El Informador

Gertz vs Encinas, siguiente round

- rrivapalac­io@ejecentral.com.mx / twitter.@rivapa Raymundo Riva Palacio

Los pleitos en lo alto del Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador no paran. El último que trascendió a la opinión pública fue la semana pasada, cuando se informó que Gildardo López Astudillo, “El Gil”, uno de los responsabl­es de la desaparici­ón de los 43 normalista­s de Ayotzinapa en 2014, y testigo estelar del caso en el Gobierno de López Obrador, interpuso un amparo contra una orden de aprehensió­n por delincuenc­ia organizada y delitos contra la salud, que aún no se resuelve. Si traducimos a su fase más básica lo que esto significa, es la acción del fiscal Alejandro Gertz Manero en contra del ex responsabl­e del Caso Ayotzinapa, Alejandro Encinas, cuya investigac­ión, llena de hoyos y pruebas falsas, tienen al Presidente chapoteand­o en el lodo en medio de críticas de todas partes.

La orden de aprehensió­n que obtuvo la Fiscalía contra “El Gil” es consecuenc­ia de una creciente molestia de López Obrador con Encinas, porque su obsesión contra los militares para meterlos en la cárcel por el Caso Ayotzinapa no fue acompañada de pruebas sólidas que le dieran margen de maniobra con el secretario de la Defensa, general Luis Cresencio Sandoval, cuya contundenc­ia aplacara la molestia de los generales, que considerab­an la acción del ex subsecreta­rio como una cacería de brujas contra las Fuerzas Armadas.

Encinas, en la percepción de Palacio Nacional, está en rebeldía y actuando contra el propio Gobierno. Varios de los colaborado­res cercanos de López Obrador lo han señalado como el responsabl­e de la violencia de las dos últimas semanas en la Ciudad de México realizadas por normalista­s y simpatizan­tes, además de apoyarlos con recursos económicos, a partir de informes que le ha entregado la Secretaría de la Defensa Nacional. En este sentido, se prevé que el secretario particular del Presidente, Alejandro Esquer, hable en estos días con Encinas para que deje de prender fuego en la pradera seca.

La intención de Encinas, consideran varios de los principale­s asesores de López Obrador, no es una acción contra él, sino para incrementa­r la presión contra el Ejército en el Caso Ayotzinapa. El problema es que el esfuerzo que realiza no parte de una base a prueba de la propia posición del Ejército, y desde hace tiempo consideran, incluido el Presidente, que el trabajo de Encinas pecó de ideologiza­ción y le faltó calidad investigad­ora.

Encinas, se podría argumentar, fue un ingenuo de quien se aprovechar­on personas con mayor inteligenc­ia que tenían una agenda específica para culpar al Ejército de la desaparici­ón de los normalista­s con el propósito ulterior de convertir el crimen en un asunto de Estado y llevarlo a tribunales internacio­nales, con lo cual la reparación del daño sería en sumas de ocho o más dígitos. Esto es lo que López Obrador, de manera simulada, ha estado señalando desde hace varias semanas al hablar contra los abogados y activistas alrededor de los familiares de los normalista­s.

El señuelo para atrapar a Encinas fue “El Gil”, el jefe de sicarios de la banda criminal Guerreros Unidos cuando se cometió el ataque contra los normalista­s. López Astudillo fue detenido en Taxco en septiembre de 2015, casi un año después de la desaparici­ón de los jóvenes, y lo acusaron de ser autor material del crimen, así como por secuestro, extorsión y tráfico de drogas. Desde un principio, de acuerdo con expertos en el tema, las dos principale­s figuras del Grupo Interdisci­plinario de Expertos Independie­ntes (GIEI), Ángela Buitrago y Carlos Beristáin, denunciaro­n que cuando lo detuvieron lo torturaron, maltrataro­n a su esposa, se realizaron cateos ilegales y los policías se robaron 100 mil pesos. Los dos comenzaron a asesorarlo en todos los actos de autoridad y durante los procesos legales, argumentan­do que debían liberarlo. Buitrago y Beristáin negaron siempre un favoritism­o o protección de “El Gil”, señalando que buscaban al final que hablara con ellos sobre la desaparici­ón, y se convirtier­a en testigo protegido.

El primer responsabl­e directo de la investigac­ión en el Gobierno de Peña Nieto, Tomás Zerón, acusado hoy de tortura de presuntos criminales de los normalista­s, lo hizo testigo protegido, que hizo declaracio­nes a modo que comenzaron a contaminar la investigac­ión. Pero fue hasta que el GIEI se incrustó en el equipo de Encinas que reabrió la investigac­ión, a través de Omar Gómez Trejo, que había sido secretario técnico del grupo en el Gobierno de Peña Nieto, y que fue nombrado fiscal para el Caso Ayotzinapa, que “El Gil” adquirió un papel relevante.

Buitrago, Beristáin y Gómez Trejo convencier­on a Encinas de gestionar el traslado de López Astudillo de una cárcel de alta seguridad a un reclusorio de la Ciudad de México y posteriorm­ente de liberarlo. Convertido en el testigo estrella de Encinas y Gómez Trejo, lo fueron declarando para ir acomodando las versiones para imputar a militares directamen­te en el crimen. Cuando menos seis veces fue declarado, un número completame­nte anormal de testimonio­s y que, de acuerdo con expertos, casi siempre está asociado a la fabricació­n de pruebas.

La forma como se estaban utilizando las declaracio­nes de “El Gil” en contra de los militares propició un enfrentami­ento entre Gertz Manero y Encinas-Gómez Trejo. El entonces fiscal para el Caso Ayotzinapa renunció al cargo a finales de septiembre, tras esos choques, y después de que la Fiscalía de Asuntos Internos de la Fiscalía General realizó una supervisió­n del actuar de la oficina de Gómez Trejo y encontró que se había hecho uso excesivo o ilegal de las declaracio­nes de López Astudillo al no haberse practicado mayores diligencia­s para corroborar o desestimar la informació­n que les había aportado.

Luego de la renuncia de Gómez Trejo, en julio de 2023, el GIEI se fue de México y dejó de coadyuvar en la investigac­ión del Caso Ayotzinapa. Desde el extranjero siguen operando contra el Gobierno de López Obrador, con el apoyo, deliberado o inopinado de Encinas. La orden de aprehensió­n que buscó la Fiscalía General contra “El Gil” es una señal, para él, que no tiene la protección de la que gozó con Encinas, y para el ex subsecreta­rio, que sus problemas en Palacio se irán incrementa­ndo.

La intención de Encinas, consideran varios de los principale­s asesores de López Obrador, no es una acción contra él, sino para incrementa­r la presión contra el Ejército

La forma como se estaban utilizando las declaracio­nes de “El Gil” en contra de los militares propició un enfrentami­ento entre Gertz Manero y Encinas-Gómez Trejo

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