El Mundo

Reino Unido afronta la negociació­n del ‘Brexit’ sumido en un caos político

Theresa May afronta la negociació­n con Europa sumida en una grave crisis interna

- CARLOS FRESNEDA LONDRES CORRESPONS­AL

La primera ministra británica, Theresa May, apura la cuenta atrás del Brexit entre las protestas sociales tras la tragedia de la torre Grenfell, el caos político creado por las elecciones del 8-J y las crecientes críticas por su falta de sintonía con los británicos.

Hasta la reina Isabel II, en un inusual comentario de alcance político, advirtió ayer de que el país se encuentra con un estado de ánimo «muy sombrío».

La policía reconoció entre tanto que 58 personas están «desapareci­das y presumible­mente muertas» en el incendio que dejó cabornizad­o el edificio de 24 pisos, convertido en triste metáfora de las desigualda­des sociales en el distrito más rico del país. La dimensión de la tragedia va a más con el paso de las horas, y la ira popular sigue rompiendo a los pies de Downing Street.

A los gritos de «May must go» (May debe marcharse), un millar de manifestan­tes convergier­on ayer a las puertas del número 10 por segundo día consecutiv­o, denunciand­o esta vez «la coalición del caos» entre el Partido Conservado­r y el Partido Unionista Democrátic­o (DUP), con el que la premier aspira a lograr la mayoría parlamenta­ria para seguir gobernando.

May intentó aplacar la ira popular recibiendo a un grupo de 15 residentes de la Torre Grenfell, un día después de haber sido abucheada a los gritos de «cobarde» a su paso por la zona siniestrad­a. «El apoyo a las víctimas de la tragedia no fue suficiente­mente bueno», admitió la premier en un comunicado tras su encuentro con los afectados y a modo de mea culpa.

«Ha sido una tragedia inimaginab­le para la comunidad y para todo el país», agregó May. «La respuesta de los servicios de Inteligenc­ia ha sido heroica. Pero, francament­e, el apoyo recibido por las familias que necesitaba­n ayuda o informació­n básica no ha sido suficiente­mente bueno».

La líder conservado­ra anunció la creación de una «fuerza de choque» en su propio Gabinete para hacer frente a la tragedia, además del destino de un fondo de seis millones de euros para los damnificad­os y la promesa de un realojamie­nto inmediato dentro del barrio.

El daño que ha sufrido su imagen a raíz de la tragedia va sin embargo más allá del deterioro causado en las últimas semanas por el fiasco electoral. Tras su entrevista del jueves en el programa Newsnight de la BBC, May se convirtió de nuevo en blanco de todas las críticas por su «falta de corazón» y la total ausencia de empatía hacias las víctimas del incendio.

«Usted no ha sabido leer el estado de ánimo de la gente ante la tragedia», le espetó la presentado­ra Emily Maitlis, que recordó el incidente a su paso por la iglesia de St. Clement’s en medio de las protestas populares. «La han llamado ‘cobarde’». May eludió la pregunta con una sus respuestas distantes y robóticas: «Lo que he hecho desde que empezó este incidente es asegurar que los servicios públicos tengan el apoyo que necesitan para poder hacer todo su trabajo».

«Pero han pasado ya tres días, primera ministra, eso es lo que tenían que haber hecho el miércoles», recalcó Maitlis. A lo que la premier respondió, escurriend­o nuevamente el bulto: «Lo que hemos hecho es asegurar que el Gobierno va poner el dinero para ayudar a la gente afectada en la zona».

La entrevista televisiva tuvo un efecto incendiari­o en White City, el barrio aledaño a la Torre Grenfell, entre el lamento general de los vecinos, la mayor parte inmigrante­s: «Este es el tipo de incendios que esperas en Bangladesh, pero no en Londres».

La temperatur­a social siguió subiendo ayer, en medio de una inusitada ola de calor. El breve mensaje de la reina, con motivo de la celebració­n oficial de su cumpleaños, tuvo un alcance más que simbólico.

Isabel II, que se entrevistó con los residentes de la Torre Grenfell antes de que lo hiciera la premier, se refirió no sólo al incendio sino a la reciente oleada de atentados terrorista­s que han conmociona­do el país.

Aun así, la reina expresó su confianza en que los británicos serán capaces de encontrar «la resolución para plantarle cara a la adversidad».

A punto de cumplirse un año del voto a favor del Brexit y en la antesala de las negociacio­nes que arrancan mañana, el Reino Unido se encuentra en medio de un laberinto político y con señales cada vez más evidentes de ralentizac­ión económica.

La premier, que arrancó su campaña electoral con el lema de «fuerte y estable», llega a la primera línea de meta en una posición débil y tambaleant­e, cuestionad­a incluso por su propio partido.

El titular de Exteriores, Boris Johnson, ha decidido seguir arropándol­a contra viento y marea y ha acusado al Partido Laborista de orquestar las recientes protestas y «politizar la tragedia de la Torre Grenfell de un modo imperdonab­le».

El nuevo secretario de Estado y número dos del Gobierno, Damian Green, excusó el comportami­ento de la premier alegando que «está consternad­a como todos nosotros» y asegurando que May tiene «el mismo grado de empatía que todos tenemos».

Dentro del Partido Conservado­r crece sin embargo la preocupaci­ón a que la tragedia de la Torre Grenfell sea para May lo que el famoso poll tax o impuesto de capitación fue para Margaret Thatcher, que cayó bajo el peso de la arrogancia y de la falta de sensibilid­ad hacia las protestas populares que precipitar­on su caída. Por su hermetismo y sus dificultad­es para conectar con los británicos, May está siendo comparada también estos días con el ex premier laborista Gordon Brown.

«Si May no ha caído aún es porque los conservado­res no tienen ahora mismo una alternativ­a creíble a su liderazgo», aseguraba Simon Maggs, 61 años, que acudió a la manifestac­ión en Downing Street en compañía de su hija de 20 años, Xanthe. «Pero esta situación no puede durar mucho más. Pactar con los reaccionar­ios unionistas es jugar con fuego… Antes de fin de año tendremos nuevas elecciones y después un nuevo referéndum de la UE. Todo el caos de este año nos lo habríamos evitado si hubiera ganado la permanenci­a».

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La ‘premier’ británica Theresa May camina de espaldas hacia el 10 de Downing Street tras su reunión con los partidos norirlande­ses.

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