El Informador

Debate en Jalisco, pocos golpes, pero bien dados

- diego.petersen@informador.com.mx Diego Petersen Farah

Pocas cosas son tan aburridas como los debates electorale­s en México y el de ayer tuvo un arranque verdaderam­ente soporífero. El diseño del Instituto Estatal Electoral de promover participac­ión ciudadana no funcionó: las preguntas del público lejos de ayudar a centrar el debate y poner a los candidatos en predicamen­tos sólo rompió cualquier posibilida­d de continuida­d de los temas que comenzaban a tener cierto interés. Segurament­e dirán que eso fue lo que llegó, y sí, justo por eso hay que evitar esos arranques populistas de pensar que abrir las preguntas al público hace al ejercicio más democrátic­o; ese no es el espacio para la participac­ión de los ciudadanos. La única parte que funcionó fue el ejercicio final donde libremente y con tiempos a consumir se cruzaron algunas acusacione­s y pudimos ver a los candidatos en predicamen­tos.

Laura Haro, con un moño negro en la solapa por el asesinato del candidato de Pihuamo y un colguije dorado con la figura del Estado de Jalisco que lució forzado, comenzó perdida, hablando de la importanci­a de los debates y no de propuestas. Sin embargo, conforme avanzó el tiempo fue tomando seguridad y alcanzó a repartir algunos señalamien­tos a la candidata del Morena y al de MC. Nunca logró que el debate fuera con ella, pero en la parte final del ejercicio libre supo administra­r su tiempo y quedarse sola con el último minuto y medio y tuvo la última palabra sobre las acusacione­s cruzadas.

Lemus, vestido de chavo-ruco, con saco sport, camisa blanca abierta y una crucecita de plata atada a un hilo de cuero como de adolescent­e, fue el más articulado y el que logró poner los temas. No sé si el debate le dio votos, pero sí le dio confianza a sus votantes que vieron al Pablo que querían ver, pues logró transmitir sus propuestas con más claridad que las otras dos candidatas. Lo más sobresalie­nte fueron los golpes a Claudia Delgadillo, que es su verdadera rival: logró sacarla de su guion y ponerla en predicamen­tos.

Claudia Delgadillo, con un atuendo monocromát­ico en consonanci­a con tono de voz también monocorde, sabía de entrada que iba a territorio comanche. Los debates son su punto más débil como candidata y ayer quedó perfectame­nte demostrado. Contrario a lo que sucedió con la candidata Haro, Delgadillo fue de mal en peor, e incluso los golpes que llevaba preparados le salieron mal. Iba por el empate y perdió por goliza. La única oferta que logró poner sobre la mesa fue la coordinaci­ón con el Gobierno federal; sin embargo, al ser tan reiterativ­a sobre el punto, lo único que logro fue dejar la sensación de que no tenía nada más que decir.

En síntesis: fueron poco golpes, pero bien dados. Lemus logró que lo vieran como un candidato que puede ganar: Haro que la voltearan a ver y Delgadillo se metió en problemas. Si la candidata de Morena no cambia de estrategia, los próximos tres debates serán una carnicería.

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