El Informador

México está descubrien­do a Fiat

- Sergio Oliveira oliveirase­rg@gmail.com

Yo era un adolescent­e cuando, en la segunda mitad de los años 70 del siglo pasado, Fiat inició sus operacione­s en Brasil. Para mi generación, la marca italiana representa­ba algo diferente, una forma distinta de hacer las cosas. Para empezar, no se ubicó en São Paulo, donde estaban todas las demás, sino en Betim, Minas Gerais.

Sus autos eran compactos pero con buen espacio interior. Para aprovechar mejor el espacio, por ejemplo, la llanta de repuesto iba en el compartimi­ento del motor del 147, el primer auto de la marca en el país, el cual convencí a mi madre de comprar. Fue el inicio de su larga relación con la marca Fiat, que renovaba cada tres años hasta el último auto que adquirió, ya con más de 80 años de edad en la época. La historia de mi madre y mía con Fiat es similar a la de muchos brasileños, tanto que los italianos tengan hoy nada menos que el 20% del mercado en ese país. Con México, sin embargo, el romance fue mucho más turbulento, aunque parece que ahora se están entendiend­o.

Apenas empezaba este milenio cuando Fiat llegó a suelo mexicano, entonces de la mano de su socio comercial, General Motors. Todo parecía ir por buen camino hasta que GM vendió su participac­ión en la marca, inyectando un capital muy bien aprovechad­o por Sergio Marchionne, quien usó los dos mil millones de dólares para reestructu­rar la empresa globalment­e, pero no en México, Fiat aquí quedó casi dos años con un panorama no muy definido. Hasta que un grupo de inversioni­stas decidió importarlo­s.

Otra vez la marca agarró buen vuelo, las agencias crecieron en número y los Fiat se veían en la calle, pero sin la fuerza de la marca para solidifica­rla. Pero el destino, de nueva cuenta, tenía otras intencione­s. Y en 2010, Fiat compra a Chrysler, creando FCA y antes de que Fiat volviera a un buen ritmo, sufrió un rato mientras se sortearon obstáculos legales con los importador­es y se definió una estrategia para la marca. De nuevo, aunque momentánea­mente, los clientes de Fiat quedaron sin la certeza de contar con servicio y refaccione­s de forma adecuada, otro duro golpe para una relación tumultuosa desde el principio.

Presente y futuro

Cuando PSA entró en el juego y FCA pasó a ser Stellantis, parecía que nuevamente el destino jugaba en contra de esa relación entre los mexicanos y la marca Fiat, pero afortunada­mente no fue así y los cambios no sólo no se mostraron drásticos, sino que fueron, poco a poco, ayudando a fortalecer la relación de la gente con la marca. Porque los motivos que hicieron que los brasileños abrazaran a Fiat, ahí están, y son suficiente­s para que los mexicanos también tengan con ella una relación más sólida y estrecha.

Los autos son compactos, de buen manejo, comodidad y fiabilidad, además de un buen consumo de combustibl­e. El que haya ido a Brasil en algún momento en los últimos 40 años sabe que, al tomar un taxi, de plataforma o no, casi seguro le tocará un Fiat. El que depende de un auto para trabajar, sabe que necesita contar con él siempre.

Lo que no ha habido aquí es constancia ni presencia territoria­l, lo que ahora, con 146 sucursales de Stellantis en México, ya es distinto. Desde 2020, Fiat México renovó su gama de productos y uno de ellos, el Pulse, durante todo el año pasado, fue más vendido que el VW Nivus, por ejemplo. Ahora, con la llegada de la versión deportiva Abarth, sin duda habrá más gente con ganas de poner uno en su cochera. Esa mayor presencia y la relación más constante de los mexicanos con Fiat ya está rindiendo sus frutos, tanto que, pese a la invasión de marcas y vehículos chinos durante el año pasado en territorio mexicano, los italianos lograron crecer cerca de un 60% sus ventas, aumentando su participac­ión en el mercado nacional.

Claro, esto no sólo se debe a los nuevos productos y la mayor presencia territoria­l, también es fruto del reposicion­amiento de precios que ayudó a que más gente tuviera acceso a ellos. No sé si también les pasa, pero yo veo cada vez más autos de Fiat en las calles mexicanas y esto, debido a mi historia con la marca, me pone particular­mente contento. Es como encontrar una buena caipirinha en un bar mexicano. O un magnífico taco en Río de Janeiro.

Los autos son compactos, de buen manejo, comodidad y fiabilidad, además de un buen consumo de combustibl­e

Apenas empezaba este milenio cuando Fiat llegó a suelo mexicano, entonces de la mano de su socio comercial, General Motors

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