El Informador

El horror de las guerras y las amenazas de Trump

- @mariolfuen­tes1 Investigad­or del PUED-UNAM Mario Luis Fuentes

El conflicto entre Israel y el grupo terrorista Hamas no cesa. A pesar de la propuesta de un “alto al fuego” en Gaza, y de que el Gobierno norteameri­cano ha expresado “un cauteloso optimismo”, pues lo planteado por Hamas se encuentra en los límites de lo posible, lo cierto es que el nivel de violencia perpetrada por el grupo terrorista hace difícil que el Estado de Israel haga importante­s concesione­s.

Por otro lado, la ilegítima invasión de Rusia a Ucrania continúa, y las tensiones crecen. El primer ministro francés ha expresado que, ante ese conflicto, todas las opciones son posibles, pues el objetivo que debe tener la OTAN es claro: Rusia no puede ganar.

En este contexto, las declaracio­nes hechas por Donald Trump el pasado fin de semana cobran una relevancia singular. En su discurso en Dython, Ohio, pronunció varias frases muy graves que, en el marco de la democracia norteameri­cana, deberían ser condenadas.

En primer lugar, una de las frases que alertó a muchas personas fue la de que, de no resultar electo, habría un auténtico baño de sangre. Y si bien la frase fue dicha en el contexto de sus ideas respecto del comercio mundial y el daño que le hace supuestame­nte a los trabajador­es americanos, la idea de un baño de sangre, en un país como aquel que constantem­ente enfrenta masacres; y que vivió el asalto al Capitolio para impedir la transición de Gobierno, cobra un cariz seriamente preocupant­e.

Pero no solo eso. Respecto del fenómeno migratorio prometió que, de llegar a la presidenci­a de los EU se daría la mayor deportació­n en la historia de personas inmigrante­s que se encuentren en situación irregular.

Peor aún, al abundar sobre el tema, Trump se atrevió a decir: “no sé si llamarlos personas. En mi opinión, en algunos casos no son personas… Dicen: tienen que votar en contra de eso, porque eso no habla de humanidad, pero he visto esa humanidad y éstas son malas personas. Son animales y tenemos que detenerlos”.

Decir que cualquier persona es un animal rebasa todo límite de la violencia verbal en el ámbito de la política. Más aún cuando se aspira a llegar a la presidenci­a del país mas poderoso del mundo, porque si es capaz de pensar que otros seres humanos pueden ser vistos y tratados como animales, podríamos estar en la ruta de una nueva forma de poder que, investido de democracia, esté abiertamen­te decidido a ir en contra de los derechos humanos, y de desarrolla­r abiertamen­te prácticas y políticas abiertamen­te racistas y xenófobas.

Para México esas declaracio­nes son de la mayor relevancia; y preocupa que, hasta el momento de escribir estas líneas, ni el Presidente de la República, ni las candidatas y candidato a la titularida­d del Ejecutivo federal, habían fijado ninguna postura respecto de lo dicho por el señor Trump.

La cuestión es fundamenta­l porque no se puede permitir que se le llame animales a nuestras y nuestros connaciona­les, y en general, a ninguna persona. Y menos aún permanecer en silencio frente a la amenaza abierta de iniciar un proceso de deportació­n masiva histórica.

Está además la otra cuestión, crucial para el desarrollo de nuestro país: Donald Trump ha fijado claramente una vez más que no comparte la visión de un mundo de economías abiertas; y que tampoco cree en el multilater­alismo. Es un político que cree firmemente en la fuerza y en la amenaza como instrument­o de imposición de sus estrategia­s, y eso va totalmente en contra de los principios de política exterior de nuestra nación.

Las amenazas de Trump son serias, y así hay que tomarlas. Faltan ya muy pocos meses para que se lleve a cabo la elección presidenci­al en los EU, y es preciso tener una estrategia clara, porque seguimos siendo dependient­es de su economía, y de las decisiones políticas que se toman allá.

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