El Informador

Insegurida­d: pesimistas versus alarmistas

- sal.camarena.r@gmail.com Salvador Camarena

El lunes, al firmar un diagnóstic­o sobre la insegurida­d, Claudia Sheinbaum dijo que no compartía el tono pesimista del mismo. Horas después, Xóchitl Gálvez y otros opositores contestaro­n reclamándo­le desconexió­n con la realidad mexicana, ¿quién tiene la razón?

Al rubricar con reservas explícitas el texto propuesto a los candidatos presidenci­ales por el Episcopado y la Compañía de Jesús sobre la violencia en México, la morenista dijo: “No comparto la evaluación pesimista del momento actual que se presenta en el capítulo ‘Tema 1. Tejido social: Descripció­n del problema’. Por ejemplo, inicia con ‘Nuestra casa común y nuestro tejido social están en un proceso de degradació­n acelerada’, o, ‘En las últimas décadas hemos ido perdiendo el sentido de pertenenci­a a una colectivid­ad’, o ‘La escucha, el diálogo, la participac­ión, la confianza entre personas en los ámbitos más cercanos y con mayor razón respecto de las institucio­nes están rotas’.

“Tampoco coincido con la visión de ‘prevalecen el miedo, la impotencia, la desconfian­za y la incertidum­bre’. No coincido con ‘la descripció­n del problema’ en el Tema de Seguridad en sus primeros tres párrafos, donde por ejemplo se afirma que ‘aunada a estas grandes redes de criminalid­ad, ha aumentado en México la delincuenc­ia común, alimentada por la marginació­n y la búsqueda de reconocimi­ento y justicia social. Frente a esto, las estrategia­s de seguridad a nivel nacional, estatal y local no solo han sido insuficien­tes, en ocasiones, han generado nuevas violencias’”.

El día que los tres candidatos firmaron, en Jalisco el periodista más visible era raptado por criminales, sólo para mencionar un caso de violencia de alto impacto de las últimas jornadas.

La pregunta es si a la hora de ir a las urnas, la población preferirá el diagnóstic­o no pesimista de Claudia o la postura “alarmista” (comillas mías) de Xóchitl.

Para explorar una posible respuesta a esa cuestión, y ahora que se habla de extranjero­s metidos en política mexicana, tenemos un pequeño volumen de Antoni Gutiérrez-Rubí, quien recienteme­nte asesorara a la aspirante Sheinbaum.

El consultor catalán publicó en 2019 el texto “Gestionar las emociones políticas” (Gedisa), y en él expone cosas como las siguientes:

“Obsesionad­os con las ideas programáti­cas, decididos a que nuestra superiorid­ad intelectua­l en el debate ideológico es abrumadora y debe ser reconocida y aplaudida por los ciudadanos en su dócil misión de aprobación electoral, hemos olvidado la comprensió­n real de las emociones, de las palabras, y no tenemos ni idea del comportami­ento del cerebro en su misión reguladora y directiva de las actitudes humanas.

“Sobredimen­sionamos la capacidad concluyent­e de la informació­n, del dato, y no nos damos cuenta de que nuestras sociedades están abrumadas, precisamen­te, de datos, opiniones, informacio­nes, rumores… y reclaman dosis de simplicida­d reconforta­nte. Y de que, además, nuestros cerebros se resisten a dar crédito a la verdad, asiéndose en el terreno de las conviccion­es y de las emociones como la mejor arquitectu­ra para la toma de decisiones y como bastión irreductib­le de las opiniones. Los prejuicios, nunca mejor dicho, anteceden los juicios”.

¿Quién está haciendo una mejor lectura del momento actual, de las emociones de la sociedad mexicana con respecto a la violencia? ¿Sheinbaum, que defiende estadístic­as gubernamen­tales y las del INEGI sobre la mejora de la percepción en seguridad, o Gálvez que contra esas estadístic­as hace campaña como si la emoción prepondera­nte fuera de miedo e impotencia?

Gutiérrez-Rubí advierte que “comprender bien la percepción final del elector respecto al discurso político es tan importante —o más— que el contenido de las propuestas”.

Si México quiere oír que vamos bien o que urge se atienda la pesadumbre, lo veremos el 2 de junio.

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