El Informador

El error humano del Tren Maya

- diego.petersen@informador.com.mx Diego Petersen Farah

El descarrila­miento del Tren Maya, dice el Presidente, se debió a un error humano que ya están investigan­do. La cara lo dice todo: esto es un complot y no va a quedare así. Atribuir la falla a un error humano es una obviedad, pues las fallas en las máquinas se deben todas a errores humanos, las máquinas no son autogestiv­as. Alguien diseñó la vía, alguien la construyó, alguien hizo el tren y alguien lo operó. Lo que resulta sorprenden­te -y quizá un récord mundial- es que el tren se haya descarrila­do a la sorprenden­te velocidad de diez kilómetros por hora, pero no estamos para romper ningún Guinness, sino sólo para saber qué pasó, cuál es el origen de la falla y para ello hay que sospechar. Sospecha, sospecha, que algo quedará.

El origen de la falla en la obra pública más importante del sexenio pudo deberse al diseño. Construir una obra, la que sea, sin un proyecto ejecutivo hace que hoy no sepamos quién es el responsabl­e del diseño de ese problema específico. Sin embargo, cuando se piensa que extraer petróleo es tan fácil como meter un popote, no es raro que también se piense que el secretario de Turismo puede hacerse cargo de poner unas vías en un terreno por demás planito y mandar hacer unos carros de tren y al final que lo operen los militares que tanto saben de tantas cosas. ¿Qué puede salir mal?

La falla puede venir también del constructo­r. Si la ley dice que una obra de ese tamaño debe licitarse conforme a un catálogo de conceptos debe ser por algo. Pero a mí no me vengan con que la ley es la ley, para qué perder el tiempo en concursos si yo pedo decidir quién hace qué y dónde, para eso se es Presidente, ¿o no? No podemos descartar que el origen del problema sea un proveedor. Pero si hoy sabemos que desde Palacio Nacional se decidía a quién debían comprarle los materiales para la construcci­ón del tren, mejor no nos metamos en eso.

Bien decía Germán Dehesa que en este país la responsabi­lidad es transitiva y aunque el Presidente sospeche de mano negra detrás del descarrila­miento a la postre el informe se conjugará en transitivo: el tren “se” descarriló, porque el perno “se” capó y la vía “se” movió. Al final se terminará integrando una comisión para castigar severament­e al tren, al perno y la vía, para que cada uno responda ante la ley por este complot en contra de la Cuarta Transforma­ción porque aquí sólo hay una víctima, la primera víctima de la nación: el señor Presidente de la República.

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