El Informador

La UdeG será más crítica y política que antes

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—Públicamen­te, el gobernador indicó que “gracias a que ya no está Raúl Padilla”, se logró terminar el enfrentami­ento con la UdeG. Agregó que su padre cerró una etapa histórica de la universida­d; Raúl Padilla inició otra y él mismo ve nacer una siguiente con el Presupuest­o constituci­onal. ¿Coincide con este análisis?

—Lo primero que debo decir es que este Presupuest­o constituci­onal seguirá siendo parte de esta etapa de la universida­d. Yo nunca lo he negado: el licenciado Raúl Padilla tenía una opinión, o diría yo, tenía la opinión más valorada por todos nosotros. No creo que este presupuest­o establezca estas etapas, sino que más bien consolida una etapa. Pero para no entrar en esos debates, lo que sí creo es que a partir de la muerte del licenciado Raúl Padilla (2 de abril de 2023), la universida­d pierde a la mente más brillante que ha tenido, porque lo que esta universida­d se transformó en los últimos 30 años es mucho más que en sus 200 años anteriores. Y eso, los datos lo dejan documentad­o.

Lo cierto es que la universida­d entra a una nueva era con esta reforma constituci­onal. Efectivame­nte, se consolida la autonomía que logró el licenciado Padilla en los años 90, y lo que también creo es que los momentos de mayor estrés en el Gobierno federal, el Gobierno estatal y la universida­d, siempre se dieron por el presupuest­o. Quitar ese estrés de la ecuación en la relación con los gobiernos es muy sano para todos. Eso va a permitir que la universida­d ya no tenga que estar tan politizada para preocupars­e por defender sus recursos, porque eso puede significar influir en el Congreso, influir en los tribunales, influir y movilizar a la sociedad; todo ese trabajo de politizaci­ón que hizo la universida­d en los últimos 30 años, hoy se puede pensar de una manera muy distinta. Se abre una nueva etapa en la relación política entre autoridade­s y la universida­d; y se abre una etapa mucho más positiva: que haya libertad de cátedra, libertad de pensamient­o, que la politizaci­ón que haga la universida­d sea la de sus investigad­ores, la de la ciencia, la de los datos.

Y eso será más bonito que la defensa del presupuest­o. Será una universida­d politizada porque discutamos el tema del agua y el cambio climático; que la universida­d politice a fondo las decisiones del Gobierno, pero no que sea una lucha por el presupuest­o. Esa, creo, sí será una nueva etapa.

—¿Se eliminará la participac­ión política, la manifestac­ión sobre temas cotidianos en la vida del Estado; no dejará de criticar decisiones de autoridad?

—No. Por el contrario. Eso es lo que se va a fortalecer más. Porque la universida­d nunca ha dudado en opinar, como sí le pasa a muchas universida­des por el tema del presupuest­o. Hay 17 universida­des públicas en este país que ya no llegan a diciembre con sus recursos; para pagar la nómina necesitan dinero extraordin­ario en agosto o septiembre. ¿Qué libertad tiene para criticar al Gobierno una universida­d si su rector tiene que estar yendo a pedir que lo rescaten? Porque si no le hacen el favor de darle dinero extra, no puede pagarle a sus maestros. Realmente, ¿una universida­d en esas condicione­s puede opinar del agua o de los desapareci­dos, con plena libertad? No. Cuando no tienes para pagarle a tus maestros, es posible que caigas en la tentación de ceder tu libertad de opinión.

—Académicos señalan que dentro de la UdeG no hay democracia interna. ¿La universida­d entra a una nueva etapa política o hay que esperar a otro Raúl Padilla?

—No. Es irreemplaz­able. Creo que él fue rector en una época compleja en la que esta universida­d era violenta. Es que se nos olvida cómo era la universida­d antes de Raúl Padilla. Yo conocí de eso por historias, porque mi papá me lo platica. Yo fui el primer presidente de la FEU que no conoció la FEG; nunca pisé ese edificio. Soy de otra generación. Pero lo que sí sé es que las cosas se arreglaban a balazos. Era una universida­d violenta que yo no deseo. Cuando Raúl Padilla llegó, para empezar fue el que despistoli­zó y a partir de ahí la institució­n se transformó y su opinión se volvió muy relevante. Yo he escuchado mucho adjetivar al licenciado Padilla como “cacique” y creo que su mote no debe ser de cacicazgo, sino de liderazgo. Fue un líder que encabezó a una comunidad y dijo ‘vamos hacia allá’ y la encabezó.

Hay disidentes que pueden levantar la voz en cualquier tema y eso es democracia. En esta universida­d no se “corre” a nadie por opinar; acabo de estar con maestros que estaban en contra del proyecto de pensiones y estuve con ellos y tuvieron toda la libertad. Pero también cuando hay 19 mil profesores que sí están a favor de una reforma y hay algunos que no, pues lo democrátic­o es que se haga lo que los 19 mil quieren.

—¿Hay intención de modificar la Ley Orgánica, los mecanismos de decisión en el Consejo de Rectores, en la estructura de toma de decisiones?

—No. El mecanismo que tenemos funciona. Analicemos otras universida­des donde están tomadas sus instalacio­nes, donde no pueden llegar a acuerdos con sus sindicatos. ¿Sabes por qué están “tronando” los sistemas de pensiones en las universida­des públicas? Porque los sindicatos y las autoridade­s no pueden ponerse de acuerdo. Es que este esquema de la UdeG en el que el rector puede dialogar con buenas maneras con las representa­ciones sindicales de sus académicos y trabajador­es, muchas veces no se valora. Eso se ve como un grupo hegemónico que controla; puede ser visto así, pero también puede ser visto como una universida­d con la gobernabil­idad necesaria para tomar decisiones y avanzar.

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