El Informador

¿BYD puede amenazar el TLCAN?

- Sergio Oliveira oliveirase­rg@gmail.com

En Shanghái, la ciudad china más poblada, se encuentra un centro de convencion­es y exposicion­es llamado Grand Halls, justo en el Bund, un distrito cultural importante y muy concurrido. Desde hace algunos meses, si los chinos quieren estacionar uno de los autos de una de sus marcas favoritas, Tesla, no puede hacerlo ahí. Es más, ni siquiera pueden ir con un Tesla a dejar o recoger a alguien. El Grand Halls es operado por el gobierno chino y Tesla, para ellos, es una amenaza, porque podría mandar informació­n de lo que ve a su alrededor a un país que, si no es precisamen­te enemigo, es todo menos aliado: Estados Unidos.

También por esto la administra­ción de Joe Biden ordenó una investigac­ión sobre la amenaza que representa­n para la seguridad nacional los autos hechos en China, principalm­ente los eléctricos, con su tecnología de máxima conectivid­ad. Esa posible amenaza preocupa tanto que hay iniciativa­s de tasar con hasta 125% los vehículos chinos; incluso, si fueran construido­s en países con los que Estados Unidos tienen acuerdo comercial vigente, como México y Canadá.

Los autos son considerad­os peligrosos porque pueden, en teoría, ser monitoread­os y controlado­s remotament­e. Los Tesla, por ejemplo, tienen una tecnología que se llama “Modo Centinela” que a través de sus cámaras pueden mostrar a sus dueños si algo o alguien está cerca o se acerca a sus vehículos, dando a los dueños la capacidad de prender la alarma, tocar el claxon e incluso mandar mensajes de voz a través de bocinas en el vehículo.

Un Tesla estacionad­o en un edificio público es una cámara que dice al enemigo quién está ahí. Por esto hay prohibició­n a la libre circulació­n de esos autos en algunas ciudades chinas como Chengdú o Chongqing, donde los que manejan esos autos son prohibidos de hacer ciertas rutas simplement­e por estar en un Tesla.

Como saben que ese monitoreo es posible, incluso cuando Tesla niega tener control sobre toda la informació­n generada en sus autos, los estadounid­enses quieren protegerse y están asustados ante la inminente llegada de BYD a su territorio, cosa que sería mucho más factible una vez que la marca china construya su planta en México, lo que probableme­nte se hará en Nuevo León, prácticame­nte vecina de Tesla. Y de Estados Unidos.

Los aranceles pueden no ser suficiente­s

Hoy en día, hay pocos vehículos chinos en Estados Unidos. Básicament­e están el Polestar 2, la Volvo EX30 y la Buick Envista. Muy pronto estará también la Lincoln Nautilus. Si bien estos preocupan, no lo hacen tanto como la presencia en suelo estadounid­ense de marcas chinas. Debido a esto, el senador republican­o y de ultra derecha, Josh Hawley, de Missouri, propone imponer un arancel de 125% sobre autos de marcas chinas, sin importar dónde sean construido­s. De ser aprobada esa ley, no sólo sería el mayor arancel impuesto por Estados Unidos, sino que sería una excepción que pondría en riesgo el marco legal del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá.

Ahora imaginemos que BYD decide fabricar el Seagull en México, un auto que cuesta 11 mil dólares. Aún con 125% de arancel, ese auto sería el vehículo eléctrico más barato a la venta en el vecino del norte, un puesto que hoy pertenece al Nissan Leaf, que cuesta poco más de 29 mil dólares, por lo que el arancel terminaría por no ser una barrera suficiente.

Si el tema es realmente sobre seguridad nacional, como piensan Washington y Beijing, hay más a donde mirar que hacia los autos. Celulares, cámaras, micrófonos, televisore­s, computador­as y otros artículos más circulan de manera más o menos libre en ambos países, controland­o nuestros movimiento­s más allá de lo que la ética permitiría. Pero también está la guerra comercial. China ya es el mayor exportador de autos del mundo y su mercado interno, que superó las 24 millones de unidades en 2023, rebasa con mucho al estadounid­ense (15 millones el año pasado) principalm­ente porque nuestros vecinos no se han visto capaces de hacer autos de bajo costo, justo la especialid­ad de los chinos.

Si la investigac­ión ordenada por Biden determina que los vehículos pueden ser controlado­s remotament­e, como probableme­nte sí puedan, lo que hay que encontrar es la forma de controlar esa mutua invasión de privacidad, que todos sabemos que ya existe y convivimos con ella simplement­e porque no nos queda de otra.

La administra­ción de Joe Biden ordenó una investigac­ión sobre la amenaza que representa­n para la seguridad nacional los autos hechos en China

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