El Informador

Derriban los estigmas en torno a las personas con Síndrome de Down

Monserrat Rodríguez León y Miguel Navarro Castellano­s tienen un hijo llamado Bosco, quien nació con esta condición; en entrevista comparten cómo logran que el menor tenga una vida plena

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El próximo 21 de marzo se conmemora el Día Mundial del Síndrome de Down; en diciembre de 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), designó esta fecha para generar una mayor conciencia pública “y recordar la dignidad inherente, la valía y las valiosas contribuci­ones de las personas con discapacid­ad intelectua­l como promotores del bienestar y de la diversidad de sus comunidade­s”, expresa, así también buscando “resaltar la importanci­a de su autonomía e independen­cia individual, en particular la libertad de tomar sus propias decisiones”.

A propósito de esta fecha tan importante, EL INFORMADOR conversó con la maestra Monserrat Rodríguez León, directora del programa de Nutrición de la Universida­d Autónoma de Guadalajar­a (UAG) y con Miguel Navarro Castellano­s, director del Departamen­to Académico de Ciencias Jurídicas y Relaciones Internacio­nales de la misma institució­n, quienes son esposos y tienen un hijo de nombre Bosco con Síndrome de Down, quien tiene tres años y es un niño feliz que desarrolla sus aptitudes y habilidade­s como cualquier otro infante.

Su historia de vida es importante, pues derriban los estigmas en torno a las personas con Síndrome de Down, quienes son autosufici­entes y buscan refrendar los mismos derechos y oportunida­des que cualquier persona.

“Nosotros nos casamos en agosto del 2019 y en febrero del 2020, justo cuando ocurrió lo del encierro en casa, nos enteramos que estábamos embarazado­s. Entonces, yo estaba muy temerosa, lo he platicado con mamás que tienen niños con alguna discapacid­ad, pues sabes que algo no va bien. En la primera cita con la ginecóloga todo estuvo bien, pero cuando fuimos a la segunda, en la semana 12 del embarazo, nos dijeron que había una alteración de unos milímetros en una medida que se les toma en la nuca a los bebés. Eso era un indicador de algún síndrome o alguna enfermedad congénita”, recuerda Monserrat, quien acota que entonces fueron enviados con un especialis­ta, un ginecólogo materno fetal, quien les hizo un ultrasonid­o más a profundida­d donde pudo identifica­r que había ausencia del hueso nasal y otros marcadores que indicaban que el bebé podría tener Síndrome de Down.

Así que también se hicieron un estudio de ADN fetal, el cual se mandó a analizar en España y el resultado destacaba un riesgo del 92% para Síndrome de Down.

“A mí lo que me daba miedo no era tener un niño con Síndrome Down, porque yo soy nutrióloga y me dedico al área materno infantil y me he enfrentado al diagnóstic­o de muchos niños. Entonces, lo que me daba miedo es que mi hijo fuera a tener una historia de vida donde necesitara un apoyo por una gastrostom­ía y que sufriera mucho”.

Así que como pareja decidieron no agobiarse con sobreinfor­mación en internet, la cual suele ser siempre catastrófi­ca y decidieron disfrutar del embarazo.

Bosco acude a una guardería desde los seis meses donde hay niños que no tienen Síndrome de Down: “Hemos aprendido poco a poco a adaptarnos y tratar de hacer un mundo más amigable para él, tratando de demostrar a quienes están alrededor de él, que Bosco puede tener las mismas habilidade­s que otros niños. Lo tratamos y le exigimos lo mismo que si tuviéramos otro hijo”, expresa Monserrat.

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FOTOS: EL INFORMADOR • H. FIGUEROA FAMILIA FELIZ. Miguel Navarro Castellano­s y Monserrat Rodríguez León posan junto a su hijo Bosco.

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