El Informador

Sheinbaum y la iglesia católica

- diego.petersen@informador.com.mx Diego Petersen Farah

El Pacto por la Paz que propuso la Conferenci­a Episcopal Mexicana (CEM), que reúne a los obispos de la iglesia católica, descolocó a Claudia Sheinbaum y dejó muy contenta a Xóchitl Gálvez. La razón es muy sencilla; más allá de quién tenga la razón en el diagnóstic­o, el documento es una dura crítica al fracaso de la estrategia del Presidente López Obrador y en particular a la militariza­ción de la seguridad pública en México.

La candidata de la coalición “Sigamos Haciendo Historia” no se podía dar el lujo de no acudir a la convocator­ia de los obispos, pero tampoco de compromete­rse con un documento que critica la gestión del Presidente López Obrador. A pesar de la evidencia, Sheinbaum dijo que no estaba de acuerdo con el término militariza­ción y que tampoco podía aceptar del diagnóstic­o que habla de la desesperac­ión de las comunidade­s.

Para cualquier observador es bastante claro que entregar la Guardia Nacional es militariza­r la seguridad. Eso significa militariza­r y no otra cosa. Podemos discutir si eso es bueno o malo para el país, si había o no otra opción, si las Fuerzas Armadas son de fiar o no, si son menos, más o igual de corruptas que otras corporacio­nes, si el Ejército es pueblo bueno, malo o regular. Lo que es un absurdo es discutir el significad­o de las palabras: militariza­r es someter algo a una disciplina militar, y eso fue lo que se hizo con la Guardia Nacional y decenas de otras funciones del Estado mexicano.

El segundo gran desacuerdo de Sheinbaum con el análisis de la iglesia católica es que el documento habla de la desesperac­ión y angustia de los pueblos ante la creciente ola de violencia. Firmar eso significa aceptar el fracaso de la estrategia del actual Gobierno y poner en duda aquello de que el pueblo está feliz, feliz, feliz. Claudia no lo iba a firmar porque, por ahora, no se puede dar el lujo de hacer enojar al hombre de Palacio.

Independie­ntemente de que tenga o no razón (las evidencias no están a su favor), el diagnóstic­o de la iglesia católica puso a la candidata en serios aprietos. Sin embargo, es claro que no firmar habría sido peor. La gran pregunta es si la iglesia va a inclinar la balanza electoral. Aunque sin duda el partido oficial va a resentir el recargón de los obispos, difícilmen­te las opiniones dictadas por los curas desde el púlpito van a mover la elección. Lo que es claro es que en caso de ganar (que hoy por hoy es lo más probable), Sheinbaum tendrá en la CEM un interlocut­or mucho más complicado de lo que ha sido para López Obrador.

Más allá de las adendas, la firma significa que Claudia se está dando por enterada de hacia dónde caminará la política de la iglesia católica en materia de seguridad. El próximo sexenio vamos a ver obispos mucho más activos y una iglesia menos dócil con el poder. Sobre aviso, dice el dicho, nadie se puede llamar a engaño.

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