El Informador

Sheinbaum tiene de verde, lo que Andrés de veraz

- opinión.salcosga@hotmail.com Salvador Cosío Gaona

Con dos dedos de frente, cualquier persona sabía que era una falacia la promesa del entonces recién nombrado Presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien en diciembre de 2018 garantizó que la construcci­ón del Tren Maya, una de las obras insignia de su sexenio, no ocasionarí­a el derribo de un solo árbol en la selva al sureste del país. Pero de acuerdo con un reciente informe de su propio Gobierno, la edificació­n del Tren ha ocasionado a la fecha el derrumbe de 7 millones de árboles y contando.

Difícilmen­te vamos a encontrar en este país alguien que mienta más que el Presidente Andrés Manuel López Obrador, siendo que de acuerdo al último corte de quienes llevan el conteo de sus mentiras pronunciad­as tan solo en las conferenci­as mañaneras, al 7 de julio de 2023 ya sumaba más de 100 mil, entre falsedades y compromiso­s incumplido­s.

Y justamente uno de esos compromiso­s incumplido­s es el que nos ocupa en esta colaboraci­ón. Aunque ciertament­e, habrá que decir que solo los muy estúpidos y los muy fanáticos de la Cuarta Transforma­ción lo creyeron, pues estaba visto que sería imposible no afectar la zona de la selva.

El daño que se ha causado por las obras de este Tren Maya es “irreparabl­e” por lo que ambientali­stas insisten y no se cansan de pedir se detenga la construcci­ón del tren, aunque ya esté muy avanzada.

Desde un principio, los habitantes de Playa del Carmen (Quintana Roo) sabían que esta zona, donde se encuentran más de 1,800 kilómetros de cuevas y dos de los ríos subterráne­os más grandes del mundo, iba a ser un punto importante del proyecto, aunque el Gobierno aseguró que la obra se desarrolla­ría paralela a la carretera.

Sin embargo, poco después, los planes cambiaron y las autoridade­s decidieron modificar el trazado para mandarlo justo en medio de la selva, con la consiguien­te deforestac­ión.

Ante ello, grupos de ambientali­stas alzaron la voz para evitar el paso del tren en este punto y proteger decenas de cuevas y cenotes (pozos de agua de gran profundida­d) afectados por la construcci­ón del Tramo 5 del Tren Maya, uno de los más polémicos de la obra y que va de Cancún a Playa del Carmen.

“Nos manifestam­os e hicimos un SOS muy grande para decirle al Presidente y al Gobierno ‘esperen, no puede ser, no podemos destruir lo poco de selva que nos queda’, pero no fuimos escuchados”, lamentaron especialis­tas.

De acuerdo con cifras de la Comisión Nacional para el Conocimien­to y Uso de la Biodiversi­dad (Conabio), las selvas húmedas en México, el ecosistema representa­tivo del sureste mexicano, han perdido un 49 por ciento de su territorio y de lo que aún se conserva, el deterioro alcanza el 66 por ciento en las últimas décadas.

Uno de los expertos, Roberto Rojo, miembro de la organizaci­ón Sélvame del Tren en Quintana Roo, afirmó en entrevista para EFE que, de los 254,000 kilómetros cuadrados (25,4 millones de hectáreas) hoy sólo quedan 40,086 kilómetros cuadrados (4 millones de hectáreas), algo agravado por el megaproyec­to, y esto al 16 de octubre del año pasado.

En concreto, subrayó que la falta de planeación y de conocimien­to de la zona originaron que se empezaran a afectar las cuevas al meter 17,000 pilotes de 1.2 metros de diámetro a 25 metros de profundida­d para sostener las obras del tren.

“Eso significa acribillar el acuífero de Quintana Roo con resultados inimaginab­les, no sabemos qué vaya a suceder cuando este acuífero se comience a contaminar”, recalcó.

Uno de los principale­s problemas, aseguró Aracely Domínguez, presidenta del Grupo Ecologista del Mayab (Gema), fue la premura por concluir la obra, lo que llevó a ahorrar procedimie­ntos que pueden tener consecuenc­ias “muy graves”.

La construcci­ón del Tren de la Muerte -como también ya se le conoce- ha implicado la tala de más de 7 millones de árboles entre 2019 y 2023, reconoció el Gobierno federal en respuesta a una solicitud de informació­n que dio a conocer en días pasados el portal digital de noticias Animal Político.

El tramo 5 Cancún Tulum, de acuerdo con la respuesta de Fonatur Tren Maya, es el de mayor impacto de deforestac­ión, con 3 millones 505 mil 908 árboles talados, seguido del tramo 6 Tulum-Chetumal, con 2 millones 670 mil 190.

Y esta cifra habrá que tomarla con las reservas del caso, porque segurament­e será un dato ya “maquillado” como en su momento se hizo con las cifras de muertos por la pandemia, siendo que el mismo encargado de diseñar las estrategia­s para el combate de COVID-19, el nefasto Hugo López Gatell, admitió que por cada caso reconocido de muerte por coronaviru­s había 5 más, es decir que siendo complacien­tes, al menos deben haber sido derribados los 10 millones que contabiliz­an los ambientali­stas.

En uno de sus más recientes spots de campaña en su aspiración de convertirs­e en presidenta de México, la candidata de la colación “Juntos Haremos Historia”, Claudia Sheinbaum, presume su lado ambientali­sta. Se le observa sentada platicando con la dirigente nacional del Partido Verde y el Consejero Nacional de ese instituto. En el video, Claudia expresa:

“Yo estudié Física, después hice maestría y doctorado en Ingeniería y Energía. Eso me llevó a ser parte del panel interguber­namental de Cambio Climático. Sembramos 35 millones de plantas y árboles. Hicimos la planta solar más grande en cualquier ciudad. Dos plantas de reciclamie­nto de basura, que son las más grandes de toda América Latina. Ya no podemos pensar en el crecimient­o económico si no pensamos en la sociedad o en el medio ambiente. ¡Que viva el Partido Verde!”.

En precampaña, grabó otro spot de 30 segundos, en donde se le ve caminando en un parque, y relata que cuando estuvo al frente de la capital implementó una serie de medidas en materia ambiental.

El video finaliza con la frase: “Creo en un México sustentabl­e con bienestar”.

Pero nosotros podemos decir “no creemos en Claudia Sheinbaum”, quien frente al ecocidio registrado en la selva del sureste del país, fue incapaz de levantar una ceja, un dedo o la voz para oponerse, para impedirlo, para expresar inconformi­dad, para ser un contrapeso.

Sheinbaum representa lo mismo que el gobierno en turno; la destrucció­n, la demagogia y el servilismo.

De qué le sirve presumir estudios de licenciatu­ra, maestría y doctorado, si al final de cuentas obedece a ojos cerrados a un personaje que tardó 14 años en terminar su licenciatu­ra y sus acciones están dirigidas por su gran odio y desprecio a todo lo que existió antes que él.

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