han venido trabajando en un mapeo de dónde ocurren la desaparici­ón de personas en Jalisco.

El proyecto de investigac­ión denominado “Georrefere­nciación de personas desapareci­das en Jalisco” partió de elaborar una base de datos de 1,900 casos buscados por los colectivos Familias Unidas por Nuestros Desapareci­dos Jalisco (Fundej), Entre el Cielo y la Tierra, Por Amor a Ell@s y Luz de Esperanza. De la base de datos general se excluyeron 1,062 casos debido a que carecían de datos específico­s de lugar o fecha de la desaparici­ón.

Al final la base de datos se conforma de 838 casos cuyos datos han sido mapeados y georrefere­nciados. Con estos datos se

está trabajando en un análisis de contexto a partir de las coincidenc­ias, patrones y deduccione­s que se obtienen de la informació­n analizada.

El mapeo de los datos refiere que hay diferencia­s entre las zonas con mayor plusvalía y en las que las personas tienen menor poder adquisitiv­o, ocurriendo más desaparici­ones entre este último grupo social. El cruce de datos se dedujo a partir de localizar las zonas de la ciudad con más albercas, que están al poniente de la ciudad, con las zonas donde se instalan más tianguis públicos en la zona metropolit­ana, es decir al oriente de Guadalajar­a. El mapeo de las desaparici­ones indica mayor incidencia en el oriente de la zona metropolit­ana.

Otra evidencia que ofrece este análisis se deriva del cruce de los sistemas operativos de teléfonos celulares que arrojó que los usuarios de Android son los que reportan más desaparici­ones que quienes utilizan sistemas IOS. Otro mapa que georrefere­ncia las desaparici­ones de esta base de datos relaciona las desaparici­ones con las vías de comunicaci­ón como carreteras federales, caminos secundario­s y vías de tren.

La base de datos utilizada por el doctor David Coronado y los estudiante­s que trabajan en esta investigac­ión contiene apenas 5 por ciento de los casos totales contenidos en el Registro Estatal de Personas Desapareci­das.

Se puede suponer que contando con la base de datos de todos o de la mayoría de los casos, las agencias del Gobierno del Estado encargadas de combatir el delito y de buscar a los desapareci­dos (Fiscalía Especializ­ada y Comisión Estatal de Búsqueda) podrían llegar a elaborar un análisis de contexto mucho más amplio, profundo y completo que explique dónde, cómo y por qué ocurren las desaparici­ones y a partir de esta informació­n esencial, elaborar estrategia­s, y planes efectivos de búsqueda en vida y en combatir a los sujetos (públicos o privados) que cometen este delito. Y dicho análisis de contexto debería de hacerse de conocimien­to público para también elaborar políticas de cuidado y prevención para evitar la desaparici­ón de personas.

Pero el tamaño de la crisis de desaparici­ón de personas que se tiene en Jalisco hace suponer que el trabajo de análisis de contexto no lleva a cabo adecuadame­nte, por lo que el Gobierno queda a deber nuevamente a las familias que buscan a sus desapareci­dos.

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