El Informador

Guerrero, ¿pasado o futuro?

- diego.petersen@informador.com.mx Diego Petersen Farah

Pocos Estados de la República son tan difíciles de entender como Guerrero. Los criterios de análisis que nos sirven para otros Estados como Michoacán, Oaxaca, Guanajuato, Jalisco o Zacatecas resultan inútiles en un Estado donde ha costado trabajo el desarrollo de institucio­nes y donde los cacicazgos no son la excepción sino la regla. Un Estado donde conviven los grados más alarmantes de pobreza extrema del país y fraccionam­ientos de playa de gran lujo en Acapulco. Una tierra donde las armas y la violencia están ancladas en la historia.

El asesinato de un joven estudiante de Ayotzinapa la semana pasada a manos de la Policía estatal y el video de elementos del crimen organizado “tableando”, literalmen­te, a dos choferes de transporte público de Acapulco por no plegarse a las normas, no las del municipio sino las del crimen organizado, prendieron los focos rojos sobre la gobernabil­idad de un Estado gobernado por una mujer, Evelyn Salgado, que vive a la sombra de su padre, Félix Salgado, el nuevo cacique, quien no pudo ser candidato por brincarse las normas electorale­s más básicas y que carga con acusacione­s de violación y acoso.

Es cierto, la historia violenta de Guerrero no comenzó con los Salgado, como también lo es que en ningún Estado es tan evidente y claro el control que tiene el crimen organizado y la debilidad de las institucio­nes estatales. Además de la tragedia humanitari­a, el huracán “Otis” desnudó las verdaderas estructura­s de poder de Guerrero. En ningún Estado de la República se manifiesta tan nítidament­e el control que tiene el crimen organizado ya no de los delitos de alto impacto sino de la vida cotidiana como en éste. Tomaron el control de Acapulco desde el día posterior al huracán y cada día es más evidente; tienen control de las policías estatal y municipale­s, como quedó claro desde la desaparici­ón de los estudiante­s y al menos la complicida­d de las Fuerzas Armadas, como también quedó en evidencia en la Noche de Iguala.

El asesinato de Joaquín Alonso Piedra, quien fuera el suegro de la hoy gobernador­a y líder reconocido del crimen organizado, el pasado 4 de marzo, evidenció la relación de los Salgado con la maña y de la disputa que se vive en Guerrero. El asesinato del joven estudiante Yanqui Gómez Peralta a manos de la Policía estatal -que sembró pruebas y mintió con absoluta impunidadp­uso en evidencia la impunidad y la corrupción de la corporació­n de la que la gobernador­a es jefa suprema.

¿Guerrero es el pasado o el futuro? En muchos sentidos representa el atraso político, pero en otros es la muestra de lo que puede suceder si en lugar de fortalecer las institucio­nes las debilitamo­s, si no entendemos que el crimen organizado es ya, en muchas zonas del país, un Estado paralelo.

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