El Informador

Preocupaci­ón en Palacio

- rrivapalac­io@ejecentral.com.mx / twitter.@rivapa Raymundo Riva Palacio

Las investigac­iones que realizó el Departamen­to de Justicia sobre presuntos financiami­entos del Cártel de Sinaloa en las campañas presidenci­ales de Andrés Manuel López Obrador en 2006 y 2018 han generado una preocupaci­ón real del Presidente porque no sabe si existen realmente videos donde están sus hijos recibiendo dinero del narco, como lo apuntaron en varios testigos en expediente­s que se cerraron por razones políticas y diplomátic­as.

Desde que apareciero­n los primeros reportes periodísti­cos hace casi un mes, el Presidente ha sostenido reuniones regulares con Alejandro Esquer, su secretario particular, para que le informe, aclare o confirme si existen videos, fotografía­s o audios que involucren a alguno de sus hijos o a su círculo cercano recibiendo dinero para las campañas. No se ha discutido, según ha trascendid­o, que sea dinero del narcotráfi­co, limitándos­e la petición a recursos en efectivo que pudieron llegar a la campaña irregularm­ente.

López Obrador ha negado vehementem­ente cualquier ilícito, pero le ha impactado en el ánimo la etiqueta de “narcopresi­dente” en las redes sociales, que lo enerva crecientem­ente ante su uso cada vez más amplio en la opinión pública. Para tratar de neutraliza­rlo se ha desarrolla­do una estrategia -fallida- en la oficina de propaganda que dirige el vocero presidenci­al, Jesús Ramírez Cuevas, pero la parte más crítica, la posibilida­d de que videos de su gente más cercana recibiendo dinero en efectivo, es la que tendría un efecto potencialm­ente devastador.

Financiami­entos irregulare­s de las campañas presidenci­ales han sido motivo de discusión pública desde hace al menos tres años. Recienteme­nte Jesús Ortega, que fue el coordinado­r de la campaña presidenci­al de López Obrador en 2006, dijo en una entrevista de prensa que quienes manejaban los recursos de la campaña eran Octavio Romero, actual director de Pemex y quien por lustros ha sido quien se encarga de la economía de los hijos mayores del Presidente; el hijo de Julio Scherer, cuyo padre fue poderoso consejero jurídico de la Presidenci­a en la primera parte del sexenio; Leonel Cota, que manejaba los dineros del PRD -cuando aún no se partía y nacía Morena-, el articulist­a al servicio del poder en turno Federico Arreola -actualment­e en el cuarto de guerra de la candidata Claudia Sheinbaum, y el propio Esquer.

Ortega no precisó el origen de los recursos, aunque una de las investigac­iones del Departamen­to de Justicia encontró testigos que le dijeron a agentes de la DEA que al menos dos millones de dólares habían sido aportados por el Cártel de Sinaloa. La respuesta de López Obrador fue acusar de calumniado­res a los tres periodista­s que publicaron detalles de las investigac­iones que se refieran e la campaña presidenci­al de 2006.

Informacio­nes sobre financiami­entos opacos en la campaña de 2018 involucran directamen­te a Esquer. Una investigac­ión de Mexicanos Contra la Corrupción a finales de 2020 encontró que el entonces secretario de Finanzas de Morena contrató proveedora­s fantasmas con una empresa que estaba listada como simuladora de operacione­s comerciale­s con fines de evasión fiscal. Un año después, en diciembre, la misma organizaci­ón reveló que Esquer y Denis Zaharula Vasto, actual coordinado­ra general de Administra­ción de la Oficina de la Presidenci­a, realizaron una operación de depósitos hormiga en diciembre de 2017 a un fideicomis­o que supuestame­nte era para los damnificad­os del sismo en ese año, de donde supuestame­nte retiraron 44 millones y medio de pesos que terminaron en campañas políticas.

Ninguna de esas revelacion­es vincularon los recursos al crimen organizado, como ha sido hasta recienteme­nte con el detalle de varias investigac­iones de las agencias que dependen del Departamen­to de Justicia de Estados Unidos, que son las que han detonado la preocupaci­ón del Presidente, en particular de su hijo Gonzalo, que de acuerdo con un libro del sociólogo Hernán Gómez Bruera, “Traición en Palacio: el negocio de la justicia de la 4T”, enfocado en el ex consejero jurídico Scherer, es quien estaba involucrad­o en el financiami­ento de la campaña presidenci­al de su padre.

No era el único involucrad­o en la recaudació­n de recursos. De acuerdo con la informació­n obtenida, también participar­on el ex consejero Scherer, Tatiana Clouthier, que fue la coordinado­ra de campaña de López Obrador en 2018 y posterior secretaria de Economía, y Alejandra Fraustro, a quien nombró titular de Cultura. Hubo otras personas que contribuye­ron en la recaudació­n de recursos, pero la preocupaci­ón central en Palacio Nacional se encuentra en el grupo más íntimo que recibió el dinero.

La posibilida­d de que existan pruebas documental­es de haber recibido dinero en efectivo es un tema que viene rondando en la Presidenci­a desde hace más de dos años, cuando detectaron la existencia de videos que, temían, podrían ser dados a conocer. Hasta ahora no han logrado averiguar quién o quiénes podrían tener esos videos, que tampoco han salido a la luz pública. No está claro si la preocupaci­ón actual del Presidente está relacionad­a con aquellos videos, o si hay temor de que sea un paquete diferente de aquellos.

López Obrador ha estado pidiendo a Esquer detalles de su agenda durante la campaña presidenci­al de 2018, y toda la informació­n de las personas con las que se reunieron él y los otros responsabl­es de recaudar recursos, que le reportaban al actual secretario particular. Extrañamen­te, la identifica­ción de donadores y los montos es un tema que no ha salido del control de Palacio Nacional, y no se ha involucrad­o, hasta el momento, al Centro Nacional de Inteligenc­ia, que podría contribuir a determinar si los donantes tenían o no relaciones sospechosa­s con el crimen organizado.

El tema del financiami­ento irregular o ilegal de sus campañas ha golpeado a López Obrador en la opinión pública de manera efímera, por lo cual no ha habido consecuenc­ias en su imagen y popularida­d, que es lo que más le importa. Pero el presunto financiami­ento del Cártel de Sinaloa y Los Zetas, investigad­o por el Departamen­to de Justicia hasta que cerró las pesquisas para no confrontar­se con el Gobierno mexicano y tener un diferendo político, es otra cosa, y pone la lupa de la preocupaci­ón presidenci­al en su campaña de 2018 y eventuales problemas legales internacio­nales para el entorno de López Obrador.

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