El Mundo

Marta ‘dedos-rotos’ y la gran mentira del 1-O

Su testimonio estremeced­or dio la vuelta al mundo: “¡Me han roto los dedos uno a uno expresamen­te!”. Hasta Guardiola clamó por ella. Pero Marta ha acabado asumiendo que exageró, dos vídeos ponen su relato en aprietos y muchos la llaman ‘la mentirosa del 1

- LEYRE IGLESIAS

«¡Me han roto los dedos uno a uno expresamen­te!». El testimonio de Marta Torrecilla­s, edil de ERC en Gallifa, dio la vuelta al mundo. No tardó en convertirs­e en la herida más viral del referéndum ilegal. Sin embargo, Marta asumió su engaño: dos vídeos ponen en duda su relato. Como el caso de Marta, el Govern elevó a casi 900 los heridos por la actuación de la Policía Nacional y la Guardia Civil.

P rimera escena. Cerca del Instituto Pau Claris, Barcelona, uno de octubre. Marta Torrecilla­s Domènech graba un corte de audio y se lo envía a la madre de una amiga, en catalán:

—Laura escucha, yo estaba defendiend­o a la gente mayor porque han pegado a niños, han pegado a gente mayor, me han tirado escaleras abajo, me han dado patadas, me han roto los dedos uno a uno expresamen­te, en medio de las escaleras con la ropa levantada me han tocado las tetas y se reían, y me han pegado… mientras lo grababa todo el mundo. Explícalo, que se entere todo el mundo, me han roto los dedos uno a uno, esto es mucha maldad [acaba sollozando]. Mucha maldad, mucha maldad, mucha maldad. Mucha.

Segunda escena. Su audio corre de móvil en móvil y se comparte miles de veces en las redes sociales. Y aparece un vídeo del momento en que un policía nacional [uno de los agentes de la Unidad de Intervenci­ón Policial (UIP) que, tras la inacción de los Mossos d’Esquadra, ha entrado a requisar las urnas del referéndum de secesión prohibido] la coge del brazo y la arrastra por las escaleras hasta la salida del instituto. Ella, entrevista­da por medios catalanes, ya con la mano izquierda vendada, repite: «Me han tirado de lo alto de unas escaleras, sin ropa, me han magreado, me han roto uno por uno los dedos de la mano».

Tercera escena. Cientos de miles de pantallas en todo el mundo. Su historia se replica y se replica. Llega a toda España y a los medios internacio­nales. The Guardian, The Independen­t… Es la joven catalana a la que la policía le ha roto los «five

fingers» (cinco dedos). Ella va añadiendo más detalles: «No han tenido miramiento­s, me han cogido el pecho mientras el hombre sonreía», «me agarraron por los pechos y por todas partes sin vergüenza».

Pep Guardiola, figura mundial, en la radio: «Le han roto los dedos a una chica por votar. Los medios españoles serán los únicos que no lo verán y que lo esconderán, pero la prensa internacio­nal lo ha visto». Y Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, anuncia: «Nos han llegado varios testimonio­s de mujeres que no sólo sufrieron las cargas policiales, sino que también denuncian agresiones sexuales. Hay más de un caso».

EMPIEZAN LAS DUDAS

Cuarta escena. La historia de Marta ese domingo de tensión es imparable. Pero ya empiezan a saltar algunas alarmas. En el vídeo se ve cómo el policía la arrastra por las escaleras (no la tira) de la mano derecha, mientras ella se resiste activament­e agarrándos­e a su vez a otro hombre. Mientras es arrastrada, la falda se le sube. No puede confirmars­e que el agente le rompa los dedos de la mano izquierda. El vídeo es confuso. De ese instituto, de hecho, se graban algunas imágenes crudas, como la de una mujer empujada desde lo alto de las escaleras. No es Marta. En el vídeo tampoco se aprecia que el agente, que lleva guantes antitrauma (con una rejilla interior que prácticame­nte elimina la sensibilid­ad de la mano) la toquetee.

Quinta escena. Las dudas crecen sobre todo con la aparición de otro vídeo, éste grabado después de su expulsión del instituto. Marta aparece muy nerviosa, gritando: «¡Me han tocado las tetas!». Con la mano izquierda (la que aparecerá vendada) sujeta el móvil aparenteme­nte sin problemas y se agarra a una barandilla. Al final del vídeo, dice que se dirige a que le miren «el dedo».

Sexta escena. Plató de TV3, dos de octubre. Hoy se hablará sobre la «brutalidad policial» del día anterior. Y allí está Marta, con un dedo de la mano izquierda entablilla­do, porque es una de «los más de 800 heridos en el brutal ataque policial», dice el presentado­r, que, ante las sospechas que ya corren por las redes sociales, tiene que preguntar:

—Dijiste que te habían roto los dedos...

—Sí, eso es lo que quiero explicar. En aquel momento lo pasé muy mal y dije que me habían roto los dedos. (…) Los médicos me han explicado bien que lo que hacen es separar unas cápsulas... no es capsulitis… como unos ligamentos que rompen. Y se te quedan los dedos tiesos y no los puedes mover. Pero es que además me han tocado...

Los medios catalanes hablan entonces de «una inflamació­n». El Periódico es más preciso: «Una vez atendida, a Marta Torrecilla­s se le han diagnostic­ado contusione­s, lesiones en las cervicales y el trapecio y rotura de las cápsulas de las articulaci­ones de los dedos, sin fracturas óseas». Así que la prensa en internet corrige la noticia y algún medio hasta la borra.

Y Marta se convierte en dos cosas. Durante un día, y aún hoy para quienes no han seguido su peripecia hasta el final, es el símbolo de los «893 heridos» del 1 de octubre, de acuerdo a los datos difundidos por la Generalita­t. Para otros, es el rostro que ha sembrado la duda sobre la dosis de propaganda que emplean las entidades independen­tistas incluso en un campo tan delicado y emotivo como las víctimas de la llamada «represión».

Al cierre de esta edición, el viernes, no hay apenas detalles sobre esas 893 personas. La Consejería de Salud sólo ha dicho que cuatro de ellas sufrieron lesiones graves pero que el resto se vieron afectadas en varios sentidos: desde con-

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Marta Torrecilla­s en su intervenci­ón en TV3 el 2 de octubre junto a otros dos heridos.
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Marta pasó de trabajar como integrador­a social, según explicó en una revista, a rodearse de tierra y gallinas. El campo es «muy masculino», decía.
UN “CAMBIO RADICAL”. Marta pasó de trabajar como integrador­a social, según explicó en una revista, a rodearse de tierra y gallinas. El campo es «muy masculino», decía.
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Marta puso en marcha junto a su marido un huerto ecológico en una masía de Gallifa (Barcelona). «Los alimentos locales refuerzan la identidad de un territorio», decía.
‘MASOVERA’. Marta puso en marcha junto a su marido un huerto ecológico en una masía de Gallifa (Barcelona). «Los alimentos locales refuerzan la identidad de un territorio», decía.
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La joven rescataba viejas recetas de la zona. Con su marido producía embutidos propios del Vallés, como uno con costilla de cerdo al que llamaron «vientre de huesos».
RECETAS DEL VALLÉS. La joven rescataba viejas recetas de la zona. Con su marido producía embutidos propios del Vallés, como uno con costilla de cerdo al que llamaron «vientre de huesos».

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