No funcionó: Pierden ante Netanyahu
WASHINGTON.- En la práctica, mantenerse al margen de las elecciones de los aliados ha sido más un valor estadounidense profeso que un protocolo consagrado.
Los líderes estadounidenses han demostrado con frecuencia un enfoque de “equipo de primera contra equipo de segunda división” respecto a su injerencia más o menos descarada en la política interna de sus amigos, dice Edward Frantz, historiador de la Universidad de Indianápolis.
Cuanto más grande sea la economía del aliado, menos probable es que los líderes estadounidenses se entrometan abiertamente en sus elecciones.
“Los políticos estadounidenses quieren tener las dos cosas”, explicó Frantz. “Hay momentos en los que los líderes estadounidenses desean y necesitan hablar y expresar su opinión. Pero hay motivos para mantenerse fuera de los límites en las elecciones. Tampoco quieres que los gobiernos extranjeros interfieran en nuestra propia política interna”.
Los límites se han vuelto más borrosos en los últimos años y han sido puestos a prueba por la forma en que los líderes mundiales abordan la revancha entre Biden y Trump en noviembre.
Durante una visita a la Casa Blanca con motivo del 25 aniversario de la adhesión de Polonia a la OTAN, el primer ministro polaco, Donald Tusk, no ocultó su deseo de ver que Biden ganara otro mandato.
“Quiero que sepa que su campaña de hace cuatro años fue realmente inspiradora para mí y para muchos polacos”, le expresó Tusk, con el presidente polaco conservador Andrzej Duda a su lado. “Y nos sentimos alentados ... tras su victoria. Gracias por su determinación. Fue algo realmente importante, no sólo para Estados Unidos”. AP