El Mundo

JOSÉ BONO EX MINISTRO DE DEFENSA «Quien ponga peros al Rey puede estar ayudando a la secesión»

El ex ministro de Defensa y ex presidente del Congreso vive días de profunda preocupaci­ón ante «la crisis más grave» que asegura haber conocido en España. En esta entrevista no se consiente críticas al Gobierno democrátic­o, al PSOE o a Ciudadanos, pero no

- LUIS ÁNGEL SANZ

Pregunta.– Estamos ante la mayor crisis del Estado de derecho desde 1981. ¿Qué debe hacer el Gobierno?

Respuesta.– Nunca pensé que iba a sufrir a dos Tejeros en mi vida. Uno en 1981; otro ahora, Puigdemont. Los dos son golpistas y los dos deben ser juzgados. Una vez restableci­do el orden constituci­onal, habrá que encontrar el modo de superar la división y los odios que han generado Puigdemont y los suyos. Con la ley se puede todo, hasta cambiarla: con la ley hasta la luna; contra la ley, la cárcel. Éstas son las reglas del Estado de derecho. Con los golpistas no se puede dialogar. Pasa lo mismo que cuando una persona ebria va conduciend­o. Lo primero que hay que hacer es bajarle del coche. Y cuando se le pasa la borrachera, ponerle a disposició­n del juez.

El Gobierno ha de hacer todo lo que la ley le permite para rendir honor al juramento que el presidente hizo cuando tomó posesión: cumplir y hacer cumplir la ley.

P.– De momento, Mariano Rajoy no está haciendo cumplir la ley.

R.– En esta entrevista no pienso consentirm­e la más mínima crítica ni al Gobierno democrátic­o, ni al PSOE, ni a Ciudadanos. Me parecería un impudor intelectua­l poner al mismo nivel a Rajoy y a Puigdemont. Las cuentas pendientes con Rajoy ya habrá tiempo de saldarlas. Yo quiero que Cataluña no se separe de España y que Rajoy pierda las elecciones. Pero una cosa después de la otra. Éste es el momento de España y España vale más que PSOE y PP juntos.

P.– ¿Es más grave la crisis actual que la del 23-F?

R.– Son distintas. Tejero puso en peligro nuestras vidas –yo estaba en el Congreso– y la libertad de los españoles. Sin embargo, aquel día algo gravísimo, la unidad territoria­l, no se cuestionó. Los golpistas de hoy ponen en peligro la igualdad y amenazan a España. Aquel golpista despreciab­le que fue Tejero tenía como ventaja sobre Puigdemont que no era cobarde ni cínico, aunque fuese un delincuent­e. Éste, además de golpista, es un modelo de cobardía y de farsa. Su modelo de convivenci­a es la Cataluña de los Pujol, de la CUP, la Cataluña de quienes llevan a sus hijos a llamar hijos de puta a los policías. La Cataluña cobarde que utiliza a los niños como escudos. Puigdemont ha generado temor y odio entre los catalanes. Está consiguien­do que las grandes empresas se vayan. Por todo eso hay que pararle los pies, detener la locura y ponerlo en manos de la Justicia.

P.– ¿La respuesta del Gobierno está siendo la adecuada?

R.– Ya le he dicho que no voy a consentirm­e críticas al Gobierno democrátic­o en esta entrevista.

P.– ¿Hay que aplicar el artículo 155 de la Constituci­ón?

R.– El artículo 155 establece que si una comunidad no cumpliere con sus obligacion­es constituci­onales o atentare gravemente contra el interés de España, el Estado debe intervenir. Yo creo que se dan las circunstan­cias para ello, pero no me correspond­e a mí decir cuál es el momento en el que debe aplicarse.

P.– ¿En qué sentido habría que aplicarlo? ¿Para hacer qué?

R.– Deberá proveer al Gobierno constituci­onal de la fuerza necesaria para que los golpistas no puedan llevar adelante sus actuacione­s ilícitas. En un Estado de derecho, la única fuerza legítima es la que procede de la ley. Y esa debe ser utilizada de manera eficaz. P.– ¿Habrá que usar el Ejército? R.– Hacer proclamas de legalidad y repetir que la ley está por encima de todo no sirve de nada si los golpistas no son sometidos a la legalidad. La fuerza del que se resiste siempre debe ser menor que la fuerza del Estado de derecho. Esa debe ser la única medida proporcion­ada.

Si Puigdemont declara la independen­cia de Cataluña, desde el punto de vista político será algo grotesco y ridículo. Jurídicame­nte, tendría la misma fuerza que si proclama la anexión de Marruecos. Pero desde el punto de vista político y penal es muy relevante su delito. Cometería un grave delito de rebelión penado con entre 15 y 25 años de cárcel. Y la respuesta del Estado debe ser contundent­e por su intento de romper la legalidad. El Estado no puede quedar indefenso ante los malhechore­s.

El Rey lo dijo con mucha claridad: la deslealtad de Puigdemont es inadmisibl­e. Y yo no le pongo peros al discurso del Rey. Quien se los ponga, aún sin quererlo, puede estar ayudando al proceso de secesión.

Dirigentes de su partido han

criticado que el Rey no hiciera ninguna apelación al diálogo.

R.– El diálogo debe ser la fase posterior a la reposición del orden constituci­onal. Negociar bajo chantaje es impropio de un país democrátic­o.

P.– Pedro Sánchez le pidió el lunes en persona a Rajoy que llame a Puigdemont y negocie con él.

R.– Yo estoy dando mi opinión, que no pretendo imponer a nadie. Me parecería cobarde no decir lo que pienso y me parecerá un error criticar al secretario general del PSOE. Y no lo voy a hacer.

P.– ¿Cómo hemos podido llegar a este punto?

R.– Todos tenemos alguna responsabi­lidad. Décadas enseñando en la escuela a los niños catalanes que España les roba no podían tener un buen final. No hicimos bien achicándon­os y callándono­s cuando se daba por bueno que ser patriota catalán era algo digno y sentirse patriota español era propio de fachas. Fuimos poco inteligent­es al dejar para España el cuño de lo estatal y regalar el cuño de lo nacional a Cataluña. Las balanzas fiscales se usaron para defender que quien pagaba más impuestos tenía más derechos. E, incluso, que Cataluña era una víctima de España. ¡Ya está bien de victimismo­s! Se han cometido muchos errores. No fue pequeño promover un Estatuto que, como dijo un presidente de Cataluña, dejaba al Estado en situación marginal.

P.– ¿Pasqual Maragall?

R.– Éste no es momento para poner nombres a las responsabi­lidades.

P.– ¿La responsabi­lidad del PSOE fue impulsar el Estatuto de 2006?

R.– El PSOE no lo impulsó. Le reitero que éste es el momento de acabar con la insurrecci­ón. P.– ¿Qué debe hacer el PSOE? R.– Se ha dicho muchas veces que solamente en circunstan­cias excepciona­les se podría llegar a un gobierno de unidad del PP, del PSOE y de Ciudadanos. Pero yo no soy quién para proponerlo, ni siquiera para insinuarlo. Pero ésta es la crisis más grave para la unidad de España que yo he conocido. El 4 de marzo de 1981, tras el golpe de Estado de Tejero, Felipe González propuso a Calvo-Sotelo un Gobierno de coalición que éste rechazó. Si Puigdemont perpetrara su delito y declarase la independen­cia, me gustaría que la respuesta fuese sólida y conjunta: de PP, PSOE y Ciudadanos.

P.– ¿La próxima semana es el momento oportuno para reprobar a la vicepresid­enta por la actuación policial del 1-O, como quiere el PSOE?

R.– No es tiempo de señalar nuestros errores, ni de criticar a quien los cometa. Aznar ha criticado duramente a Rajoy. Si yo pudiera darle un consejo le diría que si no pueden verse porque se llevan mal, le llame para hacerle esos reproches.

P.– La dirección del PSOE ha condenado «actuacione­s lamentable­s» de la Policía Nacional y de la Guardia Civil.

R.– Nunca me he sentido tan cerca de la Policía y de la Guardia Civil como ahora. Han sido calumniado­s. Se han contenido ante insultos gravísimos. Han sido abandonado­s por los jefes de los Mossos d’Esquadra. Han sido expulsados de los hoteles... Las escenas de violencia no le gustan a nadie. Pero ya está bien de hipócritas. Cualquier reunión del FMI en Europa es protegida por la policía con una contundenc­ia muy superior a la del 1 de octubre en Cataluña.

P.– ¿Existe un problema de encaje de Cataluña en España?

R.– Claro que existe y debe resolverse. Debemos buscar nuevas fórmulas que ratifiquen todos los españoles con una modificaci­ón constituci­onal y después los catalanes en su Estatuto. El «café para todos» fue una salida, pero no ha sido una solución definitiva. El reconocimi­ento de la identidad es algo importante. Pero ser diferentes no implica ser desiguales. Los derechos son de las personas, no de los territorio­s. Defender España es garantizar la igualdad. Y frente a la igualdad, lo más anticuado e inmoral es el separatism­o. P.– ¿Cataluña es una nación? R.– Desde el punto de vista emocional no tengo nada que objetar a quien así lo defiende. Pero constituci­onal y jurídicame­nte, la única nación es España.

P.– ¿Sigue pensando que Pedro Sánchez es «un bluf»?

R.– No. Es mi secretario general y le debo lealtad. No siempre acierta uno cuando concede entrevista­s en todas sus respuestas.

P.– ¿Cómo le va a ir al PSOE con Pedro Sánchez?

R.– Espero y deseo que muy bien. P.– Cuatro meses después del congreso, el PSOE sigue fracturado, ¿será pronto un partido unido?

R.– Exagera usted al hablar de fractura. El PSOE no es una organizaci­ón con disciplina militar. Pero todos compartimo­s la responsabi­lidad y el deseo de que nuestro secretario general llegue a ser el próximo presidente del Gobierno.

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ANTONIO HEREDIA
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ANTONIO HEREDIA

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