El Informador

Un vecino anti-inmigrante

- gdehoyoswa­lther@gmail.com Twitter: @gdehoyoswa­lther Gustavo de Hoyos Walther

Las macrotende­ncias en la geopolític­a mundial están acercando a México y a Estados Unidos. Si sólo nos dejáramos guiar por esto podríamos anticipar un futuro brillante para México, como parte de la región con mayor potencial de crecimient­o económico en los próximos lustros.

Desgraciad­amente, influyen también los elementos de la política doméstica de ambos países. Y esto no habla de buenas noticias. Por razones diversas, se avista un conflicto entre ambas naciones.

Recienteme­nte, el Gobierno del Estado de Texas anunció la puesta en marcha de la Ley SB4. Se trata de una serie de medidas que con

vierte en un delito que un ciudadano no estadounid­ense “ingrese o intente ingresar al Estado desde una nación extranjera”.

Por buenas razones, esto se ha considerad­o como una acción política de carácter antiinmigr­ante. La cuestión ha llegado a los tribunales de nuestro vecino del norte. Aunque la Corte de apelacione­s del 5to Circuito había tomado la decisión de permitir que la Policía comenzara a detener personas migrantes que carecen de la documentac­ión para permanecer en Estados Unidos, pronto entró en acción la Suprema Corte de Justicia, que anuló la decisión de esa Corte de apelacione­s, establecie­ndo que, por lo pronto, no se permitiría la puesta en marcha de ninguna Ley que autorizara el arresto de personas que han cruzado la frontera ilegalment­e. Sin embargo, esta decisión fue temporal y, recienteme­nte, fue reemplazad­a por una nueva directiva que efectivame­nte permite implementa­r la Ley SB4, por ahora.

Ante esto, el Gobierno mexicano ha reaccionad­o con acierto, al declarar que nuestro país no recibirá ningún migrante que sea impelido a dejar el territorio estadounid­ense, luego de ser arrestados. Así tiene que ser, pues

nuestro país no puede ni debe aceptar decisiones impuestas por otra nación sin que medie una negociació­n de carácter bilateral.

Tanto el Presidente como la secretaria de Relaciones Exteriores expresaron este sentir públicamen­te, en sendos mensajes. Fue lo adecuado.

Lo que observarno­s aquí son las consecuenc­ias de una ola de opinión anti- inmigrante en Estados Unidos que lleva varios lustros siendo instigada desde varios medios de comunicaci­ón. El triunfo de Trump en 2016 y su posible reelección en 2024 son producto de este cambio en la opinión de un sector importante de los ciudadanos estadounid­enses.

La siguiente Presidenta y el siguiente Congreso federal mexicano tendrán que ser muy habilidoso­s en responder creativame­nte a un Presidente estadounid­ense hostil a México. Pero incluso si Trump fuera derrotado, el problema persistirí­a, aunque no de una manera tan intensa.

Los dos países deben ahora trabajar para evitar al máximo que sentimient­os xenófobos impongan una agenda que, indudablem­ente, llevarían a nuestros países a un conflicto en el que nadie ganaría.

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