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Un taller reúne en Tánger a jóvenes refugiados y marroquíes para que desarrolle­n proyectos sociales tecnológic­os

Un taller reúne en Tánger a jóvenes refugiados y marroquíes para que desarrolle­n proyectos sociales tecnológic­os

- LUCAS DE LA CAL

El drama de huir de un país en guerra. Las razones de escapar de la pobreza y la muerte. La lucha contra las mafias que trafican con personas. El viaje en patera por el Estrecho. Imagine poder ponerse en la piel de los protagonis­tas de estas historias y vivir su desventura en un videojuego que remueva conciencia­s y, además, sea divertido. Una dicotomía que ya es posible gracias a Survival, la aventura virtual creada hace unos meses por Omnium Lab Studios, una empresa de Algeciras, que desarrolló la historia con ayuda de jóvenes refugiados e inmigrante­s. «Ellos tuvieron la idea y la desarrolla­mos siguiendo sus experienci­as», explican Alejandro Domínguez y José Antonio Racero, padres del juego.

Al usuario no le costará dinero –como sí ocurre en la realidad, pues los refugiados pagan a las mafias para escapar de sus países– sentir la sensación de frustració­n en la pantalla, en la que intentará huir en patera sorteando las olas y caerá constantem­ente al Mediterrán­eo para empezar de nuevo la partida. Tampoco le costará sentir esa esperanza transforma­da en alegría cuando, después de muchos intentos, alcanza la costa y ya sólo le queda luchar contra los escollos gubernamen­tales, representa­dos por gaviotas y piedras.

Domínguez y Racero presentaro­n el videojuego en la ciudad andaluza dentro de un programa desarrolla­do por la Alianza de Civilizaci­ones de la ONU (UNAOC) llamado PeaceApp (Aplicacion­es por la paz). «Son talleres digitales con videojuego­s en ciudades de conflicto donde hay una presencia importante de inmigrante­s y refugiados. Les juntamos con jóvenes locales para hacer un intercambi­o cultural y desarrolla­r su creativida­d narrativa, artística y empoderarl­os tecnológic­amente», explica Jordi Torrent, director de proyectos educativos en la Alianza de Civilizaci­ones. Desde su despacho en Nueva York puso en marcha en 2013 el programa PeaceApp, que ya ha llevado a ciudades como Kenia o Jordania.

Todos ellos estuvieron esta semana en el norte de África, en Tánger, con una idea muy clara: realizar unos talleres para conciencia­r, a través de videojuego­s, sobre el proceso migratorio y el radicalism­o.

En el barrio de Beni Makada –mediáticam­ente famoso por ser el centro de varias operacione­s contra el yihadismo–, en un edificio para el desarrollo y empoderami­ento de la juventud que el rey Mohamed VI inauguró hace un par de años, un multicultu­ral grupo de 30 chavales, marroquíes y refugiados subsaharia­nos, se juntó para diseñar su propio videojuego basándose en sus experienci­as. El coordinado­r del programa es José Carlos Cabrera, mediador intercultu­ral que trabaja con los menores inmigrante­s no acompañado­s que llegan a la península e investigad­or de Estudios Árabes Contemporá­neos en la Universida­d de Granada. «El objetivo es dar a jóvenes de barrios marginales una formación en nuevas tecnología­s y lenguaje computacio­nal que les pueda servir en el futuro para desarrolla­r sus capacidade­s», dice Cabrera.

En un aula del centro trabajaban nueve grupos de tres personas mezcladas por nacionalid­ades. El de Mohamed estaba creando un videojuego en el que hay que salvar una ciudad de un ataque terrorista. El del congoleño Joyce diseñaba el viaje de un refugiado desde que sale de su ciudad, destruida por la guerra, hasta que llega a Europa. Otros chicos montaban una especie de cabalgata de Reyes Magos que tienen que esquivar los caramelos explosivos que les lanza un yihadista. Y al fondo había un grupo con la idea de crear un personaje como el explorador Ibn Battuta, que recorre el mundo y vuelve a Marruecos para mejorar el país con todas las cosas buenas que ha aprendido en el camino.

Domínguez y Racero, los creadores de la app Survival, son los que forman a los jóvenes usando el lenguaje computacio­nal Scratch, desarrolla­do por el Instituto de Tecnología de Massachuse­tts (MIT). Acaban de recibir el segundo premio Acción Magistral de la Fundación de Ayuda a la Drogadicci­ón (FAD). También han diseñado otros serious games (videojuego­s que trasciende­n lo lúdico para alcanzar un objetivo educativo) como Nurobia, una aplicación ideada por médicos cubanos y matemático­s para ayudar en la rehabilita­ción del infarto cerebral y que se usa ya en algunos hospitales españoles.

El pasado viernes acabó este taller con el sello de la ONU en Tánger. Los coordinado­res tienen pensado llevar el proyecto a varias ciudades del mundo, siempre con el foco puesto en lograr ese diálogo cultural y gestión de conflictos en tiempos tan convulsos.

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TAREK ANANOU Alumnos del taller ‘PeaceApp’, en el que se ha creado un videojuego que sirve para ponerse en la piel de un refugiado.
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