El Informador

“Cuando se descarrile el Tren Maya, ya va a ser otro pedo”

- carloslore­t@yahoo.com.mx Carlos Loret de Mola A.

La red de corrupción!... Eso es lo de nosotros”. Es la burla y el cinismo. Es la conversaci­ón telefónica textual entre Pedro Salazar Beltrán, primo de Andy y Bobby López Beltrán, los hijos del Presidente de México, y Amílcar Olán, el íntimo amigo de ellos, que pasó de ser un discreto empresario al multimillo­nario beneficiad­o con contratos de medicinas, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya.

“Ya cuando se descarrile el Tren (Maya), ya va a ser otro pedo”. Además de la burla y cinismo, es la corrupción que cobra vidas humanas. La frase es de Pedro Salazar Beltrán, primo de los hijos del Presidente, quien está operando el negocio del Tren Maya, en la grabación de la llamada telefónica que tiene con Amílcar Olán y que fue presentada anoche en Latinus, en un reportaje de José Manuel Martínez y Mario Gutiérrez Vega.

La instrucció­n que recibieron los constructo­res del Tren Maya es que la piedra balasto sobre la que se colocan las vías del tren- se la tenían que comprar a Amílcar Olán. Fue la orden de Palacio Nacional. Amílcar Olán es íntimo amigo de Andy y Bobby López Beltrán, hijos del Presidente de México. Compañeros generacion­ales desde su niñez en Tabasco. Amílcar Olán, con la ayuda de los hermanos Pedro y Osterlen Salazar Beltrán, primos de Andy y Bobby, sobornan al laboratori­o que avala que el balasto tiene la calidad para ser usado (“mochadita”, le llaman ellos). El laboratori­o no hace los análisis, ellos meten la piedra que sea, sobre esa se ponen los rieles y “ya cuando se descarrile el Tren, ya va a ser otro pedo”.

Las grabacione­s telefónica­s son las más descaradas y cínicas. Se ríen de ser una red de corrupción, lo asumen y juguetean con la idea de una tragedia: el descarrila­miento del Tren Maya a consecuenc­ia de los malos materiales que ellos están vendiendo.

En cinco minutos, el amigo y el primo despedazan el discurso anti corrupción del Presidente de México. Ni pañuelito blanco, ni ya se acabó la corrupción, ni ya recuperamo­s no sé cuántos miles de millones de pesos de la corrupción. El Clan -la red de tráfico de influencia­s comandada por los hijos de López Obradores el desmentido mismo del discurso de AMLO. Se mofan de ser la red de corrupción, y encima, saben que lo que están haciendo puede costar vidas. Y se ríen.

¿Por qué pueden ser tan descarados? Porque se saben protegidos por Palacio Nacional. Porque saben que lo que hacen, tiene el aval del Presidente. ¿De qué otra manera se explica que no los hayan tocado? A pesar de que hemos presentado grabacione­s y documentos de cómo se llevan contratos en todo el Gobierno, no se ha anunciado ni siquiera el formalismo de la apertura de una carpeta de investigac­ión. Su única respuesta ha sido una metralla incesante de calumnias y persecucio­nes contra quienes ventilamos los casos de corrupción que tienen infectado al gobierno y a la familia presidenci­al.

No extraña. Es el sello de este Gobierno a lo largo de todo el sexenio: impunidad total a los parientes que estén haciendo negocio. Los que están vendiendo los materiales del Tren Maya juguetean con la idea de que se va a descarrila­r. El precedente de la Línea 12 del Metro es terrible. Una tragedia con muertes de ciudadanos que ni la debían ni la temían, los responsabl­es impunes y la denostada fue la empresa de investigac­ión que el Gobierno de Sheinbaum contrató porque tuvo la osadía de culpar al propio Gobierno de Sheinbaum. Ahora la lupa está en el Tren Maya. Y la peligrosa advertenci­a sobre la mesa.

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